Cuando Abanca hizo su peculiar oferta por Liberbank en febrero, se pensó que Liberbank y Unicaja estaban a punto de cerrar sus negociaciones en curso. Esas conversaciones colapsaron 12 semanas después. Sin embargo, la lógica estratégica de las fusiones bancarias regionales sigue vigente.
Los ejecutivos de Unicaja y Liberbank habrían llegado incluso a reunirse con funcionarios del BCE para ponerlos al tanto de la situación, lo que parece indicar que estaban a punto de cerrar un acuerdo. «Los dos bancos habrían sido una buena combinación para crear beneficios de escala y construir una franquicia consistente en el oeste de España», comenta Marco Troiano, subdirector del equipo de instituciones financieras de Scope Ratings.
Unicaja tiene cuotas de mercado de dos dígitos en Andalucía y Castilla y León, mientras que Liberbank tiene una buena posición en las regiones del norte, en Asturias y Cantabria, y en la zona central, en Castilla la Mancha.
Sin embargo, las dos partes no pudieron llegar a un acuerdo sobre la ratio de canje de acciones, por lo que anunciaron el cese de las conversaciones el 14 de mayo. Unicaja, el socio más grande, se había mantenido firme al exigir el 60% de la entidad combinada, mientras que Liberbank quería restringir la participación de Unicaja a un rango de entre el 55% y el 58%.
De haberse fusionado, los dos bancos habrían creado el sexto mayor banco de España, con unos activos cercanos a los 100.000 millones de euros (Unicaja tenía unos activos totales de 57.500 millones de euros a finales de año; Liberbank, 39.200 millones de euros). «Tal vez lo más importante desde una perspectiva sistémica, es que, al crear un banco de tal escala, la unión Unicaja-Liberbank habría sido un impulsor viable de una mayor consolidación en el futuro para crear una franquicia nacional fuerte», afirma Troiano.
Paisaje desigual
España ha experimentado una gran consolidación en la última década, pero el paisaje sigue siendo muy desigual. Los bancos regionales compiten con bancos como Santander, BBVA y Caixabank, que ofrecen una gama completa de servicios de banca minorista y de consumo, banca corporativa y de inversión, seguros y gestión de patrimonios con una fuerte distribución multicanal.
«Esta ha sido una oportunidad perdida para ganar escala. Los grandes actores fortalecieron materialmente sus franquicias físicas, generalmente mediante la adquisición de bancos en dificultades durante la crisis. Se ha dejado a los bancos regionales en un segundo plano y les será difícil competir con las instituciones más grandes. Actualmente tienen marcas bien establecidas a nivel local, pero el riesgo es que éstas se erosionen a medida que la competencia digital crece. La falta de escala puede ser una desventaja cuando se necesita invertir en tecnología», asegura Troiano.
Según el experto, los beneficios del tamaño para acelerar y ampliar las inversiones digitales son, sin duda, impulsores más importantes de la consolidación regional que la reducción de costes, que es limitada dada la falta de superposición de la cobertura de las sucursales a nivel regional. Y a medida que Europa se enfrenta a un ciclo de tipos de interés bajos a más largo plazo, a las entidades autónomas más pequeñas les resultará más difícil superar los efectos negativos de los bajos márgenes de interés netos en la rentabilidad.
«No hemos visto el final del ciclo español de fusiones y adquisiciones. Unicaja y Liberbank siguen en juego, al igual que Abanca e Ibercaja. Bankia y Sabadell también podrían participar», concluye Troiano.