2018 terminó dejando la mayoría de los activos del mercado en rojo. Lograr rentabilidades atractivas ha sido un gran reto para los gestores y, según las perspectivas que manejan las gestoras para este año, seguirá siendo así los próximos doce meses. La vuelta de la volatilidad al mercado, la madurez del ciclo y las decisiones que se tomen los gobiernos y los bancos centrales marcarán los rendimientos en 2019.
“Hace un año comentábamos que casi todas las clases de activos financieros habían generado rendimientos positivos en lo que iba de año. En cambio, en 2018 hemos visto el otro lado: la volatilidad ha sido alta y el rendimiento de los activos es casi universalmente bajo. En ninguna parte es más evidente el contraste entre los dos años que con bitcoin: hasta 1703% en 2017, 74% menos que en 2018”, apunta Steven Bell, economista jefe de BMO Global Asset Management.
Según se observa en la gráfica superior, el índice FAANG lideró el año en términos de rendimientos en moneda local con solo un 8%, pero se ha reducido significativamente desde su máximo del 37% el pasado 20 de junio. Según matiza Bell, algunos otros mercados han obtenido rendimientos modestamente positivos en términos de la moneda local en lo que va del año, pero la mayoría de los bonos corporativos, gubernamentales y corporativos obtuvieron rendimientos negativos. “La debilidad de la libra esterlina significó que los inversores del Reino Unido obtuvieron mejores rendimientos en algunos mercados extranjeros, si hubieran dejado sus posiciones sin cubrir, pero solo uno en nuestra selección alcanzó cifras dobles”, matiza.
En renta fija, los bonos gubernamentales han sufrido este año y ha perdido interés por parte de los inversores dado sus bajos rendimientos. Las gestoras consideran que el bono alemán seguirá cumpliendo su papel de activo refugio, mientras observan los potenciales rendimientos que pueden lograrse en deuda pública emergente en moneda local o moneda fuerte (aunque haya que asumir mayor riesgo y cubrir el riesgo divisa) y los bonos estadounidenses, ya que este año la administración Trump emitirá nueva deuda.
“La drástica subida de los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense en septiembre de 2018, cuando en el tramo a diez años alcanzaron máximos de los últimos siete años tras haberse negociado en una horquilla determinada durante gran parte del año, ejerció finalmente presión sobre los títulos de elevada duración con valoraciones extremas”, apuntan desdeJanus Henderson Investors.
Respecto al crédito, desde Robeco señalan que los mercados empezaron a reaccionar a finales de 2018 a la desaceleración económica global. “El mercado de crédito lleva ya nueve meses seguidos bajando, y lo normal es que una tendencia de este tipo dure seis meses más a lo sumo. Aunque las valoraciones se sitúan ahora en niveles más atractivos, esta corrección no es todavía generalizada”, explica Sander Bus, codirector del equipo de crédito de Robeco.
Una de los aspectos que preocupa a la gestora es el alto nivel de apalancamiento que han experimentado las compañías y que en su opinión, una realidad que no se refleja todavía en su calificación crediticia. “Una recesión llevaría el apalancamiento de muchas empresas con calificación BBB a niveles de high yield, y el potencial de rebaja de calificación en este segmento del mercado es elevado”, añade Bus.
En Europa, Bus observa dos grandes diferencias con Estados Unidos: “La primera es el riesgo político. Italia sigue siendo motivo de preocupación, pero los precios del mercado ya lo reflejan así. En segundo lugar, las empresas europeas vienen mostrándose mucho más conservadoras que las estadounidenses, por lo que su apalancamiento es mucho menor. Por tanto, la distribución inadecuada del capital no es tan preocupante”.
En este sentido, desde Nordea AM apuntan al mercado europeo de high yield. “Ahora mismo la calidad crediticia del mercado europeo de high yield es bastante buena. Tenemos niveles de apalancamiento que en realidad están bastante por debajo de la crisis financiera de 2006 y 2007, por lo que los niveles son más bajos que antes de la crisis financiera y, al mismo tiempo, las tasas de interés son bastante más bajas. Ese apalancamiento adecuado combinado y la baja tasa de interés le da mucho espacio a las compañías con respecto a los pagos de intereses que tienen que hacer, por lo que la rentabilidad puede disminuir bastante antes de que sea un problema para las compañías y no puedan hacer frente a sus pagos. Creemos que este será un factor importante para mantener la tasa de interés bastante baja en el futuro e incluso si las tasas de interés aumentarán, probablemente no alcancen los mismos niveles que en las dos últimas recesiones”, argumenta Sandro Näf, consejero delegado de Capital Four Management and gestor de cartera de Nordea’s European High Yield Bond strategy.
Näf ha señalado una de las claves para este mercado el próximo año: el ritmo de subida de tipos que marquen los bancos centrales, en particular la Reserva Federal (Fed). Desde Janus Henderson Investors, coinciden en señalar que este será un tema clave que defina los mercados en 2019.
“Buena parte de lo que ocurrirá en los mercados de renta fija y en la economía se verá influido por las actuaciones de la Fed. Aunque algunos auguran que adoptará una postura aún más contundente, nosotros creemos que, dado su historial de cautela, pecará de un excesivo tono dovish. La amenaza que supone la escalada de la guerra comercial y la mayor perspectiva de ralentización del crecimiento mundial son dos factores que podrían requerir una pausa en las subidas de tipos de interés. Un segundo tema podría ser que estos tipos más altos permanezcan en el tiempo. La volatilidad de la renta variable vista en otoño no ha lastrado sustancialmente las rentabilidades de los bonos (es decir, no ha arrastrado sus precios al alza). Estos tipos más altos, aunque se mantienen por debajo de sus niveles históricos, podrían ejercer presión en los beneficios y el crecimiento económico. Sin embargo, la ausencia de inflación debería mantener a raya las rentabilidades de los bonos con vencimiento más lejano, lo que daría lugar a un aplanamiento de la curva de tipos. Ahora bien, una curva más plana, o incluso invertida, no presagia una recesión, debido en parte a unas primas a plazo inferiores”, explica Nick Maroutsos, codirector de bonos globales de la firma.