La pandemia global y sus consecuencias económicas han conducido a un conjunto coordinado e inusual de esfuerzos dirigidos a revitalizar las economías, lo que afecta de forma positiva a las infraestructuras. Sobre todo en un mundo que evoluciona hacia una mayor sostenibilidad. En esta entrevista, Alex Araujo, gestor de la estrategia M&G (Lux) Global Listed Infrastructure, comenta los temas que actualmente respaldan al sector y por qué considera que los principios y procesos ESG están íntimamente vinculados con su éxito en el futuro.
¿Cuáles son los principales temas que impulsan a la infraestructura cotizada actualmente?
Ahora mismo somos testigos de una convergencia de varios temas. La pandemia global y sus consecuencias económicas han conducido a este conjunto coordinado e inusual de esfuerzos dirigidos a revitalizar las economías. Ya sea en América del Norte, en Europa o en Asia, gran parte de ellos giran en torno al estímulo fiscal, y gran parte de este se centra en la infraestructura. También se está impulsando una recuperación verde, sostenible. Este es un requisito planetario y social, orientado hacia la sostenibilidad y las fuentes energéticas renovables y limpias.
Como es bien sabido, los activos de infraestructura digital (una parte esencial de nuestra estrategia de infraestructura no cotizada en M&G) son un importante motor ahora que tantos de nosotros seguimos trabajando y divirtiéndonos de forma remota. El pasado año nos ha enseñado hasta qué punto dependemos de la infraestructura digital en nuestro trabajo y nuestra vida personal. En nuestra opinión, todo esto converge oportunamente para una estrategia como la nuestra, con tantas exposiciones diferentes que se benefician de estos temas tan importantes.
¿Dónde detectáis actualmente las oportunidades de inversión más atractivas en el segmento de las renovables?
Mi respuesta quizá te sorprenda, porque no es en los sectores más obvios. Los negocios dedicados íntegramente a las renovables han sido la estrategia predilecta de muchos inversores, sobre todo de quienes aplican enfoques ESG. Esto ha elevado sus valoraciones de forma bastante considerable, pero también ha comenzado a elevar la volatilidad en este tipo de casos.
Nosotros vemos mayores oportunidades en negocios orientados a la transición, como por ejemplo compañías productoras de electricidad que están transformando su propia combinación energética desde fuentes intensivas en carbono a renovables. Yo creo que están contribuyendo de un modo muy distinto y quizá más intenso, al afectar a ambos lados de la ecuación: implementando renovables y desmantelando fuentes con emisiones de carbono.
Al mismo tiempo, se trata de historias complicadas, que a menudo requieren dialogar con equipos directivos y consejos de administración sobre cómo va a lograrse dicha transición. Debemos presionarlos, y en ocasiones brindar respaldo financiero a estas iniciativas. Por este motivo, y por esta complicación añadida, las valoraciones tienden a ser más atractivas. Así, con estas inversiones logramos contribuir de forma significativa al medioambiente cuando todo sale como deseamos, sacando al mismo tiempo partido a la expansión de múltiplos que suele acompañarlas.
También cabe añadir un elemento más: los combustibles de transición. El hidrógeno está en boca de todo el mundo como fuente de energía definitiva, pero existen combustibles de transición como el gas natural que revisten una gran importancia, al poder actuar como paso intermedio en el desmantelamiento de plantas térmicas convencionales en países donde las renovables y la generación de electricidad más limpia todavía no están disponibles. Esto representa otra oportunidad muy interesante, que al no ser obvia, presenta valoraciones muy interesantes.
¿En qué se diferencia vuestro enfoque de inversión del de estrategias más tradicionales de inversión en infraestructura?
A este respecto yo destacaría probablemente tres áreas específicas. La primera es nuestra concentración en el crecimiento, y específicamente en el del dividendo, que tratamos de extraer de los negocios en los que invertimos. Un objetivo de la estrategia M&G (Lux) Global Listed Infrastructure es elevar la renta que aporta a nuestros partícipes cada año en la divisa base, que para la mayoría de nuestro público es el euro. Esto se logra a través de dividendos crecientes, por supuesto, lo cual solo es posible cuando una empresa tiene los tipos de activos y de oportunidades de crecimiento capaces de impulsar flujos de caja crecientes. Es muy sencillo: en lugar de ser una estrategia más defensiva (el enfoque tradicional en el mundo de la infraestructura), nosotros nos concentramos en el crecimiento, los flujos de caja y los dividendos fiables, consistentes y a largo plazo de los negocios en los que invertimos.
Una segunda diferencia es el alcance y la amplitud de aquello en lo que invertimos. Creo que, históricamente, la mayoría de los inversores en infraestructura se han concentrado en infraestructura “básica” o “tradicional”. Nosotros también lo hacemos, obviamente: la mayor parte de nuestra exposición se centra en utilities, infraestructura de transporte y energía. Dicho esto, ampliamos el conjunto de oportunidades para nuestros inversores a la infraestructura social, la cual ha sido increíblemente importante en el último año y medio. Algunos ejemplos son la infraestructura educativa, cívica y hospitalaria (incluida la asistencia sanitaria primaria), que representan un elemento muy defensivo de la estrategia.
En tercer lugar, hemos añadido lo que llamamos “infraestructura en evolución”, los activos físicos necesarios para el mundo cada vez más digital en el que vivimos. La he mencionado antes: torres de telefonía móvil, centros de datos, redes de fibra óptica, etc. Sin este tipo de activos de infraestructura digital, no podríamos acceder a internet, ni realizar llamadas por Zoom, etc.
Aunar estos tres elementos también nos aporta cierta diversificación en el sector, porque no todos estos segmentos y áreas se mueven del mismo modo al mismo tiempo: tienen distintos entornos de mercado, y nos hemos beneficiado de ello.
El último aspecto a destacar es la integración de ESG. Aquí examinamos en detalle la sostenibilidad de los activos subyacentes y los equipos directivos que los gestionan para asegurarnos de que los flujos de caja que tratamos de hacer crecer con el tiempo acaban materializándose. Esto es especialmente así en el largo plazo, ya que tenemos un horizonte de inversión muy a futuro.
¿Por qué es ESG tan importante para la infraestructura cotizada?
Para nuestra estrategia, se trata de la naturaleza de la clase de activos. Invertimos en activos reales, fijos e inmóviles en manos de los negocios que mantenemos en cartera. Además de tener impacto, están a la vez expuestos a impacto potencial, por ejemplo a desastres relacionados con el cambio climático como inundaciones, tormentas o incendios, que representan un riesgo para estos activos. Por otra parte, pueden convertirse en activos varados (obsoletos) por un motivo u otro, en función de para qué se utilicen. Así, nuestro enfoque diferenciado consiste en examinar la sostenibilidad de los activos y, por supuesto, de las compañías: ese es el elemento de gobierno, el impacto social de dichos activos y cualquier riesgo al que puedan estar expuestos. Obviamente, los riesgos de este tipo tienen implicaciones financieras. Nuestro objetivo es proteger a nuestros inversores y a su capital. Así es como está estructurado nuestro enfoque ESG para la estrategia.
¿Cómo afecta la inflación a la clase de activos?
Esta pregunta es complicada, porque depende de cuándo, de cómo y de qué forma. Muy a menudo, los temores inflacionarios se manifiestan en compañías de infraestructura cotizada desde un punto de vista de sentimiento. Es el vínculo histórico entre el riesgo de inflación y los negocios sensibles a los tipos de interés, pues todas las empresas en las que invertimos reparten dividendos. Esto nos suele aportar oportunidades maravillosas, porque nuestra protección final y cobertura frente a la inflación en este fondo es lo que comentaba antes: su concentración en el crecimiento. En mi opinión, el crecimiento es la mejor cobertura frente al riesgo de inflación. Si examinamos el tipo de negocios en los que invertimos y de dónde procede su crecimiento, uno concluye rápidamente que la combinación de crecimiento e inflación (incluso si se traduce en mayores tipos de interés) puede beneficiar a estas compañías. Tomemos como ejemplo un negocio de infraestructura de autopistas de peaje; lo que necesita este activo es crecimiento, recuperación, tráfico de pasajeros y de mercancías, etc. La inflación permite al negocio elevar sus peajes.
El resultado es el efecto en que la sensibilidad económica, el crecimiento, la inflación e incluso el mayor precio del dinero pueden redundar positivamente en estas empresas. Yo diría que en torno a dos tercios de nuestra cartera tiene algún tipo de vínculo con la inflación en términos de protección. A veces es explícitamente contractual, como en la infraestructura social, y en otros casos es menos directa, como ocurre con ciertos negocios de infraestructura económica. Puede incluso tratarse de vínculos con las materias primas, por ejemplo, con infraestructura que sirve a negocios productores de recursos.
Información importante:
Estas inversiones brindan protección en el marco de la estrategia. Perseguimos un crecimiento del dividendo superior a la tasa de inflación media de los países del G7, y así es como tratamos de proteger a nuestros inversores de la erosión de la rentabilidad que puede conllevar la inflación.
El valor y los ingresos de los activos del fondo podrían tanto aumentar como disminuir, lo cual provocará que el valor de su inversión se reduzca o se incremente. No puede garantizarse que el fondo alcance su objetivo, y es posible que no recupere la cantidad invertida inicialmente.
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