En los últimos meses, con China acaparando toda la atención en mercados emergentes, ha resultado fácil perder el hilo de lo que estaba sucediendo en otros mercados. Con el respiro que han dado los mercados asiáticos, es un buen momento para revisar la situación de la mayor economía de América Latina.
En su último informe, Schroders se centra en lo que está sucediendo en Brasil. La presidente Dilma Rousseff ha sufrido una serie de dolorosos altercados desde su reelección, y de alguna manera se encuentra en exilio político a pesar de estar nominalmente en el poder – los ratios de aceptación muestran que rápidamente se ha deteriorado la situación.
El escándalo de corrupción de Petrobras, las alegaciones de irregularidades contables en la pasada campaña presidencial, y las cuentas financieras del gobierno, han debilitado a la presidenta mientras la economía continúa en su caída. La combinación de parálisis económica y política ha producido una ola de bajadas de calificaciones crediticias para la deuda de Brasil, y es difícil ver una salida rápida a la situación. Puede que pasen años antes de que Brasil se recupere significativamente, cree la firma.
El escándalo de Petrobras (popularmente conocido como “Lava-Jato”), ha continuado su expansión contaminando mayores muestras del sector político y empresarial de Brasil. Ahora, ha alcanzado incluso a la actual némesis política de Dilma, Eduardo Cunha, representante de la Cámara Baja del Gobierno. Esta filtración, al contrario que la mayoría del escándalo hasta la fecha, podría representar una bendición para la presidenta. Cunha ha liderado los intentos de implementar un juicio político contra la Dilma, y su supresión de la Cámara Baja podría proporcionar una oportunidad para Dilma para reconstruir relaciones. Una tanteadora rama de olivo, en la forma de restructuración de su gabinete y ceder más poder político al partido del vicepresidente Temer – el PMBD – que parece haber fracasado al irritar al resto de pequeños partidos que forman la coalición de gobierno junto al PMBD, ya que no fueron incluidos en el gesto de generosidad de la presidenta, apunta Schroders.
Ahora se han separado del PMBD, creando una Cámara Baja más fracturada, que será mucho más difícil de reconciliar. La remodelación, que eliminó un aliado clave de la presidenta, también deja a Dilma cada vez más aislada en su propio gobierno, con el anterior presidente, Lula, tomando sostenidamente el control en lo que muchos han apodado una regencia virtual (a pesar de que Lula no posee ningún cargo en Brasil, se mantiene su influencia en el partido gobernante y su popularidad en el país). Existen preocupaciones porque Lula pueda empujar la destitución del ministro de finanzas, Joaquim Levy, quien ha otorgado al gobierno la poca credibilidad fiscal que este tiene. Los rumores de renuncia del viernes 16 de octubre desataron la presión a la baja sobre los activos brasileños, presión que se anuló con las afirmaciones de Dilma de que continuaría apoyando los esfuerzos de consolidación fiscal realizados por Levy.
Este intento de Lula, pudiera ser también resultado de la operación Lava Jato, en la que se han comenzado a implicar a miembros de su familia. El análisis político del grupo de Euroasia de Schroders sugiere que la única posibilidad de Lula para evitar un proceso judicial sería si puede retratar las investigaciones como una manera de minar a la izquierda política del país, y para ello necesita revigorizar a su base tradicional de votantes. Atacando la consolidación fiscal, es un modo de conseguirlo. Ya fue mencionado que los rumores de renuncia de Levy desataron la volatilidad de los mercados brasileños. El telón de fondo de estas transferencias de poder ha sido el aumento de la probabilidad de un juicio político para Dilma, forzando a las concesiones ya mencionadas. Esto ha generado una gran volatilidad para los mercados brasileños, con los participantes esperando un juicio político y un nuevo gobierno.
¿Está justificado?
Dilma carece cada vez de poder y se encuentra en estado de sitio entre enemigos y aliados por igual. El escándalo de corrupción se cierne sobre una proporción cada vez mayor de la clase política y una mayor parte de las energías políticas se centran en la investigación en lugar de centrarse en los esfuerzos de reforma o consolidación fiscal, mientras que los políticos hasta ahora no contaminado el escándalo de corrupción se encuentran profundamente infelices con Dilma – en parte porque están siendo incitados por el portavoz de Cámara Baja, Eduardo Cunha. Tal y como están las cosas, es difícil de prever cómo Dilma puede reconducir a Brasil fuera del lodo.
Incluso si Cunha se ve obligado a renunciar debido a las acusaciones de corrupción que enfrenta, no es seguro que el nuevo representante sea más dócil, ya que hay un fuerte incentivo para el principal partido de la coalición, el PMDB, para presionar por un juicio político, ya que entonces el vicepresidente Temer asumiría la presidencia. Aunque bueno para el PMDB, esto no sería necesariamente bueno para los inversores, dada la exposición del partido en el escándalo de Lava Jato – así que más de lo mismo parálisis política. ¿Cuál sería un buen resultado? Una posibilidad es que la reelección de Dilma se declare desierta.
El máximo tribunal del país ha autorizado una investigación sobre las cuentas de la campaña de elección de la presidenta, tras las revelaciones de que los sobornos de una empresa de construcción se pagaron con las arcas de la campaña. Si se demuestra que graves violaciones electorales tuvieron lugar y fueron lo suficientemente importantes como para afectar la carrera por la presidencia, el resultado de las elecciones podría ser revocado. Aunque, obviamente, se trata de un evento perjudicial, esto despejaría el camino para un gobierno más amigable para los mercados y libre de escándalos. Un nuevo gobierno descubriría que hay mucho trabajo por hacer.