Desde la década de los 60, la robótica se ha ido introduciendo rápidamente en en las industrias, con innovaciones cada vez más disruptivas. De hecho el desarrollo de la inteligencia artificial ya implica interacción con humanos y sus perspectivas de crecimiento son cada vez más atractivas para los inversores.
En 2009 se vendieron 60.000 robots en el mundo y en 2015 cuatro veces más. Para 2019 la Federación Internacional de Robótica predice que haya 2,6 millones de robots industriales instalados globalmente, un millón más que en 2015.
“Estamos al principio de la democratización de los sistemas robóticos. Hay varias mega-tendencias que proporcionan soporte a la expansión de esta industria. Una es demográfica, pues a medida que las tasas de natalidad caen y las poblaciones envejecen es preciso aumentar la productividad. Precisamente este es uno de los objetivos del programa ‘Made in China 2025’”, explica Karen Kharmandarian, gestor de la estrategia Pictet Robotics.
Hay que tener en cuenta que el país se enfrenta a una población más educada que no desea trabajar en cadenas industriales mientras los salarios han aumentado 12% anualmente desde 2001. Además China quiere reducir la dependencia de la compra de robots y componentes en el extranjero. Así que muchas empresas chinas se han embarcado en el desarrollo de la robótica para obtener subvenciones públicas, explica el gestor de Pictet, que recuerda que la robótica e inteligencia artificial pueden desempeñar un papel importante en el cuidado de los ancianos.
La segunda revolución que se está produciendo en la industria es que el aumento del poder de cálculo, algoritmos e inteligencia artificial vienen acompañados de menores costos y una nueva generación robots de más pequeños, seguros y autónomos, con aplicaciones más allá de los sectores tradicionales de automoción e industrias, en agricultura, logística, educación y finanzas.
Diversas aplicaciones
Kharmandarian recuerda que la automatización, ante recursos cada vez más escasos, puede favorecer la sostenibilidad y reducir la huella de carbono.
“Los segmentos de mayor potencial en la parte industrial son los robots colaborativos, mucho más flexibles y capaces de trabajar con humanos, que pueden automatizar los procesos de producción de pequeñas y medianas compañías. En logística la automatización facilita el rápido desarrollo de plataformas de comercio electrónico, reduciendo costes y tiempos de entrega”, cuenta Kharmandarian.
En el campo de la salud, la inteligencia artificial se aplicará al diagnóstico y automatización de análisis laboratorios y secuenciación de ADN, rebajando los costes de los tratamientos a medida, tal y como hace ya Hologic. Otro ejemplo que pone el gestor de Pictet es Intuitive Surgical, un cuasi-monopolio en robots quirúrgicos, creado en 1999, y que ya está valorada en 26.000 millones de dólares.
“Al mismo tiempo los avances en comprensión del lenguaje natural y su generación cambiarán la forma de interactuar los próximos tres años, con asistentes personales ‘inteligentes’ como Siri de Apple que pronto sustituirán a los smartphones. A ello se añade las tecnologías de apoyo, con sistemas de visión artificial –donde destaca la empresa estadounidense Cognex y su homólogo japonés Keyence- y comprensión y generación de lenguaje -donde destaca Nuance Communications”, afirma.
En el cuarto trimestre las noticias relacionadas con robótica han seguido siendo positivas, con esfuerzos significativos en vehículos autónomos de empresas tradicionales y nuevas, en lucha por el liderazgo tecnológico. El fondo se ha beneficiado de que Mentor Graphics haya sido objeto de oferta por Siemens. Otras acciones que se han comportado bien recientemente incluyen Cognex, Teradyne, IPG Photonics, Siemens e iRobot.
“De Cara a 2017 mantenemos cautela respecto a segmentos más cíclicos, pues hay riesgo de decepción a corto plazo por desconexión entre expectativas y valoraciones. En concreto las acciones de segmentos industriales están valoradas atractivamente en Europa, pero parecen caras en otros mercados y las tecnológicas más atractivas fuera de Europa, donde las de software cotizan en máximos. De hecho hemos usado las fuertes entradas para centrarnos más en empresas generadoras de efectivo estable con valoraciones atractivas o catalizadores positivos a corto plazo”, concluye.