El pasado jueves 6 de agosto, la divisa brasileña continuaba en caída libre frente al dólar. Después de varias jornadas depreciándose, llegó a tocar mínimos históricos, superando los 3,574 reales por dólar durante la sesión y situándose a 3,537 reales al cierre, nivel de que no se alcanzaba desde marzo de 2003. Tras el cierre de mercado, Aldo Mendes, director de política monetaria del Banco Central de Brasil, comentó que “el precio del dólar está claramente estirado”, haciendo referencia a que el valor de mercado está por encima de los fundamentales, y para finalizar añadió que los agentes económicos “están actuando aparentemente con poca racionalidad”.
En un intento por frenar la depreciación, la autoridad anunció que la subasta de renovación de swaps de tipo de cambio alcanzaría los 11.000 contratos. Previamente se estaban colocando en subasta 6.000 contratos, los cuales representaban el 60% del total; de mantener el nuevo ritmo de renovación, el Banco Central podría renovar el 100% de los contratos.
Pero, ¿puede realmente el Banco Central de Brasil frenar la depreciación de su divisa? Según los expertos, hay varios factores que siguen pesando en contra, como la situación económica del país, la caída en el precio de las materias primas y las políticas en China que llevarán a un menor consumo de commodities, además de las perspectivas que colocan a la deuda brasileña al borde del grado especulativo, de los problemas políticos que atraviesa el país y de las próximas subidas de tipos en EE.UU. En general, consideran que las caídas pueden continuar, aunque el ritmo podría moderarse.
Carlos Thadeu, economista jefe de Franklin Templeton Brasil, comenta: “Parece que el Banco Central está más preocupado por la velocidad de la depreciación que con los niveles. El real brasileño va a continuar depreciándose mientras el mercado de materias primas siga perdiendo valor. Tenemos una serie de factores fundamentales que están afectando, la senda de crecimiento de la economía en China, y el exceso de oferta en el mercado del petróleo (Shale oil y OPEC). La deprecación del real se ha visto acentuada por temas políticos que no finalizaran próximamente, pero en mi opinión el ritmo de depreciación debería ser menor de ahora en adelante”, asegura.
¿Perder el grado de inversión?
Desde el pasado 22 de julio, cuando el equipo económico del gobierno anunció el recorte de su meta de superávit fiscal primario del 2015 al 0,15% del PIB del país (disminuyendo el objetivo de superávit inicial de 66.300 millones de reales a 8.747 millones), aumentó la posibilidad de que la deuda soberana perdiera la calificación de grado de inversión por parte de las agencias crediticias extranjeras.
A una semana escasa del anuncio, la agencia crediticia S&P revisaba la perspectiva de la deuda soberana brasileña de estable a negativa, situándola en el nivel más bajo de la calificación de grado de inversión, lo que continuó presionando a la divisa brasileña a la baja. El 11 de agosto, Moody’s bajó la calificación soberana de Brasil, dejándola a un escalón de la categoría especulativa, pero asignándole una perspectiva estable.
“La bajada en la calificación por parte de Moody’s estaba ampliamente descontada por el mercado pero la decisión de revisar la perspectiva a positiva fue una sorpresa”, comenta Kevin Daly, gestor sénior del equipo de renta fija de mercados emergentes de Aberdeen Asset Management. Por su parte, Fitch mantiene su calificación dos niveles por encima del nivel mínimo del grado de inversión.
Desde Aberdeen reiteran que esperan que alguna de las agencias baje la calificación de la deuda a especulativa, probablemente en 2016, aunque no creen que este hecho sorprenda al mercado, que ya valora la deuda brasileña como BB. “El diferencial de la deuda exterior brasileña ya está en torno a los 350 pb, más o menos en línea con Rusia, país que está calificado en un nivel por debajo de la deuda de inversión y 60 pb por encima de Turquía e Indonesia, países que mantienen grado de inversión según la agencia Moody’s, pero que S&P ya califica como deuda especulativa en BB+”.
La política
A parte de los problemas económicos, la inflación por encima del 9%, el déficit presupuestario por arriba del 8%, y una previsión de contracción económica del 1,8% para 2015, Brasil acumula problemas políticos. Un 66% de los brasileños quiere que la presidenta Dilma Rousseff sea impugnada por el escándalo de corrupción desatado en Petrobras, y tan sólo cuenta con un de índice de aprobación del 8%. “Si el escenario político mejora, y el debate sobre la imputación de la presidenta comienza a relajarse, podrían verse días mejores para el real brasileño y los tipos de interés. Pero en el corto plazo esperamos una mayor depreciación del real brasileño, producida por el deterioro macroeconómico, y el mayor riesgo político”, añade Kevin Daly.
Los esfuerzos del Banco Central
Desde mayo 2013, cuando la Reserva Federal anunció que iba a reducir las inyecciones de dólares en la economía mundial, el Banco Central de Brasil comenzó a vender dólares en el mercado de futuros para asegurar la cotización del real brasileño, y ofrecer protección cambiaria a las empresas en momentos de fuerte oscilación de la moneda. En agosto del mismo año, el programa se volvió permanente, con el Banco Central de Brasil ofreciendo diariamente contratos de swap. En marzo 2015, el Banco Central dejó de ofertar nuevos lotes de swaps de tipo de cambio, y pasó a renovar el 70% de los contratos en vigor para después reducirlos al 60%.
Este año, con la inminente de subida de tipos de interés por parte de la Fed, Brasil acumula más riesgos que otros mercados emergentes, a pesar de que se espera que la subida de tipos sea gradual y que no debiera tener el mismo impacto que tuvo el “taper tantrum”. En la opinión del experto Carlos Thadeu: “parece que el impacto de la subida de tipos está totalmente integrada en el precio del tipo de cambio, no me sorprendería si el real se apreciara con el anuncio de la Fed”, apostilla.