La emisión de bonos que lanzó Argentina el mes pasado por un valor récord de 16.500 millones de dólares no descontó adecuadamente los riesgos a los que se enfrenta la región, afirma Scott Fleming, gestor del Kames Emerging Market Bond Fund.
Esta emisión –la primera realizada por el país después de quince años fuera de los mercados de deuda– ha sido la más grande lanzada nunca por un mercado emergente y permitió que el país, que mantiene una calificación crediticia de B, colocase cuatro tramos de deuda con cupones que fueron desde el 6,25% para los bonos a tres años, hasta el 7,625% para los títulos a treinta años.
Pese al interés que ha despertado esta emisión, Fleming asegura que el cupón ofrecido por algunos tramos (como el de los bonos a diez años, del 7,5%) resultaba insuficiente, dada la incertidumbre que planea sobre los datos, los fundamentales y el potencial de nuevas emisiones del país.
“Algunos de los bonos están expuestos a diversos riesgos”, explica Fleming. “Para empezar, los datos de Argentina no son muy creíbles. Aunque una de las principales reformas del presidente Macri está orientada a mejorar el funcionamiento del instituto nacional de estadística, no se completará antes de final de año. Hasta entonces, y probablemente después, las estadísticas seguirán siendo poco fiables”.
“En segundo lugar, el entorno fundamental es complicado. El nuevo gobierno se ha propuesto alcanzar el equilibrio presupuestario en 2019 pero el déficit se sitúa ahora mismo justo por debajo del 5% del PIB. Además, un déficit por cuenta corriente equivalente al 2,6% del PIB incrementa las vulnerabilidades, ya que es poco probable que la inversión extranjera directa aumente hasta que no se estabilicen los fundamentales. Pese al apoyo y el optimismo que suscita el gobierno de Macri, la emisión de 16.500 millones de dólares no basta para financiar el déficit fiscal”.
Fleming cree que, en el futuro, pueden surgir buenas oportunidades para invertir en deuda de mercados emergentes a largo plazo, pero, de momento, le parece que los retos a los que se enfrentan tanto Argentina como otros países latinoamericanos representan una gran amenaza para los inversores.
“Treinta años es mucho tiempo para que Argentina repague su deuda, después de los impagos de 2001 y de 2014”, apunta.
“Teniendo en cuenta el impacto social que ha tenido el aumento del 500% del precio de la electricidad, que se espera que la inflación se mantenga cerca del 30% en los próximos dos años y la situación de Brasil (el principal socio comercial de Argentina), el país se enfrentará a numerosos acontecimientos que pondrán a prueba la fortaleza de la coalición política ‘Cambiemos’. Por eso, creemos que existen otros mercados emergentes con mejor calificación crediticia que ofrecen oportunidades más atractivas en términos de rentabilidad-riesgo”.
No obstante, el gestor opina que los bonos a largo plazo son los más afectados por estos problemas, por lo que los títulos a corto plazo pueden representar una oportunidad para los inversores que deseen obtener cupones más altos.
“De momento, el tramo que mejor se ha comportado es el de los bonos a tres años, que han ganado más de tres puntos”, señala.
“El mercado hace bien en mantener su entusiasmo por los bonos a corto plazo, ya que la autoridad política de Macri facilitará su refinanciación”.