A pesar de que la inversión en los mercados emergentes continúa siendo estratégica, los fondos soberanos han señalado últimamente los riesgos de esta apuesta. La inestabilidad política, la corrupción, el cambio de regulación y la falta de protección legal, son nombrados a menudo como factores que limitan la llegada de capital a estos mercados. Estos riesgos tienen especial interés para los fondos soberanos, ya que a menudo no se pueden cuantificar y muchas inversiones en mercados emergentes están prohibidas debido a las normativas internas de gestión de riesgos, independientemente del potencial de rentabilidad.
Esto ayuda a explicar por qué las puntuaciones medias disminuyen cuando un inversor de fondos soberanos califican el atractivo de los mercados emergentes, pese a las cifras económicas que arrojan algunos de estos países. Como ejemplo, los expertos de Invesco citan la diferencia que hay para los inversores entre la nota que recibe la evolución de la economía china – 6,9 sobre 10- y el atractivo que tiene para un inversor de fondos soberanos el gigante asiático: obtiene una toma mucho menor de 5,8 sobre 10. También hay descensos comparables para la India, Brasil o Rusia.
El último informe de la firma sobre fondos soberanos, titulado Global Sovereign Asset Management Study 2015, afirma que las inversiones en infraestructuras están ayudando a gestionar el riesgo en los mercados emergentes.
La atracción de los fondos soberanos por las infraestructuras está bien documentada, pues sienten que a través de ella la ventaja competitiva con respecto a la mayoría de los inversores debido a su horizonte de inversión a largo plazo, su capacidad para absorber ofertas de gran tamaño a través de estructuras flexibles de financiación y la capacidad de su red para conocer las ofertas de origen.
Sin embargo, existen dos factores adicionales que hacen especialmente atractivas las inversiones en infraestructuras en los mercados emergentes. En primer lugar, es una inversión que se considera de bajo riesgo en comparación con otras clases de activos: las infraestructuras reducen los riesgos vinculados a la política y a la regulación, y las inversiones a menudo tienen el apoyo del gobierno local. Además muchos de los encuestados por Invesco explicaron que las inversiones conjuntas con otras organizaciones internacionales, tales como gobiernos, bancos de desarrollo y los inversores soberanos añaden credibilidad y ayudan a reducir el riesgo de inversión percibido.
En segundo lugar, la dinámica de la demanda es más atractiva que en las infraestructuras de los mercados desarrollados. Un estudio de McKinsey cuantificó las necesidades de desarrollar nuevas infraestructuras globales en 57 billones de dólares entre 2013 y 2030. El informe estima que el valor de los activos de infraestructuras en Brasil asciende al 53% del PIB, frente a la media del 70% de las economías seleccionadas en el estudio. También esbozó que en este sentido, el gasto de América Latina se sitúa en el 2,3% del PIB, una cifra inferior a la de Estados Unidos, la UE y Japón. “Estas estadísticas se han visto respaldadas por nuestras conversaciones con los fondos soberanos. Los encuestados citaron un gran número de proyectos de infraestructuras de gran envergadura en los mercados emergentes y un fuerte interés de los gobiernos por atraer la inversión de los fondos soberanos”, apunta el informe de Invesco.
A pesar de la fuerte demanda de inversiones en infraestructuras de los mercados emergentes, los fondos soberanos se enfrentan a algunos desafíos. La calidad de la gestión y el seguimiento de las inversiones se cuenta entre las principales preocupaciones, sobre todo en las regiones políticamente más inestables o en países corruptos. El tamaño de la operación y la frecuencia son citados como dos de los obstáculos más grandes para que los fondos soberanos desplieguen activos significativos.