Si bien es cierto que en el mundo de la inversión no hay certezas, existen algunas áreas en las que se puede tener una fuerte convicción sobre las perspectivas y los consiguientes desafíos para los inversores. Según la opinión de Charles Prideaux, responsable global de productos y soluciones, y Keith Wade, economista jefe de Schroders, resulta evidente que el mundo al que los inversores se han acostumbrado durante los últimos años es muy diferente al que se deberán acostumbrar en los próximos.
Así, los expertos de Schroders han identificado las diferentes fuerzas económicas y disruptivas que creen que conformarán el panorama de inversión de cara al futuro. Estas fuerzas abarcan aspectos demográficos, políticos, medioambientales y tecnológicos que, en la opinión de Schroders, supondrán tanto amenazas como oportunidades para los inversores en la próxima década. Constituyen, por tanto, unas verdades “incuestionables”.
A continuación, un resumen:
Fuerzas económicas
- La confluencia de varios factores dará pie a una ralentización de la economía global durante la próxima década:
- El menor crecimiento de la mano de obra global
- La debilidad del crecimiento de la productividad
- El envejecimiento de la población
- La importancia creciente de China
- Inflación baja
- El nivel de los tipos de interés
Este contexto se ha venido observando desde la crisis financiera global. Los mercados de renta variable y renta fija han registrado una evolución positiva a pesar de los reducidos niveles del crecimiento y de la inflación. Sin embargo, la principal diferencia de cara a los próximos años es que ya no se podrá contar con las ventajas derivadas de las políticas monetarias ultraacomodativas, que fomentaron que los tipos de interés se mantuviesen muy por debajo de la inflación.
En Schroders creen que, a medida que los tipos de interés vuelvan a niveles normales y la expansión cuantitativa (QE) llegue a su fin, los inversores se centrarán más en la fiabilidad de los beneficios empresariales conforme aumente la volatilidad en los mercados. El mero hecho de que el crecimiento del PIB vaya a ralentizarse en el futuro no implica necesariamente que el crecimiento de los beneficios empresariales vaya a ser inferior.
Además, creen que las rentabilidades de los índices del mercado también serán menores. La inversión pasiva (esto es, aquella que consiste en replicar un índice del mercado) difícilmente generará las rentabilidades que los inversores se han acostumbrado a esperar. La implicación es sencilla: en el futuro se necesitará contar con más profesionales de la gestión activa capaces de generar alfa, es decir, batir al mercado.
Fuerzas disruptivas
En la opinión de Schroders, en los próximos años se observarán tendencias disruptivas en diferentes ámbitos.
- Disrupción del mercado
Los bancos seguramente desempeñarán un discreto papel a la hora de financiar la actividad económica, y otras formas de financiación adquirirán mayor relevancia. Se prevé un crecimiento de los mercados de deuda corporativa, de capital riesgo y de los métodos alternativos, como los préstamos entre particulares y el crowdfunding.
Otros bancos centrales probablemente seguirán el ejemplo de EE. UU. a la hora de reducir gradualmente los activos de sus balances. La adquisición de esos activos se llevó a cabo a través de los programas de expansión cuantitativa: una medida implementada para atajar los efectos de la crisis financiera. Su retirada incrementará la oferta de deuda pública y corporativa para el sector privado, lo que debería ser bien acogido por los inversores, en vista de la escasez actual de estos activos —teóricamente seguros—y del mayor número de ahorradores próximos a la jubilación que buscan inversiones que les puedan ofrecer mayor seguridad financiera.
- Disrupción tecnológica
La tecnología genera desafíos únicos para los inversores, dado que tiende a transformar los modelos de negocios actuales y crear ganadores y perdedores. Decantarse claramente por las firmas que apuestan por el progreso tecnológico seguirá resultando imprescindible para obtener rentabilidades de la inversión.
La tecnología puede incrementar la eficiencia en los procesos productivos, pero también puede conllevar un aumento del número de empleos sustituidos conforme los empleos tradicionales vayan cayendo en la obsolescencia. El creciente uso de la robótica y la IA (inteligencia artificial) afectará a una gama de profesiones más amplia, lo que podría agravar los problemas de desigualdad y, posiblemente, conllevar una disrupción política aún más marcada.
- Disrupción medioambiental
Las perspectivas de Schroders para el futuro se complican debido al incremento de las tensiones entre la economía real y el entorno natural, especialmente por el cambio climático. Este desafío se ha gestado durante siglos, pero la aplicación de medidas correctivas deberá ser mucho más rápida para evitar las consecuencias más graves de este fenómeno.
La falta de evaluación de los daños medioambientales tendrá severas consecuencias económicas y sociales. Si bien la inacción implica importantes riesgos a largo plazo, las medidas para evitar los efectos más graves del cambio climático también tendrán que ser necesariamente disruptivas.
- Disrupción política
Las perspectivas económicas lastrarán las finanzas públicas, al tiempo que el envejecimiento de la población conllevará un incremento del gasto en pensiones y de la demanda de atención sanitaria. Los gobiernos tendrán cada vez más dificultades para cumplir las expectativas de sus votantes, lo que podría alimentar los movimientos populistas.
Las personas también se verán más presionadas. Las dificultades de los gobiernos obligarán a las personas a asumir una mayor responsabilidad individual a la hora de financiar su jubilación y su atención sanitaria.
El auge del populismo acarreará un incremento de la complejidad en la esfera política. El surgimiento de políticas para mitigar los efectos de la globalización a través de restricciones sobre el comercio, la inmigración y los flujos de capitales resulta cada vez más probable.
En resumen, tras casi una década de sólidas rentabilidades, muchos inversores han adoptado una actitud complaciente respecto de las perspectivas. Esta valoración sugiere que, en el marco de un contexto futuro más complejo, factores como la asignación de activos, el acceso a múltiples fuentes de rentabilidad, la selección activa de valores y la gestión del riesgo resultarán fundamentales de cara a cumplir los objetivos de los inversores durante la próxima década.
A medida que se acerca la próxima fase de la era posterior a la crisis financiera global, las verdades incuestionables pueden contribuir a guiar a los inversores en un periodo de disrupción sin precedentes.
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