La sombra de una posible moción de censura a la actual primera ministra del Reino Unido, Theresa May, ha planeado durante la toda la semana aumentando la inestabilidad en la política británica, llevando al gobierno de May a una crisis y arrojando más dudas sobre si logrará los apoyos suficientes como para ratificar en el parlamento el borrador del acuerdo del Brexit.
El parlamento del Reino Unido votará sobre el acuerdo el próximo mes. De hecho, el texto solo pospone las decisiones clave, incluida la frontera con Irlanda del Norte, que parece inaceptable para una parte de la mayoría. Esta semana tan crítica para May y el Reino Unido no ha terminado, sino que aún queda la reunión extraordinaria del Consejo Europea este domingo 26 de noviembre para que los dirigentes de la UE-27 refrenden el acuerdo de retirada del Reino Unido.
En opinión de Axel Botte, del equipo de estrategia de Ostrum AM (afiliada a Natixis IM), el Brexit es un tren a punto de descarrilar que solo transmite volatilidad al mercado. “En los mercados financieros, las tensiones políticas provocaron un rápido descenso en los rendimientos de los bonos. El rendimiento a 10 años de los gilts del Reino Unido se desplomó de 1,52% a 1,35% el pasado jueves. El índice FTSE luchó por mantenerse por encima de los 7.000 mientras que en los mercados de divisas se vendía la libra esterlina. Los fondos macroeconómicos globales que habían comprado libras británicas últimamente se vieron obligados a liquidar parte de su exposición. Por lo tanto, la libra se redujo a 1,28 dólares”, explica Botte.
Para los expertos, uno de los mayores riesgos para 2019 será todo este proceso del Brexit en parte porque avanza sin una dirección clara, “dando pasos sin tener excesivamente asegurados los pasos anteriores”, puntualiza Diego Fernández Elices, director general de inversiones de A&G Banca Privada.
“Cada semana parece definitiva, pero dudamos que se llegue a un escenario definitivo en el corto plazo. Esta semana, tras haber recibido el respaldo de algunos ministros relevantes de su partido, no sin alguna sonada dimisión, Theresa May ha logrado el apoyo interno para poder llegar a someter a votación en el parlamento el preacuerdo de desconexión con la Eurozona y aparentemente se frena su proceso de destitución. Los próximos pasos relevantes serán la cumbre extraordinaria del 25 de noviembre, donde los 27 deberán aprobarlo, y la votación en el parlamento británico, con una alta probabilidad de que el acuerdo sea rechazado y por eso, pensamos que la incertidumbre seguirá lastrando a las bolsas”, afirma Fernández.
Hasta que no se ratifique el acuerdo, tanto por parte del parlamento inglés como por la UE-27, el mercado no verá un escenario claro. “El avance en las negociaciones la semana pasada solo ofreció alivio a corto plazo. El enfoque del mercado cambió rápidamente al tedioso proceso de ratificación”, matiza David Alexander Meier, analista macro de Julius Baer. En este sentido, Meier se muestra optimista y cree que el acuerdo se aprobará ya que es mejor un acuerdo, aunque sea malo, que una salida desordenada. Mientras tanto, “la libra seguirá siendo volátil y sensible a las noticias hasta la votación de mediados de diciembre en la Cámara de los Comunes; la aceptación, con el consiguiente Brexit suave, iluminaría la perspectiva a largo plazo para la libra. Las caídas en el sentimiento, particularmente si se lleva a cabo un voto de no confianza, podrían ofrecer oportunidades para posicionarse en la libra, con la confianza de que luego se fortalezca”, apunta Meier.
Ben Lord, gestor del equipo de renta fija minorista de M&G, comparte esta misma visión y defiende que un acuerdo de Brexit duro se traduciría en una depreciación de la libra, en un repunte a corto plazo de los rendimientos del Gilt y en un probable repunte de las previsiones de inflación como consecuencia de la debilidad de la libra.
“En caso de que el brexit no llegase finalmente a producirse, la libra podría apreciarse hasta los niveles previos al referéndum y se produciría un desplome en los rendimientos del Gilt que reflejaría el alivio de los inversores. Unas elecciones generales y un posible gobierno laborista encabezado por Jeremy Corbyn implicarían el final de la austeridad, un drástico incremento de los rendimientos del Gilt y el desplome de la libra. Además, contar con una situación de déficit por cuenta corriente conlleva que el país dependa de la generosidad de los inversores extranjeros. El actual déficit del 3,5% del PIB no difiere significativamente del de 1974, cuando el Reino Unido fue rescatado por el FMI, ni del de principios de la década de 1990, cuando fue expulsado del mecanismo europeo de tipos de cambio (MTC). Gracias a la depreciación de la libra, el nivel del déficit es ahora mejor que antes, pero sigue siendo bastante precario, y nadie quiere un catalizador que pudiese obligar a esas fuentes extranjeras de capital a poner fin a la financiación, dado que ello daría pie a una drástica depreciación”, explica Lord sobre las consecuencia de una salida dura o sin acuerdo de la UE.
Según Shamik Dhar, economista jefe en BNY Mellon Investment Management, todo lo ocurrido hasta ahora en el mercado era previsible y coherente con lo que los analistas pensaban que podría ocurrir: la caída de la libra, el rally experimentado por los gilts en toda la curva de tipos y las correcciones sufridas por las renta variable. “Las caídas registradas por el Euro Stoxx dejan entrever que los mercados son conscientes de que la UE también sufrirá las consecuencias de la falta de acuerdo, aunque en menor medida que el Reino Unido”, reconoce Dhar.
¿Qué implicaciones puede tener esta situación para la inversión? En opinión de Dhar, los inversores que confíen en un resultado más que en el otro pueden aprovechar para hacer apuestas direccionales, por ejemplo, ponerse cortos en la libra en caso de que no haya acuerdo y largos en caso de que sí. “Quienes prefieran evitar la incertidumbre probablemente reducirán sustancialmente el riesgo relacionado con el Reino Unido, principalmente porque el Brexit es, en gran medida, un fenómeno local que afectará al Reino Unido y a algunos activos europeos pero que en principio no constituye un evento sistémico mundial. Aquellos inversores con capacidad para hacerlo podrían cubrirse mediante el uso de derivados, por ejemplo comprando volatilidad de la libra, aunque probablemente ahora resulte mucho más caro que hace unos días”, concluye.