Mirando hacia la reapertura gradual de la economía de EE.UU., a medida que los responsables de políticas inyectan estímulos récord -todo esto en un año electoral- Libby Cantrill, directora de políticas públicas de PIMCO, y Tiffany Wilding, economista para EE.UU., evalúan seis preguntas clave sobre la política de EE.UU. y las perspectivas económicas.
1) Recientemente, el Congreso aprobó la mayor cantidad de estímulos fiscales en la historia de los EE.UU. ¿Qué sucedió y qué sigue ahora?
Durante las últimas ocho semanas, el Congreso aprobó cuatro proyectos de ley separados de gastos que ascienden a casi 2,9 billones de dólares (trillion en inglés), más del doble de los esfuerzos de recuperación aprobados después de la crisis financiera de 2008. El estímulo incluye aproximadamente 720.000 millones en fondos para pequeñas empresas, 500.000 millones para individuos, casi 300.000 millones en seguro de desempleo, más de 250.000 millones para atención médica y 150.000 millones para Estados y municipios. En conjunto, la respuesta es casi equivalente al 14% del PIB de EE.UU.. Si bien estas leyes de gastos se financiarán exclusivamente con déficit (estimamos que el déficit superará los 4 billones de dólares este año), las tasas de interés en EE.UU. apenas se han movido. Esto se debe en parte a las compras de activos de la Reserva Federal, además de la fuerte demanda de bonos del Tesoro estadounidense por parte de inversores que buscan un activo seguro.
A pesar de estas medidas fiscales extraordinarias, el Congreso está discutiendo una próxima fase de alivio económico («Fase 4»). Mientras esperamos que el proceso para la Fase 4 sea más conflictivo políticamente, especialmente en torno al tema polémico de los fondos estatales, creemos que otro proyecto de ley de gasto es una cuestión de cuándo -no de si-, y tal vez tan pronto como junio.
La Fase 4 podría incluir dinero adicional para los Estados y municipios, más asistencia para el programa de pequeñas empresas que ya ha excedido su capacidad (el Programa de Protección del Salario) y probablemente otra ronda de cheques de estímulo para particulares. Todo sumado, aunque esperamos que la Fase 4 sea más pequeña que su primo de la Fase 3 (que era de 2,2 billones de dólares), podría estar en el rango de 1 billón a 1,5 billones de dólares.
2) ¿Cuál es la perspectiva para la economía estadounidense por el resto del año?
A medida que la tasa de crecimiento de los nuevos casos de COVID-19 en los EE.UU. se ha desacelerado, el enfoque político se ha desplazado hacia el proceso de reapertura de la economía. Reforzando el deseo de terminar con los mandatos de distanciamiento social, los datos económicos han confirmado el colapso vertiginoso y generalizado de la actividad desde mediados de marzo, cuando se pusieron en práctica muchas de las órdenes de “quedarse en casa”. Los Estados que han tenido relativamente menos casos de virus se han enfrentado igualmente a un aumento en las solicitudes de desempleo y un colapso en los indicadores de alta frecuencia de actividad. En abril, la tasa de desempleo en Estados Unidos aumentó por encima del 14%, según la Oficina de Estadísticas Laborales.
Sin embargo, muchas regiones de EE.UU. aún no han garantizado suministros hospitalarios adecuados o capacidad de respuesta a un repunte, ni hay un sistema a nivel nacional de pruebas y trazabilidad. Por lo tanto, muchos gobiernos estatales y locales están reabriendo lentamente sus economías con medidas de distanciamiento social todavía vigentes: buscan equilibrar el riesgo de daño económico a más largo plazo por el cierre prolongado de negocios con el riesgo de otro brote severo del virus. Pero el levantamiento de los mandatos puede no cambiar el comportamiento del consumidor en ausencia de vacunas y otros tratamientos terapéuticos. Y, en cualquier caso, enhebrar esta aguja será cada vez más difícil para muchas empresas, especialmente las pequeñas y medianas empresas (Pymes) que se han visto particularmente afectadas por esta crisis. Según una encuesta de la Fed de 2019, una de cada cinco Pymes saludables se vería obligada a cerrar si enfrentase dos meses de pérdida de ingresos.
En general, esperamos que la actividad económica de EE.UU. muestre un aceleramiento a partir de los datos de la segunda quincena de mayo, cuando la mayoría de las órdenes de los Estados para quedarse en casa expiraron. Pero es poco probable que el crecimiento vuelva rápidamente a los niveles anteriores a la crisis. En cambio, el camino hacia la recuperación probablemente será gradual y desigual en todos los sectores y regiones. Las pequeñas y medianas empresas, que entraron en este período con ganancias decrecientes y un apalancamiento creciente, parecen ser particularmente vulnerables. Y aunque el Congreso se ha movido a una velocidad sin precedentes, es probable que se necesiten más medidas fiscales para garantizar una recuperación relativamente rápida.
3) ¿Cuáles son los riesgos para esa perspectiva?
La trayectoria de la pandemia y el momento de la reapertura siguen siendo los mayores riesgos para nuestra perspectiva. A medida que se permita la reapertura de las empresas en las próximas semanas, será fundamental controlar en qué medida la actividad y la contratación rebotan y en qué medida se aceleran los nuevos casos de virus. Un período prolongado de actividad reducida que da lugar a fracasos comerciales generalizados o un retorno más rápido que contribuya a otro brote plantean igualmente riesgos políticos y económicos que los responsables políticos deben sopesar.
4) ¿Cómo esperamos que el COVID-19 y sus ramificaciones económicas afecten las elecciones presidenciales de noviembre?
Si bien una serie de encuestas recientes muestra que el vicepresidente Biden supera al presidente Trump, las encuestas nacionales en una fase tan temprana del ciclo electoral rara vez son confiables. Con poca claridad sobre la trayectoria del virus, y la medida en que los votantes pueden responsabilizar al presidente Trump por las consecuencias económicas, es demasiado pronto para sacar conclusiones reales, excepto que, como en 2016, lo más probable es que sea otra elección reñida.
Si bien las encuestas nacionales atraen una atención considerable, la presidencia estará determinada, una vez más, por un puñado de estados cambiantes. Los más importantes en este ciclo electoral son Arizona, Florida, Pensilvania, Michigan y Wisconsin. Es notable que dos de estos estados, Michigan y Pensilvania, hayan soportado desproporcionadamente la carga económica de las consecuencias de la pandemia, viendo que casi uno de cada cuatro individuos de su fuerza laboral se ha declarado desempleado. Sin embargo, las calificaciones de aprobación de Trump en todos los cinco estados se han mantenido por ahora, pero vale la pena monitorear su popularidad y las métricas económicas en estos estados.
5) ¿A qué más deberían prestar atención los inversores en los próximos meses?
Los inversores deberían esperar más ruido de guerra sobre China en los próximos meses. No solo hay dudas legítimas sobre el manejo de China del brote de coronavirus, sino que el presidente Trump, quizá con razón, ve el problema como un activo político para su reelección: encuestas recientes sugieren que la mayoría de los estadounidenses tienen ahora una visión más negativa de China que cualquier otro momento en la historia reciente. Es demasiado pronto para decir si el tono de dureza se convierte en una acción más punitiva contra China, aunque esperaríamos que EE.UU. emprenda otras acciones, como controles de exportación, restricciones de visas y viajes, y sanciones a las personas, antes de aumentar los aranceles dado el daño potencial a la economía y porque EE.UU. ya ha implementado aranceles sobre bienes de China por valor de 360.000 millones de dólares. Tampoco podemos descartar que el presidente Trump se retire del acuerdo comercial de la Fase 1 y vuelva a intensificar la guerra comercial, aunque este no es nuestro escenario base.
6) ¿Cuál es la perspectiva para las elecciones al Congreso en noviembre?
Dada la importancia de un Congreso cooperativo para avanzar en la agenda económica de un presidente, la composición del Congreso podría ser tan importante para los mercados financieros como la de quien se sienta en la Casa Blanca en 2021. En este punto, es probable que la Cámara de Representantes permanezca bajo el control de los demócratas dada la gran mayoría que tiene este partido de cara a las elecciones junto con las tendencias recientes: los demócratas han ganado los escaños en la Cámara en cinco de las seis elecciones generales anteriores.
El Senado, por otro lado, podría estar en juego. Los republicanos controlan actualmente el Senado 53-47 y defienden 23 de los 35 escaños del Senado para la reelección. De esos 23, tres asientos parecen muy vulnerables (Arizona, Colorado y Maine), mientras que otros son muy reñidos. Al mismo tiempo, solo un escaño parece muy vulnerable para los demócratas (Alabama) y uno está en franca competición(Michigan). Dada la superposición de las disputadas elecciones al Senado y los Estados oscilantes para las elecciones presidenciales, parece que el control del Senado podría ir en la misma dirección que la Casa Blanca. Pero cualquiera que sea el partido que finalmente gane el control del Senado, esperamos que solo sea por un escaño o dos, o incluso podemos ver una división de 50-50 (y en ese caso, el vicepresidente, y por lo tanto la Casa Blanca, emite el voto decisivo del Senado).