Economistas, políticos, inversores y la ciudadanía en general lo tienen claro: este año, la pandemia ha puesto el mundo del revés, acelerando exponencialmente tendencias que ya estaban en marcha y provocando transformaciones definitivas en todos los ámbitos de la sociedad, también en los mercados. Pero, ¿qué ocurrirá en 2021? ¿Podemos ser optimistas? Según NN Investment Partners, la combinación del desarrollo masivo de vacunas con un apoyo fiscal y político sólido y una recuperación económica que se prevé que arranque en el segundo semestre proporcionará un contexto “bastante constructivo” para los mercados.
Durante el último de la serie de eventos “UpsideDown” celebrados por la gestora este año, su CIO, Valentijn van Nieuwenhuijzen, destacó que 2020 ha vuelto a ser una demostración de que siempre hay que esperar lo inesperado. “La clave está en comprender la complejidad de los mercados para tomar mejores decisiones de inversión en un año que comienza con muchas incertidumbres, pero también con oportunidades para quienes quieran aprovecharlas”, afirmó.
Pese a ello, destacó que el coronavirus ha expuesto de forma clara los fallos significativos de la estructura económica mundial que requieren reformas extensas e inversión pública. “Es necesario dar más pasos para luchar contra la desigualdad, el cambio climático y la mejora de la salud pública”, añadió.
Al analizar el papel de los gobiernos durante la crisis y a futuro, hizo hincapié en el rol fundamental que ha jugado la política fiscal en la recuperación y anticipó que seguramente se mantenga ese apoyo, aunque señaló que estas medidas no pueden ser meras “tiritas”, sino que deben servir a largo plazo e impulsar, entre otros, modelos de negocio más sostenibles.
En este sentido, el politólogo y autor estadounidense Ian Bremmer señaló que las decisiones tomadas por los gobiernos en 2020 han girado sobre todo en torno a la salud. En su opinión, inicialmente, algunos, como los de Estados Unidos, el Reino Unido o Brasil, fracasaron al politizar demasiado la coyuntura, pero finalmente “todos reaccionaron a nivel financiero, monetario y fiscal”. De cara a 2021, la mentalidad va a cambiar gracias al desarrollo de las vacunas y la caída de la mortalidad: “El desafío va a ser cómo las autoridades responden de forma efectiva a nivel económico si todavía falta liderazgo global”.
Digitalización, cambio climático y desigualdad
Asimismo, destacó que la pandemia ha acelerado tendencias que ya existían en el mundo, como la habilidad para innovar o la necesidad de reaccionar ante el cambio climático. “Pero también ha quedado evidente la disrupción de personas que trabajan en la economía sumergida realizando tareas cada vez menos constructivas, un problema enorme para las sociedades ante el cual los gobiernos han reaccionado muy poco”, criticó. Por ello, advirtió de que cientos de miles de personas van a ver sus empleos desplazados por la tecnología, algo que necesita una respuesta inmediata de las autoridades políticas para frenar el incremento de la desigualdad.
En ese sentido, Vincent Bourdarie, CIO de Nomura Asset Management, hizo hincapié en que el COVID-19 ha acelerado completamente la disrupción tecnológica que ya habían observado, algo que se ha visto con la elevada tasa de crecimiento que ha experimentado el comercio electrónico. Además, se acerca la llegada del 5G: “Eso va a cambiar la manera en la que trabajamos, al traer la automatización a nuestras vidas y hacer que esta disrupción sea todavía más grande, afectando, entre otras cosas, a las cadenas de distribución”.
A su juicio, esta crisis va a dejar determinados estigmas a largo plazo que transformarán la forma en la que vivimos, como la generación de “empresas zombis” o la elevada deuda pública. “Ya no va a existir tal cosa como un mundo sin coronavirus”, sentenció.
Sin embargo, Erik Nielsen, economista jefe de UniCredit, consideró que dichas empresas no deberían ser una fuente de preocupación, ya que el peor error habría sido no brindar apoyo a las compañías durante la pandemia. “Tampoco me preocupa la deuda soberana: se tomaron las medidas que había que tomar para limitar el impacto en los balances corporativos y trasladarlos a los soberanos. El coste va a ser inferior gracias al papel de los bancos centrales”, destacó. Además, anticipó una mayor coordinación entre la política monetaria y la fiscal de ahora en adelante.
La inversión sostenible está aquí para quedarse
Mientras, Van Nieuwenhuijzen subrayó que 2020 ha sido muy transformador para la inversión responsable, ya que el coronavirus ha incrementado el nivel de conciencia y compromiso por parte de los consumidores y, por extensión, de las autoridades políticas y los gestores de activos. “Este año ha proporcionado aún más pruebas de que los modelos de negocio con una mentalidad más sostenible son capaces de digerir mejor los shocks. Se ha producido un auténtico cambio de régimen”, insistió.
Por ello, la pandemia ha evidenciado el rendimiento superior de las estrategias sostenibles y que integran factores ESG tanto desde una perspectiva de generación de alfa como de gestión de riesgo; y, de cara a 2021, hay buenas oportunidades de inversión en bonos verdes o fondos de impacto, entre otros.
También ve oportunidades en el ámbito de las compañías de seguros, un sector que cada vez cuenta con mayores beneficios regulatorios; y activos como el crédito corporativo, el high yield o la deuda emergente, que se verán impulsados por la constante búsqueda de rendimiento.
Con todo, 2020 ha sido, a su juicio, un buen ejemplo de que, para lidiar con la incertidumbre, es clave mantener la calma y proporcionar un buen contexto a los inversores. “Es importante permanecer adaptables y tener en cuenta que la incertidumbre siempre genera oportunidades que vale la pena explorar”, concluyó Van Nieuwenhuijzen.