Christine Lagarde, que acaba de asumir la presidencia del Banco Central Europeo (BCE) como sucesora de Mario Draghi, será la encargada los próximos años de diseñar la política monetaria del bloque para hacer frente a la continua desaceleración del crecimiento económico en la Eurozona y la ausencia total de presiones inflacionistas subyacentes.
Paul Diggle, economista senior de Aberdeen Standard Investments, considera a la ex directora gerente del FMI y ex ministra de Finanzas francesa como una excelente presidenta para el BCE, que contará con el apoyo de la entidad europea aunque no sea una economista formalmente titulada. La principal barrera que se interpone en su camino con “los gobiernos nacionales”, opina.
“Sus declaraciones anteriores sobre política monetaria sugieren que se mueve en una dirección más bien dovish. Ha sido partidaria de la flexibilización cuantitativa (QE) que el BCE ha reanudado recientemente. Y bajo su supervisión, el FMI ha apoyado ampliamente los tipos de interés negativos, aunque es consciente del potencial de desestabilización financiera que también traen consigo unos tipos excesivamente negativos”, subraya Diggle.
Es por ello que es de esperar que el BCE siga recortando tipos durante su mandato. Sin embargo, Diggle apunta que “con tipos ya tan bajos, la política monetaria no puede sacar a la economía de la Eurozona de su depresión por sí sola”, por lo que el bloque de la moneda única necesita que los gobiernos “busquen el estímulo fiscal, emprendan profundas reformas estructurales y promuevan la agenda de la integración europea”.
También Thomas Meier, gestor de fondos en MainFirst Asset Management, asume que no se producirán cambios inminentes en la política monetaria del BCE. Los inversores deberían esperar que los tipos se mantengan bajos durante los próximos años. “En Europa debemos adaptarnos a las condiciones japonesas”, dice Meier.
Cuando el Banco Central de Japón redujo gradualmente sus tipos de interés en los años noventa, muchos observadores del mercado asumieron que la medida sería temporal. Sin embargo, dado que la elevada carga de la deuda japonesa está frenando el desarrollo económico y la inflación a largo plazo, el BoJ (Bank of Japan) ha mantenido sus tipos de interés cerca de cero durante más de 20 años. Esta evolución es también un escenario realista para Europa. “Actualmente estamos experimentando una japonización en Europa”, enfatiza Meier.
En su opinión hay tres principales razones que explican la política monetaria expansiva del BCE: el desarrollo demográfico en Europa, con una sociedad en declive y envejecida; el alto nivel de deuda estructural en algunos países de la UE, como Grecia, Italia y Portugal; y la ralentización del crecimiento económico mundial.
Por su parte, Aneeka Gupta, directora asociada de Investigación en WisdomTree, subraya asimismo el papel de la política fiscal de los gobiernos, tal como hizo el propio Draghi en su última conferencia de prensa. “Cada vez es más evidente que la política monetaria en solitario no puede resolver los problemas de Europa. Considerando este debate, creo que papel principal de Christine Lagarde será convencer a los países con superávit presupuestario, como Holanda y Alemania, de que inviertan más en apoyar el crecimiento”.
Existe actualmente una división interna en el BCE al respecto, con disidencia dentro del Consejo de Gobierno sobre la efectividad de las tasas negativas y la reanudación de la flexibilización cuantitativa para mejorar los préstamos bancarios. Se opusieron a las últimas medidas monetarias del BCE los presidentes de los bancos centrales de Francia y Austria, y otro signo de división fue la renuncia inesperada de la alemana Sabine Lautenschlaeger, una halcón monetaria. “En este sentido, Christine Lagarde estará encargada de mejorar la coherencia entre los miembros del Consejo de Gobierno del BCE”, destaca Gupta.
«El crecimiento en la Eurozona sigue siendo frágil, y el margen de maniobra del BCE está fuertemente reducido. La economía necesita inversión», subraya por su parte Stéphane Monier, Chief Investment Officer de Banque Lombard Odier & Cie SA. «Pero la economía también depende de una resolución significativa de la disputa comercial entre China y EE.UU. y del Brexit».