El equipo de Paul Brain, responsable de renta fija de Newton -firma que forma parte de BNY Mellon-, ha decidido invertir en bonos del gobierno japonés por primera vez desde que éste se hiciera cargo del equipo, hace siete año. ¿Por qué ahora?
Desde la crisis financiera, los bonos del gobierno japonés (JGB) a diez años no han ofrecido más valor que los bonos de otros gobiernos mundiales, y el equipo opina que se situaban en niveles mínimos, por lo que no anticipaba nuevas caídas de tires. Por eso, en distintos momentos entre 2008 y principios de este año, la firma prefirió invertir en treasuries estadounidenses o en bunds alemanes, pues ofrecían una prima con respecto a los JGB y mostraban más margen para una potencial caída de las tires (y, por lo tanto, para un aumento del precio).
Además –dice Brain-, los JGB añadían un mayor riesgo de crédito a sus carteras de bonos soberanos, que sólo pueden invertir en deuda con grado de inversión, ya que la menor calidad crediticia de los bonos japoneses los hace más vulnerables a caer por debajo de ese umbral y debían estar preparados para asumir ese riesgo adicional a la hora de plantearse los distintos escenarios de inversión. Por otro lado, tanto la deuda sobre PIB como el déficit presupuestario de Japón superan con creces a los de otros países y la firma considera que el mercado se ha visto distorsionado por el programa de compras del Banco de Japón, dificultando la valoración de los activos.
“Por estas y otras razones, no habíamos invertido en la clase de activo desde que fui nombrado responsable de renta fija de Newton. Sin embargo, la situación cambió a finales de enero de este año, cuando encontramos un motivo para volver a interesarnos por los JGB: el tipo de interés del bono alemán a diez años confluyó con el del JGB a diez años e, incluso, llegó a caer por debajo en un momento dado”, dice el responsable de renta fija de la firma. “Este movimiento devolvió a los bonos del gobierno japonés a nuestro radar de valoración: habían dejado de ser una opción marginal”.
Más o menos por esa época -recuerda el experto-, el Banco de Japón adoptó una política de tipos de interés negativos y anunció que planeaba seguir comprando JGB, pero con una diferencia crucial: abarcaría más tramos de la curva de tipos. En vez de limitarse a comprar bonos con un vencimiento máximo de diez años, la autoridad monetaria nipona compraría también bonos a más largo plazo. “En aquel momento, evaluamos la situación y llegamos a la conclusión de que la política de tipos negativos no sería algo temporal, sino que se mantendría a largo plazo e iría reduciendo progresivamente las tires en toda la curva de tipos. No nos equivocamos”.
En las semanas posteriores al anuncio, los tipos de interés de la curva de JGB cayeron (y, por lo tanto, los precios aumentaron). La firma había comprado bonos a treinta años y el tramo largo de la curva registró una caída mucho más acusada que el tramo corto: el tipo de interés pasó del 1,26% al 0,41%, lo que supone un estrechamiento de más de 85 puntos básicos desde principios de año. En comparación, los JGB a cinco años cedieron unos 23 puntos básicos y los títulos a diez años, unos 31. Así que el equipo se benefició tanto del acusado estrechamiento de diferenciales que experimentaron los bonos japoneses a más largo plazo como del significativo aplanamiento de la curva de tipos, que respondió principalmente a las caídas de tires en el tramo más largo.
Su decisión de invertir en el tramo largo de la curva se basó en el hecho de que aún ofrecía una rentabilidad del 1-1,5%, por lo que presentaba más margen de caída que los bonos con vencimientos inferiores a diez años, cuyas rentabilidades ya se situaban cerca del 0% o, incluso, en terreno negativo.
En sus carteras de bonos soberanos siguen infraponderados en JGB frente a los respectivos índices de referencia porque opinan que las medidas de estímulo puestas en marcha por el primer ministro Shinzo Abe (las famosas Abenomics) no han logrado acabar con el entorno deflacionario y las difíciles condiciones económicas que afectan al país. No obstante, aunque su visión estratégica para la clase de activo no sea positiva, nada les impide aprovechar tácticamente las oportunidades idiosincrásicas que puedan surgir, como en este caso.