La obesidad y la diabetes son dos de las epidemias globales más apremiantes consecuencia de una mala nutrición y un estilo de vida poco saludable. En algunos países desarrollados, se ha pasado de un porcentaje de obesidad del 8% en 1987 al 21% actual, como por ejemplo en España; pero el problema también afecta a países emergentes como México, el primero en crear un impuesto para las bebidas con azúcar y donde el 70% de los niños las consume antes de cumplir un año de edad.
Como explica Marie-Laure Schaufelberger, especialista de fondos temáticos de Pictet AM, durante un encuentro informativo, “hay que tener en cuenta que hasta cierto nivel de renta aumenta el consumo de proteínas, pero luego disminuye en favor de más vegetales y comida fresca. En este sentido una de las mejores formas de mejorar la ingesta de proteínas es mediante el consumo de yogur, pescado y pollo -que puede ser producido de forma más sostenible y menos intensiva que la carne roja-”.
Cada vez más concienciados con la nutrición
Los hábitos de vida saludable están cada vez más generalizados e incluyen un mayor consumo de vegetales y frutas y una reducción del consumo de azúcar y sal. En consecuencia, los consumidores se interesan más por la forma y condiciones en las que se producen los alimentos, de manera que se hacen necesarios los procesos de test, trazabilidad y certificación. Un ejemplo de ello es el ejercicio realizado por la mayor cadena de supermercados de EE.UU. Wal Mart que, en colaboración con IBM, consiguió trazar el recorrido de su zumo de naranja desde Sudamérica a EE.UU.en tan solo diez días.
Los reguladores también están reaccionando pues el 80% de los presupuestos de sanidad corresponde a los tratamientos y no a la prevención de este tipo de enfermedades e incluso las aseguradoras están empezando a incentivar la comida saludable y la actividad física. “A medida que aumenta la obesidad, el coste médico en países como Inglaterra llega a ser un 86% mayor. Este es el motivo por el que en Reino Unido el regulador quiere reducir la cantidad de calorías -azúcar y grasa- de todos los fabricantes de alimentos en un 20%”, explica Schaufelberger.
El acceso a la comida saludable, cuestión de bolsillo
Uno de los motivos por los que tendemos a consumir más alimentos procesados y comida rápida es por su precio. Los alimentos más saludables son, por norma general, más caros que los que los que lo son menos. De ahí que el acceso a la comida saludable sea peor en las zonas más empobrecidas del planeta. Schaufelberger se refiere al caso de Los Ángeles donde en el sur, la zona pobre, el 72% de los restaurantes son de comida rápida mientras que en el oeste, la zona más rica, sólo lo son el 41%. “De manera que han surgido compañías como Sprout Farmers Market o Whole Foods Market -ahora de Amazon- que facilitan el acceso a comida fresca”, añade.
Los grandes nombres de la alimentación también están en pleno proceso de transición hacia una nutrición más saludable reduciendo el contenido de azúcar, grasa y sal en sus fábricas. Es el caso de Danone o Nestlé, que además dedican esfuerzos a investigación y desarrollo relacionado con la nutrición u otras que investigan sobre la recuperación de métodos tradicionales como la fermentación a nivel industrial. “A medida que los alimentos se procesan en menor grado se mantiene sus nutrientes y se eliminan menos las bacterias”. Empresas como Novozymes o CHR Hansen son negocios de alto margen que los grandes fabricantes tienden a subcontratar porque requieren altos costes de I+D.
A la preocupación por una nutrición saludable se une el reto de producir alimentos en el futuro. Se calcula en 2050 la población mundial alcanzará los 9.000 millones de personas al tiempo que la esperanza de vida es cada vez mayor. “El caso es que se va requerir producir más comida que en los últimos 10.000 años, lo que tendrá su impacto en el uso de recursos naturales, sobretodo agua y energía. A ello se añade que 40% de la comida se pierde en la cosecha y el procesamiento en países emergentes y el 40% en las tiendas y el propio consumo, pues cada vez se tiende a comer más fuera de casa”.
En este sentido, esta experta señala compañías que trabajan en el empaquetamiento y etiquetado inteligente -incluso con capacidad para medir el contenido en bacterias-, que contribuyen a reducir los desperdicios y las pérdidas como Tomra, proveedor líder de máquinas procesadoras de alimentos industriales y tecnología para procesado de alimentos o especializadas en el transporte y distribución de comida orgánica como Sprout.
Otra vertiente es la digitalización de granjas que reduce los insumos con empresas como Trimble, que pueden reducir las emisiones de CO2 en un 50% y de fertilizantes más de 20%. También es destacable el caso de Rational, empresa alemana que produce hornos más eficientes en uso de energía y agua y disfruta de una cuota del mercado europeo de cocinas industriales del 60%.
Un mercado de 3,9 billones de dólares
Este mercado, incluyendo a las compañías no cotizadas, crece a un ritmo del 4,4% anual y puede alcanzar los 3,9 billones de dólares en 2020. “Las cotizadas crecen más rápidamente que el índice mundial MSCI World, sobre todo en beneficios, en mayor grado en el segmento de agricultura -en los últimos cinco años el reemplazo de maquinaria agrícola ha sido muy lento y desde comienzos de 2017 compañías como Deer o la japonesa Kubota se están beneficiando del comienzo del ciclo agrícola, que es independiente del económico”, explica Schaufelberger.
El fondo Pictet Nutrition es un ejemplo de inversión en esta tendencia de nutrición saludable y sostenible. Su filosofía se basa en invertir en empresas con al menos un 50% de sus ventas relacionadas con la mejora de la calidad, acceso y sostenibilidad de la producción de alimentos para la salud y el crecimiento, un universo de 900 compañías cotizadas. “En agricultura excluimos empresas de fertilizantes y pesticidas, procesadores de carne roja -contribuyen a la pérdida de biodiversidad y cambio climático-y empresas de tabaco o alcohol”.
Como consecuencia, la cartera está formada por entre 50 y 80 acciones, con un 23% en tecnología e innovación agrícola con nombres como Trimble y Deere, algo de salud animal y vegetal, con compañías como Miracle-Gro Hydroponic Gardening que facilita la agricultura vertical y fabricantes de pescado y lácteos. El 40% está en transformación, transporte y distribución, incluyendo empaquetado y reciclado, como la canadiense Canadian National Railway. Por último, el 36% está en alimentación -sobre todo fabricantes de ingredientes y algo de acuicultura-.
Cerca de la mitad del fondo está en medianas y pequeñas empresas y por exposición geográfica el mayor peso es Europa, en torno al 45% actualmente, pues muchas de estas compañías están en el proceso de transición a comida más saludable. En EE.UU. el peso actualmente es del 40% y en Japón del 11%. Siendo una estrategia global la exposición por ventas es aproximadamente del 25% a mercados emergentes.
En términos de rentabilidad, el Pictet Nutrition ha obtenido un retorno anualizado del 8,42% desde su lanzamiento si bien hasta 2016 tenía un componente cíclico y volátil al incluir fabricantes de fertilizantes. Desde entonces la estrategia se ha reposicionado, denominándose Pictet Nutrition y su comportamiento ha sido mejor que el índice mundial MSCI World (9,78% frente a 9,16% del índice), con beta 0,83, es decir, siendo menos sensible a variaciones del mercado que el índice mundial.