Thomas Delabre, gestor de mercados emergentes en H2O Asset Management, filial de Natixis Global Asset Management, considera que México es uno de los países con las valoraciones más atractivas. En su opinión, el país azteca atraviesa un camino mucho más fuerte. «Las valoraciones son más atractivas a la vez que los inversionistas han vendido activos mexicanos durante los días anteriores a la elección de Trump. El acumulado se ha incrementado significativamente, de 2,5% el año pasado a 7%, ya que el banco central aumentó las tasas», comenta.
En general, su visión se ha vuelto más constructiva hacia los mercados emergentes. Menciona que ya hubo un gran ajuste en los mercados, principalmente impulsado por China, que inició en 2011-2012, y que fue el inicio de la desaceleración del crecimiento en China. «Básicamente, pasó de un rango de crecimiento anual de 10-11% a 6-6,5%. Por lo que vimos un gran ajuste que duró de 4 a 5 años y arrastró a los precios de las materias primas y eventualmente, tuvimos que darnos cuenta que los mercados emergentes sienten el impacto de dos factores: el crecimiento de China y las materias primas, aunque tenemos algunos casos interesantes como el de Brasil, Venezuela, Indonesia…Tuvimos también un gran ajuste que obligó a países como Brasil a caer en recesión, y el crecimiento de Asia también se desaceleró … También tuvimos lo que llamamos la liquidez global del dólar: los mercados emergentes necesitan dólares para crecer (flujo de capital), y cuando esto resultó un factor negativo, nos volvimos pesimistas».
Sin embargo, considera que para finales de 2015 se llegó al punto máximo de este ajuste. «La atención ya no se enfocaba en los emergentes, las divisas se habían depreciado mucho, los precios del petróleo que venían desde un 125. Por lo que, en enero de 2016, pensamos que estábamos llegando a un punto de quiebre. No es que viéramos un nuevo auge como en el año 2000, pero estábamos por llegar al tipo de punto donde sabíamos que era el momento oportuno para comprar. Aunque nos mantenemos en alerta, porque no estamos en un momento en el que los emergentes van a crecer mucho más rápido o a un ritmo similar al que lo hicieron antes, con un 10-15% al año en promedio para los siguientes cinco años. Esto va a ser disparejo y lleno de retos, porque China no se va a recuperar en términos estructurales, y los precios de las materias primas no van a repuntar».
Respecto a las políticas de Donald Trump el directivo considera estas tengan un efecto considerable a largo plazo. «La razón es que un sólido estímulo fiscal debería ser eventualmente positivo para el crecimiento y negativo para el rendimiento de EEUU. La Fed debería elevar más las tasas y las expectativas del mercado. En general, las tasas de interés más altas en EEUU no son positivas para los mercados emergentes o la renta fija en la primera fase del ciclo de aumentos. La elección de Trump no cambió nuestra visión de la Fed, sino que marginalmente la reforzó. Por consiguiente, los mercados emergentes se benefician con la globalización y el aumento del intercambio comercial global. Una vez más, al margen, Trump promueve más proteccionismo que eventualmente no alentará al comercio mundial. Con todo, la elección de Trump ha reforzado nuestra opinión cautelosa acerca de la duración de EEUU, principalmente al extremo más bajo de la curva, si bien el tema de la deflación se concentra en su mayoría en EEUU y Europa. Los mercados emergentes han atravesado una fase de macro-estabilización y una recuperación cíclica que deberá perder impulso a corto plazo», concluye.