No hay duda de que 2018 fue un año difícil para China. En materia de política económica, sus responsables tuvieron que lidiar con los problemas de la deuda y los aranceles que la guerra comercial con Estados Unidos ha ido generando. Esto ha creado un contexto en el que el default corporativo aumentó, la banca sufrió y el crecimiento del crédito se contrajo.
Según explica Chanchal Samadder, responsable de Estrategia de Renta Variable de Lyxor ETF, para aliviar la carga que supone para el sector privado la falta repentina de liquidez, se ha diseñado una política específica de reducción de impuestos en vez de recurrir al desarrollo de grandes planes de infraestructuras, tal y como ya vimos en 2008 y 2015. “El daño causado por las tensiones comerciales se ha materializado en la última parte de 2018 debido a que el comercio cayó y la inversión en vivienda se frenó”, afirma.
Su preocupación es que China caiga en una mayor desaceleración a lo largo del primer semestre de 2019. “No solo son las tensiones comerciales, aunque las perspectivas de un acuerdo temporal o una tregua prolongada parezcan mayores; el verdadero desafío es encontrar una solución duradera y compatible con la ineludible rivalidad que hay, a largo plazo, entre Estados Unidos y China. El crecimiento debería estabilizarse en la segunda mitad del año, porque tendrán efecto las ayudas puestas en marcha”, sostiene el responsable de Estrategia de Renta Variable de Lyxor ETF.
En este sentido, su previsión es que el PBOC baje las tasas de los préstamos interbancarios y reduzca de nuevo los requisitos de reserva de los bancos, lo que debería liberar dinero para nuevos préstamos en el sector privado. “China también se apega a una estrategia de reducción de impuestos a gran escala, implementada por primera vez el año pasado. Para este año, los detalles de este programa se anunciarán en marzo y podrían alcanzar los 1,5 billones de yuanes. El gobierno también ha apuntado que habrá más exenciones fiscales para las pequeñas y medianas empresas”, añade.
De cara a 2019, Samadder reconoce que el mercado no está en una situación similar a 2008, pero las acciones chinas se mantienen muy por debajo de lo que marca su promedio a largo plazo. “De hecho, las valoraciones en renta variable han vuelto a los niveles de 2014 y muchas empresas nacionales chinas ya han advertido sobre sus menores ganancias. En los mercados cotizados, las expectativas de ganancias muestran un crecimiento bajo y de dos dígitos, tanto para los valores onshore como offshore, del 13,6% y del 12%, respectivamente, para los índices compuestos MSCI China y Shanghai”, explica.
Sin embargo, en su opinión, esto no se traducirá en un deterioro constante. “Sospechamos que la peor parte ya se ha incluido en las valoraciones y que el estímulo dirigido (reducción de impuestos, regulaciones más laxas para el trading de márgenes) ha puesto un suelo a la baja de las calificaciones”, matiza.
China: demasiado grande para ignorarla
En lo que coinciden la mayoría de los gestores de renta variable es que China es un mercado muy grande como para ignorarlo y su mercado tiene más peso que la propia ponderación que tiene el país en los índices globales. De hecho, en 2018, las entradas de no residentes se recuperaron hasta casi regresar a la tendencia alcista a largo plazo que se venía registrando, gracias a un repunte de la deuda bancaria externa y fuertes entradas de cartera facilitadas por la apertura acelerada de los mercados de capital nacionales.
China atrajo 50.000 millones de dólares en entradas de capital y 103.000 millones de dólares de entradas en bonos, durante los tres primeros trimestres del año pasado, superando las cifras de 2017 y a pesar de un contexto de desaceleración económica y depreciación de su moneda. “La apertura del mercado de capitales por vía rápida fue el ingrediente crucial. Es probable que las entradas de la cartera se mantengan de nuevo sólidas este año, en especial respecto al MSCI que probablemente cuadruplique la tasa de inclusión de las acciones A de China en su índice de referencia de mercados emergentes, el MSCI Emerging Markets Index”, aclara Samadder.
En total, las acciones de China A deberían representar alrededor del 15% del índice. Mientras tanto, FTSE incluirá a China en sus índices de mercados emergentes por primera vez, lo cual considera que debería ayudar también a impulsar las inversiones de la cartera por unos años más.
Un mercado disruptivo
Otro de los motivos que hacen de China un mercado ineludible es que se ha convertido en el centro de las grandes compañías tecnológicas. Según el informe de tendencias elaborado por Kleiner Perkins en 2018, nueve de las 20 empresas de internet más importantes del mundo (según la valoración del mercado) son chinas.
“En el mercado cotizado, las acciones tecnológicas de China tienen una ponderación en los índices globales que es dos veces más alta que los sectores tecnológicos de Japón y Europa juntos. Las acciones tecnológicas de China incluso se han vuelto más grandes que las de Corea, Taiwán e India combinadas, según los datos de MSCI. Desde nuestro punto de vista, si se quiere capturar las oportunidades que ofrecen, no hay mejor índice que el MSCI China”, sostiene Samadder.
En este sentido, Lyxor ETF materializa su visión sobre las oportunidades que representa China en su ETF Lyxor MSCI China UCITS. “Con un TER de solo el 0,30%, es el ETF de capital chino más barato que puede comprar”, concluye Samadder.