¿Qué impacto tendrá la pandemia en la ISR? Según han coincidido los ponentes de la última jornada de la Semana ISR Spainsif, el COVID-19 pondrá sobre la mesa la importancia de los aspectos sociales, un criterio que hasta ahora había quedado eclipsado por el medioambiental.
Para Isabel Reuss, Global Head of SRI Research en Allianz Global Investors, todo se resume en que veremos dos posturas antagónicas respecto a la ISR: aquellos que quieren ser menos sostenibles y los que sí quieren serlo. “Los primeros son los que han decidido que quieren llegar a una prosperidad económica sin importar cómo. La otra vertiente cree que la pandemia nos da la posibilidad de cambiar a un mundo más sostenible”, explica.
Reuss ha insistido en la importancia de no olvidar que dentro de la inversión sostenible no solo se contemplan aspectos relacionados con el medio ambiente y que la parte social cobra especial relevancia debido a los efectos de la pandemia. En este sentido, considera que la crisis sanitaria ha servido de empujón para crear más conciencia. “Creo que la pandemia ha hecho que la gente que se concentraba solo en el medio ambiente ha visto que tendrá que centrarse en lo social que es lo que más impacto tendrá en este momento”.
Aingeru Sorarrain, Senior Fund Manager en Kutxabank Gestión SGIIC, coincide con Reuss y considera que el COVID-19 acelerará el ritmo de emisiones de bonos sociales, al mismo tiempo que defiende que la crisis del coronavirus no ha traído nuevas tendencias, sino que ha acelerado las existentes. “Posiblemente, dadas las circunstancias que hay, más en la parte social que en la verde”, aclara. Sin embargo, ha alertado de los peligros a los que nos podemos enfrentar con la ISR, entre los que identifica el “greenwashing”, donde aconseja ser “especialmente cautos”. “No es suficiente analizar las características de esta emisión, también hay que pensar quién emite ese bono. La compañía, por ejemplo, puede ser un desastre en términos de gobernanza”, expresa.
La inversión de impacto solo cubre el 10% de su demanda
Por su parte, Agustín Vitorica, cofundador y co-CEO de Gawa Capital, ha insistido en la necesidad de reinventar la inversión de impacto y movilizar recursos para el cumplimiento de los ODS, objetivos que han de cumplirse antes de 2030. Según ha señalado, la IFC (International Finance Corporation) acaba de publicar un informe que revela que la inversión de impacto solamente cubre el 10% de la demanda potencial que hay para ella en el mundo, por lo que tiene un gran recorrido por delante.
«Se ha calculado que para cumplir los ODS ya existía una brecha de 2,5 billones de dólares anuales de inversión. Lógicamente esa brecha solo podía venir de los mercados de capitales privados. Con el COVID-19, esa brecha se va a ampliar fuertemente, especialmente en los mercados emergentes. De hecho, se ha calculado que se van a añadir otros 500 millones de personas a la extrema pobreza, con lo que se hace especialmente urgente movilizar esa inversión privada», ha explicado.
En este sentido, Sorarrain considera que la ISR irá de la mano de los ODS en su próximo paso. “En su origen la ISR tenía un enfoque ético con criterios de exclusión y el siguiente paso ha sido incorporar el análisis ASG en los procesos de inversión, algo con lo que la estamos convirtiendo en algo bastante gordo. El siguiente paso es hacernos la pregunta de: ¿en qué impacta todo esto?”, explica.
La medición, un obstáculo para la ISR
La inversión socialmente responsable no para de ganar popularidad, sin embargo, según han explicado los ponentes, es bastante difícil acceder a datos fiables con los que definir qué es ISR y qué no lo es. Isabel Reuss admite que ciertos datos pueden llegar a ser muy difíciles de conseguir, sobre todo para las pequeñas y medianas compañías. “Si después de una pandemia les dices que necesitan 300.000 indicadores van a preferir no ser sostenibles. Hay que hacer un compromiso entre lo que le pedimos a las compañías, lo que el regulador quiere y lo que las compañías pueden dar”, demanda.