La pandemia del coronavirus ha barrido los mercados: la mayoría de los activos globales han sido víctimas del desplome de la confianza de los inversores. A principios de 2020 se produjo una de las olas de ventas en los mercados más virulentas de la historia. Además, los gobiernos y bancos centrales aprobaron al unísono medidas de estímulo económico sin precedentes en todo el mundo.
Richard Woolnough y Stefan Isaacs, gestores de fondos en el equipo de Renta Fija de M&G Investments, comentan sus perspectivas sobre la economía global y los mercados de bonos.
¿Cómo se comportó el mercado de bonos durante los primeros meses del 2020?
Woolnough: Gobiernos de todo el mundo han reaccionado de forma comprensible a la pandemia, ordenando a los ciudadanos que restrinjan su actividad diaria. En la práctica, esto supone una paralización del consumo y ha provocado inevitablemente un desplome de la actividad económica. La preocupación por los efectos en las compañías de esta recesión relacionada con la necesidad de quedarse en casa ha provocado fluctuaciones espectaculares en los mercados de bonos corporativos. La volatilidad de los precios ha alcanzado niveles superiores incluso a los de la crisis financiera global de 2008-2009.
Isaacs: Todos los activos de riesgo se vieron arrastrados por la ola de ventas, incluso los bonos corporativos de grado de inversión. La diferencia entre las rentabilidades (TIR) de los bonos de grado de inversión y las de los bonos de gobierno core ―que se consideran activos «refugio seguro» en tiempos de tensión en los mercados― se amplió a su mayor nivel desde la crisis financiera global. E igual sucedió con los bonos corporativos high yield, que son los emitidos por las compañías que se considera tienen más probabilidades de incurrir en impago.
¿Dónde veis oportunidades ahora?
Woolnough: Cuando los mercados fluctúan como lo han hecho, pueden producirse desajustes en los precios de bonos similares. Como es lógico, las anomalías pueden generar oportunidades de valor para los inversores activos en bonos. Por ejemplo, cuando las compañías emiten nuevos bonos con descuento de precio (o prima de rentabilidad) con respecto a bonos comparables suyos ya en circulación, podría haber oportunidades atractivas para los inversores a largo plazo.
Isaacs: Hemos visto oportunidades así en el grado de inversión. Si se confía en que una compañía que emite bonos puede pagar sus cupones durante la vigencia del bono y podrá devolver el capital del bono cuando este venza, poder comprar la deuda de la compañía a precio de descuento podría ser una oportunidad única.
Por supuesto, debemos estar atentos a los riesgos, sobre todo entre emisores high yield que pueden tener más deuda o estar más amenazados por la crisis económica. En este contexto, algunas compañías sufrirán fuertes tensiones y, como es lógico, las tasas de impago aumentarán. Sin embargo, a menos que creamos que más compañías incurrirán en el impago de su deuda como nunca antes en la historia, los bonos high yield sufrieron ventas en cierto modo excesivas.
Woolnough: Creo que los inversores también deberían verse alentados por el respaldo que los bancos centrales y los gobiernos han prometido para apuntalar sus economías. Sí, estamos viendo una fuerte caída de la actividad económica que perjudicará a los negocios, pero gracias a las ayudas los daños serán limitados.
¿Cuáles podrían ser las consecuencias a largo plazo de la crisis?
Woolnough: Tendrá que pasar tiempo para que podamos entender totalmente las repercusiones económicas a largo plazo del virus, sobre todo porque, a la larga, dependerá de lo prolongado y perjudicial que sea este periodo de confinamiento. Sin embargo, hay dos consecuencias sociales y políticas importantes a largo plazo de las que podemos estar más o menos seguros.
En primer lugar, va a ver un claro giro hacia una sociedad más solidaria, al menos en las economías desarrolladas. Las compañías están cambiando su comportamiento, pues desean mantener a sus empleados en lugar de despedirlos. Creo que el paso hacia la responsabilidad social corporativa perdurará mucho más allá de esta crisis, y es algo positivo. Una mayor responsabilidad social corporativa será algo positivo para las economías a largo plazo.
En segundo lugar, algo más preocupante, vemos un aislamiento cada vez mayor de los países. Incluso antes de iniciar este periodo de confinamiento en todo el mundo, vimos como aumentaba el tono nacionalista en los discursos de las elecciones, por ejemplo en el Reino Unido y EE.UU. Esta pandemia sirve como pretexto a los países para un mayor nacionalismo. Que el aislamiento se traduzca en un cambio más permanente que determine la economía global dependerá del ciclo electoral y los resultados de las próximas elecciones, sobre todo las que tendrán lugar en EE.UU. a finales de 2020.
Información importante:
Las rentabilidades pasadas no son un indicativo de las rentabilidades futuras. El valor de los activos del fondo podrían tanto aumentar como disminuir, lo cual provocará que el valor de su inversión se reduzca o se incremente. Es posible que no recupere la cantidad invertida inicialmente. Los puntos de vista expresados en este documento no deben considerarse como una recomendación, asesoramiento o previsión.
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