Para Venezuela, la inestabilidad política ha sido ‘el pan de cada día’ durante décadas, ya que uno de los últimos regímenes socialistas del mundo se ha convertido lentamente en caos político y económico.
El pasado fin de semana, el presidente Nicolás Maduro llevó a cabo una controvertida y disputada votación electoral para centralizar aún más el poder, lo que ha arrojado al país a una mayor incertidumbre y desencadenado enfrentamientos mortales entre manifestantes y policías en las calles de Caracas.
“Un default soberano e incluso la guerra civil se barajan como posibles escenarios para esta economía sudamericana, una vez próspera. De hecho, el país se parece cada vez más a un moderno caso de estudio sobre cómo despilfarrar y gestionar mal una economía bendecida con abundantes recursos naturales. Una enfermedad que, para ser justos, parece correr en la sangre del continente”, opina Michael Boye, experto en renta fija de Saxo Bank.
En su análisis de la situación del país, pone como ejemplos históricos recientes los de Argentina y Brasil, donde los experimentos socialistas y los líderes dictatoriales, de igual manera, han llevado a la corrupción, la inestabilidad política y los problemas económicos. Sin embargo, cree Boye, Venezuela es «el hermano mayor» en lo que respecta al caos económico y político, y mientras que los dos países antes mencionados podrían finalmente mirar hacia tiempos mejores bajo la guía de políticas favorables al mercado, Venezuela se dirige firmemente hacia el abismo.
Emisiones de bonos
Sorprendentemente, el país también ha sido un emisor de bonos frecuente y un objetivo de inversión para los inversores dispuestos a arriesgarse atraídos por los altos rendimientos ofertados. Estos inversores de bonos han encontrado consuelo en las vastas reservas de petróleo, que según se informa, son las mayores reservas probadas del mundo, disponibles fuera de la costa norte.
“Aún así, a medida que los cupones y los vencimientos llegaban a su fecha, los inversores comprobaban con cierta ansiedad si los pagos se habían efectuado. A principios de este año, en abril, cuando la petrolera estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) debía devolver un bono en dólares estadounidenses, se negociaba a 95 centavos de dólar a menos de una semana de su vencimiento”, recuerda el experto de SaxoBank.
Con más de un 90% de las exportaciones del país que se estima están relacionadas con el petróleo, el colapso en los precios del crudo desde 2014 ha sido un duro golpe para esta economía, ya en dificultades, que ahora está al borde del colapso. La inflación está subiendo a tres dígitos, los estantes de los supermercados se están vaciando rápidamente y los enfrentamientos entre los manifestantes y la policía se han convertido en una rutina diaria.
El último intento de Maduro por fortalecer su poder, dice Boye, un movimiento que permitiría al presidente reescribir por completo la Constitución del país, ha provocado una gran condena internacional. Destaca la de Estados Unidos, donde el presidente Trump amenaza con imponer sanciones que impedirían a los productores de petróleo de Venezuela acceder a su mercado. Con las reservas de dólares ya disminuyendo, esto podría ser el factor desencadenante de la quiebra de una frágil economía dependiente del petróleo.
“El banco central venezolano depende del acceso a los mercados de dólares para pagar sus deudas y tendrá que hacer frente varios vencimientos próximamente, incluyendo el vencimiento el 2 de noviembre de un bono de PDVSA de más de 1.000 millones de dólares. Este bono ha caído a un precio de 75, cuando a principios de junio se negociaba por encima de 90 a, un nivel que implica un rendimiento de más del 30% para los tres meses restantes hasta el vencimiento”, conluye el gestor de renta fija de Saxo Bank.