La modernización del mundo del transporte es un elemento quE se muestra muy presente en el panorama económico y político de la región latinoamericana. Así, no es extraño encontrarse con iniciativas como la protagonizada por Argentina, cuyo sistema ferroviario recibió hace apenas unas semanas una inversión de 600 millones de dólares por parte de El Banco Mundial destinada a renovar la línea ferroviaria Belgrano Sur, acción que reitera los deseos del organismo por renovar el transporte viario en la área metropolitana bonaerense, y es que la línea Mitre ya fue renovada con capital de este mismo organismo hace algunos años.
El panorama de movilidad en América Latina
Diversos informes del CEPAL recogen que, en los últimos años, “América Latina ha pasado de la aplicación extrema de liberalización de los mercados de servicios de transporte público de pasajeros entre la década de 1980 y 1990; a la puesta en marcha de soluciones tecnológicas de transporte público masivo autóctonas, como los BRT´s, como estrategia de mejora con recursos escasos (de inversión pública y tecnológicos)”.
La experiencia que surge tras esta transformación ha sido algo muy valioso para todo el planeta, ya que, tras el éxito de estos BRTs en la región (Bus Rapid Transit, líneas de autobús que transitan en una velocidad similar al metro por la superficie metropolitana mediante vías reservadas, en muchas ocasiones) se ha motivado su imitación es otras partes del mundo.
Los peligros de una región cuyo 36% de gases invernadero provienen del sector transporte son bien advertidos por organismo internacionales como el Banco Interurbano de Desarrollo, que ya ha trabajado para modernizar el sector del transporte en 19 países a través de 51 iniciativas, 6 de ellas regionales, mediante proyectos que abarcan desde la fase de estudio y viabilidad inicial, hasta la inversión e implementación final, según sus propios datos, promoviendo la modernización del mundo del transporte en la región hacia modelos más respetuosos con el medio ambiente y los objetivos 20/30.
Según un informe del citado organismo, América Latina y el Caribe tiene tendencias que comprometen el futuro sostenible del transporte en las ciudades de la región. Se prevé que las tasas de motorización aumenten en casi un 40% y lleguen a 276 vehículos por cada 1.000 habitantes hacia 2030, esto, junto al crecimiento de la población previsto, un 9% en esta misma fecha y la extensión territorial de las ciudades, hará que la congestión aumente muy rápidamente.
Aunque si se habla de impactos negativos en torno a la motorización urbana, no es necesario recurrir a proyecciones de futuro para constatar lo que ya hoy en día es uno de los principales inconvenientes a la hora de vivir en urbes latinoamericanas: de acuerdo con la base de datos de Resultados de Tráfico 2018 de INRIX, cuatro de las diez ciudades más congestionadas del mundo (cuantificado en horas que un conductor pierde al año por embotellamientos) son de la región: Bogotá (272 horas), Ciudad de México (218 horas), Rio de Janeiro (199) y São Paulo (154).
A todo lo anterior hay que sumar el aumento de demanda de productos de una población cada vez más urbana (el 84% de la población de la región vivirá en ciudades hacia 2030), unido al auge del comercio electrónico (con un crecimiento proyectado del 650% hacia 2030) y las preferencias de los consumidores a favor de envíos más rápidos y pequeños.
Alternativas sostenibles
Pese al pesimismo que podría extraerse en un primer momento de estos datos, hay que tener en cuenta que no toda la región se encuentra sumida en modelos de movilidad caducos y contaminantes, de hecho, países como México se encuentran incluso a la cabeza mundial de la transformación en algunos aspectos: el país azteca es un ejemplo mundial de impulso a la electromovilidad, tal y como sentenció la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) hace meses.
Todo ello sin desdeñar el ahorro público y privado: la construcción y el equipamiento de las líneas 1 y 2 del cablebús de Ciudad de México y la compra de autobuses y trolebuses para modernizar el transporte público ha conseguido, en un marco de legislación que apuesta claramente por la electromovilidad, ahorrar más de 2.000 millones de pesos (más de 100 millones de dólares) mejorando las conexiones de casi medio millón de personas que hasta hace poco tiempo veían sometido su tiempo al embotellamiento, que parece ser un mal ubicuo en las ciudades de la región latinoamericana.
Una transformación necesaria
Lo cierto es que la mayoría de los países de la región no parecer llevar a cabo iniciativas como la de la capital mexicana, de hecho se prevé que, de seguir así, las emisiones de CO₂ generadas por el sector de transportes latinoamericano aumentarán un 25% en diez años, restringiendo la capacidad de los países de América Latina y el Caribe para cumplir con sus compromisos del Acuerdo de París.
Estos datos señalan cada vez más a los distintos organismos públicos, que bien por su gestión en tiempos pasados o por su inoperancia en el presente sostienen una situación en la que, a día de hoy, muchas personas siguen optando por el transporte individual ante un transporte público deficiente, caro y, en muchas situaciones, insuficiente para las necesidades de la ciudadanía. Siguiendo los datos del citado informe del CEPAL, hoy “el costo de utilizar el automóvil es similar al valor de la tarifa del transporte colectivo y el costo de utilizar la motocicleta es un tercio del valor de dicha tarifa”, por tanto, se puede decir que “existe un claro incentivo en optar por los medios de transporte individual escapando del autobús, lo cual es contradictorio con cualquier política de movilidad sostenible”.
Algunos problemas que deberán afrontar las ciudades latinoamericanas para plantar cara a este problema, y hacer mucho más viable la inversión en transporte sostenible, son: el valor de tarifas, las condiciones de operación de los servicios, configuración de un uso exclusivo o preferencial de las vías urbanas, como se mencionó con respecto a los BRTs, las estructuras de costos y el diseño de los recorridos, además de sugerir y propiciar que las empresas tradicionales del sector entiendan la necesaria adaptación de sus modelos de negocio a la nueva filosofía ecoresponsable.
Redactado por Carlos Burgos Retamal.