El año 2013 fue excepcional en cuanto a retornos bursátiles se refiere, y la mayoría de expertos coincide en que este año la historia de rentabilidades de dos dígitos (en algunas regiones por encima incluso del 20%) no se repetirá.
En Groupama AM, cuya estrategia de inversión es claramente favorable a los activos de riesgo en un entorno de normalización progresiva de los tipos a largo plazo (que podrían dejar el bono a 10 años estadounidense en el 3,5% y el alemán en el 2,2% a finales de año), vaticinan retornos de un solo dígito para las bolsas mundiales, comprendidos entre el 6% que pueden ofrecer mercados emergentes como los asiáticos y el 9% del estadounidense, pasando por los retornos del 8% para las bolsas de la eurozona o Japón. Según Christophe Morel, economista jefe de la gestora que explicó sus previsiones en una reciente presentación en Madrid, los retornos vendrán determinados por los beneficios.
Y es que las previsiones de crecimiento que manejan en la entidad están por encima del consenso en los países anglosajones (EE.UU. y Reino Unido) y por debajo del mismo en la eurozona y el mundo en desarrollo. Para EE.UU., Morel destaca que el déficit público ha mejorado en los últimos tres años y medio en cerca de seis puntos, mientras la producción de petróleo converge con las importaciones y ayuda a reducir el déficit exterior. Esa mejora en los déficits del país, junto a la aceleración de la industria y la previsible vuelta del consumo, hacen a la gestora vaticinar crecimientos del PIB por encima del 3% del consenso. “La mejora en el mercado de empleo, el colchón proveniente de las valoraciones patrimoniales y el menor impacto del choque fiscal deberían sostener la demanda minorista”, destaca Morel.
Las perspectivas son ligeramente menos positivas para la eurozona: aunque el sector automovilístico está estimulando la producción industrial, la confianza empresarial sigue muy deprimida por el sector de la construcción, algo que se mantendrá hasta 2015. “Todavía no hay estabilización de precios inmobiliarios en España y Holanda, un ajuste que todavía no ha arrancado en Francia”, señala Morel. También recuerda que el desendeudamiento de las empresas no ha hecho más de comenzar.
En cuanto a las finanzas públicas, aunque vislumbra progresos en las reformas de los países, cree que aún hay margen de mejora: “En 2013, no hubo reformas estructurales significativas en el G4 de la eurozona, salvo en Francia que no obstante sigue en retraso con respecto a su programa”, recuerda, añadiendo que los objetivos de déficit del país galo no son creíbles, ni tampoco los portugueses. También cree que hay potencial de mejoría en la reducción de la fragmentación y que hay margen para la re-convergencia de los bonos gubernamentales.
Con respecto al riesgo de deflación, Morel defiende que es limitado, mientras las anticipaciones de inflación permanezcan estables, y matiza que eso es lo que más preocupa al BCE, el dato previsto más que el real. Por eso, considera que si la percepción de inflación se degrada, el BCE actuará inmeditamente y sin tabúes mientras la Reserva Federal sigue con su proceso de tapering este año, pero podría retrasarlo si la inflación cae.
Heterogeneidad emergente
En el mundo emergente, vislumbra una clara división entre los países obligados por sus desequilibrios a ajustar sus tipos de interés, como Brasil, Indonesia o Turquía, y aquellos más autónomos que pueden permitirse ser contracíclicos y tener tipos bajos, como México, Corea o Chile.
La balanza de riesgos
En general, en Groupama AM dibujan un escenario en el que la economía mundial continúa siendo vulnerable pero hay avances estructurales que van por el buen camino y conducen a un reequilibrio, gracias a una “recuperación sincronizada” en los países desarrollados, con Estados Unidos como motor del crecimiento.
También como factores positivos que se suman a ese rebote coyunturan más fuerte en EE.UU. o a ese reequibrio en la economía mundial, la gestora habla de una bajada del precio de las materias primas o el fin de la fragmentación financiera en la zona euro gracias a la acción del BCE (con nuevos instrumentos y la unión bancaria). Como factores de riesgo para este año, menciona, entre otros, las tensiones en los tipos por una salida mal negociada de las políticas monetarias no convencionales, la debilidad en los avances de reformas en Europa (en Italia y Francia especialmente), o la crisis social y política en el mundo emergente.