Como si de un conjuro se tratase, el mercado confía en volver a escuchar ese “whatever it takes”, que en su día pronunció Mario Draghi (ex presidente del BCE) para salvar al euro y al mercado, pero en esta ocasión para aliviar el impacto del coronavirus. Ante un enemigo común, los países del G7 y los bancos centrales, de nuevo, están dispuestos a hacer “magia” para tranquilizar la situación.
Aunque no ha sido una acción coordinada, los ministros de finanzas del G-7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) se han reunido esta semana para analizar y evaluar la situación. «Aunque no concretaron ninguna medida, las siete economías más poderosas del mundo prometieron usar su arsenal monetario y fiscal contra el impacto del coronavirus», señalan los analistas de BancaMarch.
Según señala Esty Dwek, responsable de estrategia de mercados globales de Natixis Investment Managers Solutions, los principales bancos centrales han demostrado su disposición a intervenir si es necesario por lo que “los mercados se han recuperado levemente dada la creciente convicción de que los recortes de tipos están de camino”. Además, indica que hoy el G7 emitirá una declaración conjunta aunque advierte que “no hay indicios de una política coordinada” entre ellos.
Es cierto que después de las pérdidas de la semana pasada, las principales bolsas mundiales se han dado un respiro y vuelto a registrar subidas basándose en la expectativa de los bancos centrales intervengan, o al menos lancen un mensaje que tranquilice las aguas. La primero en hacerlo ha sido la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) que, por sorpresa y a casi dos semanas de su reunión de marzo, ha anunciado un recorte del 0,5% de los tipos de interés de forma urgente. Según ha explicado la institución monetaria, “los fundamentos de la economía estadounidense siguen siendo fuertes. Sin embargo, el coronavirus plantea riesgos en la evolución de la actividad económica».
La decisión ha tomado a la mayoría por sorpresa, ya que los analistas esperaban que este anuncio se hiera a mitad de mes. Lo cierto es que su presidente, Jerome Powell, ya mostró sus intenciones el pasado viernes. “Justo antes de que el mercado cerrase, dijo que el banco central actuaría de manera apropiada, si fuera necesario. Creemos que la Fed anunciará un recorte de tipos en su próxima reunión por precaución y dejará la puerta abierta a realizar nuevos recortes de 50 puntos básicos, según lo vea necesario. Los políticos quieren evitar un endurecimiento más desordenado de las condiciones financieras que podría exacerbar aún más el shock económico”, explican Nicola Mai, responsable de deuda pública y crédito de Europa de PIMCO y Tiffany Wilding, economista de Estados Unidos de PIMCO.
A la decisión de la Fed también se unió ayer el gobierno de Estados Unidos: el Congreso estadounidense aprobó ayer una medida de 8.300 millones de dólares para luchar contra el coronavirus. Esta medida seguirá hoy su trámite habitual y tendrá que ser aprobada también por el Senado. En un principio, el presidente Donald Trump había solicitado públicamente que se tomasen medidas para luchar contra la propagación del coronavirus en Estados Unidos, y había propuesto un plan de 2.500 millones de dólares. En cambio, la medida que se ha aprobado supone más de tres veces lo propuesto por la administración. «El proyecto de ley incluiría fondos previstos para la investigación y desarrollo de vacunas y medicamentos, fondos de apoyo internacional y fondos para apoyar a los gobiernos estatales y locales», matizan los analistas de BancaMarch.
Previsiones sobre el BCE
Desde luego que este apoyo de la Fed pone más presión sobre el Banco Central Europeo (BCE), cuya presidenta Christine Lagarde ya aseguró el lunes que “está listo para tomar medidas apropiadas y específicas”. Según explican los analistas de Monex Europe, “los comentarios de Lagarde se produjeron cuando los mercados bursátiles europeos se estabilizaron junto con sus equivalentes globales después de la carnicería de la semana pasada”, señalan para contextualizar las palabras de Lagarde.
En opinión de Apolline Menut, economista de AXA IM, la situación actual “llevará al BCE a revisar los shocks que están teniendo lugar en el corto plazo”. Si bien, Menut avisa de que lo que la gestora espera del BCE para marzo es “principalmente un mayor énfasis en los riesgos para la economía, pero no cambios significativos en las proyecciones de la entidad”. Lo que haría cambiar el enfoque del BCE sería “un mayor deterioro del panorama económico, la situación en Italia encierra riesgos sustanciales en este sentido, que conduzca a un perfil más en forma de L en el segundo semestre en la actividad económica, en lugar de una recuperación en forma de V, que llevaría al BCE a considerar más estímulos”. Y así ha sido.
Desde Allianz Global Investors señalan que aunque se han tomado algunas medidas para apoyar la actividad, por ejemplo el gobierno central chino ya ha intervenido con medidas de política monetaria y fiscal, existe el temor de que no sean suficientes para hacer repuntar la economía. “Aún puede contarse con la política monetaria de la Reserva Federal (Fed) y el BCE, pero ambos han adoptado una política expansiva desde hace un tiempo, por lo que les queda poco margen de maniobra. Aun así, los mercados monetarios prevén que la Reserva Federal estadounidense efectúe dos bajadas de los tipos de 25 puntos básicos este año”, afirma Hans-Jörg Naumer, director global de Capital Markets y Thematic Research de Allianz GI.
Habrá que esperar hasta el miércoles y jueves de la semana que viene para ver si realmente el BCE cede a la presión. Por el momento, el l grupo de ministros de Economía y Finanzas de la UE anunció ayer que se permitirán desvíos de las reglas fiscales establecidos en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento para «amortiguar las consecuencias económicas del coronavirus». Así lo explicó ayer el presidente del Eurogrupo, Mario Centeno, y afirmó que la duración y extensión del impacto negativo del brote es incierta, que están vigilando muy de cerca la situación y que no escatimarán en esfuerzos para contener el brote.
Bancos centrales asiáticos
No solo los bancos centrales de Estados Unidos y Europa han manifestado su intención de tomar cartas en el asunto, también las principales instituciones monetarias de Asia. En primer lugar el Banco de Japón avanzó ayer que la entidad realizará compras de activos para proporcionar liquidez y garantías de estabilidad al sector financiero.
Por su parte, el Banco Popular de China rebajó el mes pasado los tipos de interés a las entidades que participan en sus operaciones de refinanciación a corto plazo mediante las que ha inyectado 1,2 billones de yuanes (154.477 millones de euros) para paliar el impacto de la epidemia del coronavirus en los mercados, según recoge la agencia EFE.
«En orden de mantener una liquidez razonable y abundante en el sistema bancario y una operativa estable del mercado de divisas durante el periodo de control de la epidemia, el 3 de febrero el BPC llevará a cabo una operación de mercado para inyectar 1,2 billones de yuanes con el fin de garantizar un adecuado suministro de liquidez», explicó el banco central chino.
En opinión de los expertos de PIMCO este movimiento entre los bancos centrales de apoyo a la economía global era de esperar: “Aunque el Banco Popular de China ha recortado los tipos, inyectado liquidez y promulgado medidas específicas para suavizar las perturbaciones de la corriente de efectivo de las empresas y los consumidores, los bancos centrales de los mercados desarrollados no han hecho más que reconocer que los riesgos están aumentando”.
¿Medidas efectivas?
Ahora bien según advierte Olivier de Berranger, director de Gestión de Activos de La Financière de l’Echiquier, «en realidad, un recorte de tipos por parte de los bancos centrales ciertamente no tendría una repercusión clara para las empresas con dificultades, solo relajaría las condiciones financieras. Sin embargo, no mejoraría directamente la situación de las empresas ni de los ciudadanos en crisis. Para ello se necesita un plan de recuperación coordinado a nivel estatal, con el fin de reducir las cargas fiscales de las empresas más afectadas y apoyar, sobre todo, a los hospitales, laboratorios de investigación y servicios de asistencia a los enfermos. Para que esto sea posible, es indispensable que los bancos centrales adopten una actitud acomodaticia».
En este sentido Benjamin Melman, CIO global de Edmond de Rothschild AM, también comparte sus inquietudes sobre hasta qué punto este tipo de medidas por parte de los bancos centrales son realmente efectivas. «No está claro hasta qué punto los bancos centrales están unidos en su enfoque y cuán lejos pueden llegar, ya que no todos tienen el mismo margen de maniobra, pero la Reserva Federal, el mayor jugador, ha recordado ahora a los inversores que significa actuar. Hasta ahora, ha habido pocas promesas fiscales. El gobierno italiano ha anunciado estímulo presupuestario por el equivalente al 0,2% del PIB y Alemania está debatiendo si ir a por estímulos o no», apunta.
Por último, el banco suizo Julius Baer ve “cierto pánico” en la decisión y subraya “hace preguntarse si la Fed sabe algo que nadie más sabe”, al tiempo que considera que, con este recorte, “la Fed está consiguiendo lo contrario de lo que se proponía, que era aliviar las preocupaciones sobre el crecimiento y tranquilizar a los mercados”. Pese a todo, Julius Baer sigue considerando que la crisis del coronavirus será de corta duración: “Causará un daño severo en el primer semestre, pero éste dará paso a una fuerte recuperación en el segundo semestre” y mantiene una visión positiva sobre valores “financieros, cíclicos y tecnológicos”.