Los mercados emergentes han sido una de las áreas más golpeadas por la victoria de Trump, ya que sus conocidos planteamientos proteccionistas podrían dañar las exportaciones de estos países a la mayor economía del mundo. El peso mexicano fue de nuevo la correa de transmisión de ese movimiento inversamente correlacionado que son Trump y los mercados emergentes.
A pesar de este pesimismo, desde Legg Mason destacan que algunos bonos denominados en divisa local y algunas monedas del universo emergente avanzaron, síntoma de la creciente diferenciación que aplican los inversores a una clase de activos que en el pasado se movía casi en bloque. Ponen como ejemplo los tipos de los bonos indios en moneda nacional que cayeron por los escasos lazos del país con EE.UU. y porque su economía está más volcada hacia el mercado interno.
“La rupia india fue una de las pocas monedas que se revalorizaron frente al billete verde. Los tipos de la deuda pública de los países de Europa del Este denominados en moneda nacional también descendieron, ya que la región depende más de Europa que de EE.UU. “, explican en su análisis.
Relajación cuantitativa europea: ¿actuar a la fuerza?
Los rumores sobre una posible ampliación del programa de relajación cuantitativa del Banco Central Europeo (BCE) se multiplicaron tras la victoria de Trump y el euro se revalorizó en primera instancia frente al dólar. Uneuro fuerte hace que los productos europeos sean menos competitivos en el exterior y también entorpece los planes del BCE de estimular la inflación como medio para reactivar el aún renqueante crecimiento europeo.
Según explican en Legg Mason, “EE. UU. es el primer socio comercial de Europa, por lo que un mayor proteccionismo estadounidense podría ser perjudicial para los beneficios de las empresas europeas”. Aunque los inversores comenzaron a descontar un aumento de las previsiones de inflación, algunos observadores del mercado cuestionaron la reacción, argumentando que, si los estímulos monetarios de 2008 y los esfuerzos recientes de los bancos centrales y los gobiernos para dinamizar la economía no han conseguido tirar al alza de los tipos de los bonos, será difícil que lo hagan ahora.
“Por ejemplo, los planes de Trump para aumentar la inversión en infraestructuras podrían toparse con limitaciones presupuestarias. No obstante, el mercado descontaba un aumento de la inflación y una probabilidad del 82% de que la Reserva Federal estadounidense suba los tipos de interés en diciembre, a pesar de la mayor incertidumbre”, afirman desde Legg Mason.
Brexit, Trump… ¿es Italia el siguiente?
La victoria de Trump perjudicó a los bonos europeos, especialmente a los italianos. El país va a celebrar un referéndum sobre sus reformas políticas el 4 de diciembre, que podría verse amenazado por los mismos partidos no tradicionales que se alzaron con la victoria en el referéndum sobre la UE en el Reino Unido y, ahora, en las elecciones estadounidenses.
En su análisis post-electoral, la gestora considera que los mercados perciben en estos momentos que el voto reaccionario es una amenaza para la estabilidad, y eso eleva las primas de riesgo. Los tipos de los bonos italianos a diez años subieron hasta el 1,75%, bastante por encima del 1,27% de los españoles, en lo que supone su mayor diferencia desde 2012.
Gobierno corporativo y sostenibilidad
La elección de Donald Trump plantea una serie de cuestiones que podrían influir en el gobierno y la sostenibilidad de las empresas. Según David Sheasby, responsable de Gobierno Corporativo y Sostenibilidad de Martin Currie, filial de Legg Mason, un aspecto clave tiene que ver con la posición de EE.UU. en materia de cambio climático.
El Acuerdo de París, que fija un plan de acción mundial para limitar el calentamiento del planeta por debajo de 2 grados, se ratificó en noviembre, pero Trump, que es un acérrimo defensor de los combustibles fósiles y tiene intención de reducir al mínimo los costes energéticos para los ciudadanos estadounidenses, ya ha señalado que romperá los compromisos asumidos por EE. UU. “Aunque es más fácil decirlo que hacerlo (el país tendría que esperar tres años para poder desvincularse del acuerdo), sí significa que EE. UU. dejará de ser esa cabeza visible de las iniciativas contra el cambio climático en que lo había convertido su predecesor en el cargo”, comenta Sheasby.
También se plantearán preguntas sobre el futuro de la política tributaria, qué orientación va a imprimirle Trump a la Comisión del Mercado de Valores de EE.UU. (SEC) y las implicaciones generales para el Tribunal Supremo. A juicio de Sheasby, una de las decisiones clave del presidente será el nombramiento de un nuevo miembro del Tribunal Supremo en sustitución de Antonin Scalia, fallecido en febrero.
El alto tribunal tiene potestad para decidir qué es constitucional y qué no lo es y, a pesar de los intentos de Barack Obama, no se ha encontrado un sustituto. Con el nuevo gobierno, es prácticamente seguro que el Tribunal Supremo virará a la derecha”. Además, dado que la retribución es un asunto de gobierno societario cada vez más importante, los comentarios en campaña de Trump criticando los elevados sueldos de los consejeros delegados sugieren que las cosas podrían cambiar en esta área”, concluye.