Un análisis de NN Investment Partners descubrió que en los cinco últimos años en los que las bolsas de los mercados desarrollados batieron de forma consistente a los mercados bursátiles de los emergentes, hubo diez períodos en los que fue al revés. Estos períodos duraron entre uno y seis meses y coincidieron por lo general con fases en las que los rendimientos de los valores de deuda estadounidenses menguaron. Aunque la tendencia a largo plazo de ralentización del crecimiento y creciente riesgo sistémico en los emergentes permaneció intacta, los momentos de respiro en lo que respecta al endurecimiento de la política monetaria en EE.UU. sí que favorecieron temporalmente a las bolsas de los emergentes.
En la actualidad, dicen los expertos de la firma, atravesamos por un período de esta clase. En las últimas semanas, las cotizaciones han descartado rápidamente subidas de tipos por la Fed, lo que ha supuesto un ligero alivio para los países emergentes con mayores necesidades de financiación externa. Por ejemplo, Turquía ha sido una de las bolsas más rentables en las últimas semanas, e incluso Brasil, sumida en la dinámica de su insoportable deuda pública y en una gran incertidumbre política, ha tocado cierto fondo. Una estabilización o una leve mejoría en rentabilidad relativa no son poca cosa para estos dos mercados, habida cuenta de la debilidad de sus fundamentales y de las incesantes noticias negativas.
De esta forma, la firma holandesa afirma que las previsiones de una posición más moderada de la Fed han favorecido a los emergentes, aunque es probable que el fuerte deterioro de las expectativas de crecimiento relativo entre los mercados desarrollados y emergentes, y las crecientes preocupaciones sobre la vulnerabilidad del sistema financiero en los mercados desarrollados, hayan sido más importantes que las esperanzas de financiación más cómoda y asequible para unos emergentes sedientos de capital.
De este modo, explica NN IP, mientras que el índice de datos económicos inesperados («sorpresas») en los emergentes siguió siendo negativo, el índice de sorpresas en los mercados desarrollados sufrió un acusado deterioro (medido por Citi; véase el gráfico). Y si bien la inquietud de los inversores por el riesgo del sistema financiero chino siguió creciendo (según refleja la pronunciada inferior rentabilidad relativa de las bolsas chinas respecto a las de los emergentes), lo hizo con todo en mayor medida ante la situación de los países periféricos europeos, la deuda high yield de EE.UU. y la solvencia de la banca de los mercados desarrollados en general.
Esto explica por qué los emergentes han superado en las tres últimas semanas a los mercados desarrollados. Pero, para que esta situación se prolongase, el deterioro relativo de las expectativas de crecimiento entre mercados desarrollados y emergentes debería acentuarse: los temores a una recesión en EE.UU. deberían materializarse, los bancos estadounidenses y europeos habrían de afrontar más presión y, al mismo tiempo, no debería deteriorarse la dinámica de crecimiento ni empeorar mucho más la percepción de riesgos sistémicos en los emergentes.
El mercado acabará redirigiendo su atención a los riesgos en emergentes
“En nuestro escenario base tanto EE.UU. como Europa eluden la recesión. La Fed endurecerá la política monetaria menos de lo esperado hace un par de meses, aunque siguen siendo probables algunas subidas de tipos de interés en los próximos años. Siendo así, pensamos que no existe mucho margen para que las cotizaciones descarten muchas más subidas de tipos. Mientras tanto, mantenemos la opinión sobre el crecimiento en los emergentes. Seguimos considerando que la desaceleración china, el endeble crecimiento del comercio global, las salidas de capitales y el elevado sobreendeudamiento en todos los países emergentes mantienen en niveles elevados la presión sobre los emergentes”, explica el informe de la gestora.
Para NN IP, es improbable que se produzca una recuperación del crecimiento en los próximos trimestres y, al mismo tiempo, el deterioro de las finanzas públicas y la aceleración de las fugas de capitales hacen que el riesgo de tipo de cambio siga siendo alto. Además, la firma ha observado más señales de tensiones del sistema financiero en los países más sobreendeudados y con mayores problemas de crecimiento. En este contexto, Brasil y China son los más vulnerables. “Sus bancos han afrontado un deterioro de la calidad de los activos y un descenso de rentabilidad. La fuerte aceleración reciente del apalancamiento financiero en China –¡sólo en enero su ratio de deuda/PIB aumentó 5 puntos porcentuales!– posiblemente sembrará más dudas sobre la sostenibilidad de la dinámica de la deuda china”, dice.
Así, concluye el análisis, las discretas perspectivas de crecimiento en los emergentes y la creciente tensión sistémica deberían llevar al mercado a redirigir la mirada, más pronto que tarde, hacia los riesgos en emergentes. Ahora bien, acontecimientos negativos imprevistos en mercados desarrollados podrían posponer tal reorientación. “A nuestro juicio, los inversores no deberían confiar con todo en que las mejoras en emergentes mantendrán por mucho más tiempo la mayor rentabilidad actual de los emergentes respecto a los mercados desarrollados”, explican.