Mientras avanza el recuento electoral en Estados Unidos, una nueva cita centra la atención de los mercados: la reunión de la Reserva Federal (Fed), que comenzó ayer y se prolongará a lo largo de hoy. Según la visión de los analistas, no se espera que anuncie cambios, debido a la proximidad de las elecciones. Por lo que, previsiblemente, los tipos se mantendrán entre el 0%-0,25% y las compras de treasuries y MBS de 120.000 millones de dólares al mes.
Sin embargo, el papel que juega la Fed en el contexto actual es más importante de lo que a primera vista parece, básicamente porque el mercado sigue esperando que haya más estímulos frente al impacto del COVID-19. El resultado electoral de ayer confirma la división de las cámaras -con los demócratas al frente de la Cámara de Representantes y los republicanos en el Senado-, por lo que la posibilidad de aprobar e implementar políticas extremas se reduce. Esto pone la mayor parte del peso en los próximos pasos que dé la Fed.
“Sin un claro ganador aún visible y con la ciudadanía estadounidense más dividida que nunca, los mercados y los inversores en oro se centran en una tercera persona en este drama, en Jerome Powell, el presidente de la Reserva Federal”, afirma Ned Naylor-Leyland, gestor de Merian Gold and Silver Fund, de Jupiter AM.
En opinión de Mohammed Kazmi, estratega macro y gestor de carteras de renta fija de UBP, esta circunstancia vuelve a poner a la Fed bajo presión para que siga apoyando la recuperación del crecimiento mediante una política monetaria acomodaticia. La gran pregunta es cuándo cederá a esa presión. “Por ahora creemos que la Fed se sentirá cómoda con las condiciones financieras para no actuar en esta reunión, optando en cambio por ver el resultado de las elecciones estadounidenses y su impacto en la política fiscal antes de actuar. Esperamos que ofrezca una orientación más decisiva sobre el QE en la reunión de diciembre, en la que vemos la posibilidad de que alargue la duración de las compras de activos”, sostiene Kazmi.
“Esperamos un mensaje similar al de las últimas reuniones, donde la Fed comunicó que estará preparada para ajustar su política monetaria en el caso de que sea necesario. Por otro lado, puede que se insista en la necesidad de apoyar a la economía mediante políticas fiscales, que, de momento, no se han concretado por la falta de acuerdo entre demócratas y republicanos. Una vez conocido el tamaño del estímulo fiscal (los demócratas son partidarios de superar los 2 billones), esto podría condicionar los próximos pasos a dar en materia monetaria. Por ello, pensamos que la Fed, al igual que el BCE, esperará a la reunión de diciembre para aplicar cambios en política monetaria. En el último mes del año, la Fed tendrá más información sobre el impacto que pudiera tener la segunda oleada de la pandemia, se habrá reducido la incertidumbre electoral y avanzado en el programa de ayuda fiscal”, añade Germán García Mellado, gestor de renta fija de A&G.
Una visión que coincide con la de Kazmi: “Es posible que la Reserva Federal no se sienta obligada a dar el paso todavía, ya que los datos económicos de alta frecuencia siguen siendo resistentes, y con la última ola del COVID-19 todavía por desencadenar medidas de bloqueo generalizadas como se ha visto en Europa, aunque sí vemos esto como un riesgo a corto plazo para las perspectivas económicas. Dada esta opinión de la Fed, junto con los riesgos del COVID-19 que todavía están presentes, creemos que los mercados de tasas continuarán operando en un rango, no pudiendo romper a rendimientos más altos ya que aprobar un gran paquete fiscal ahora parece estar fuera de alcance”.
En este sentido, el nerviosismo y la volatilidad que ha generado las elecciones presidenciales, se compensa en muchos mercados con la acción de la Fed. El ejemplo más claro lo explica Christian Hantel, gestor senior de carteras de Vontobel Asset Management, y afecta a los mercados de créditos.
“Inicialmente, la autoridad monetaria estadounidense lanzó el programa de compra de bonos corporativos como un servicio de respaldo donde las empresas podían usar la Fed como prestamista de último recurso. Ahora, está comprando activamente bonos corporativos de EE.UU. con un vencimiento de hasta cuatro años, incluyendo bonos con calificación BB. Esto ha aliviado los nervios del mercado incentivando a los inversores a acumular bonos corporativos. En caso de que continúe la incertidumbre del mercado debido a un resultado electoral embrollado en EE.UU., la Fed podría restablecer fácilmente la confianza en el mercado de crédito corporativo intensificando sus actividades en el marco de las facilidades de crédito de los mercados primario y secundario. Por lo tanto, cualquier ampliación del diferencial debería resultar modesta y las condiciones de liquidez deberían seguir siendo favorables”, argumenta Hantel.
Por su parte Juan Ramón Casanovas, Head of Private Portfolio Management de Bank Degroof Petercam Spain, considera que la Fed seguirá aplicando la misma política monetaria esté quien esté en la Casa Blanca. “La Fed ha insistido, y si es necesario, lo hará de nuevo, en que realizará todas las medidas de estímulo monetario que estén en su mano para seguir apoyando la recuperación económica, independientemente de quien ocupe la Casa Blanca y de quien presida el Congreso o el Senado. Pero, del mismo modo, seguirá reclamando, cuantas veces sea preciso, que se aprueben y adopten los paquetes de estímulo necesarios para afianzar la senda de crecimiento económico que devuelva la confianza a los ciudadanos estadounidenses”, destaca Casanovas.
El desafío de la Fed
Para Olivia Álvarez, analista de Monex Europe, los resultados electorales de EE.UU. suponen un desafío para la Fed. La experta señala que un movimiento de la Fed antes de cerrar el año es poco probable dada la “postura ampliamente acomodaticia” que ya tiene y la “relativa estabilidad” de los mercados financieros. Sin embargo, considera que la creciente ola de infecciones del virus que amenaza con alcanzar proporciones alarmantes en los EE.UU. en las próximas semanas podrían poner a la Fed en apuros nuevamente.
“En el contexto de la pandemia, las implicaciones de un mandato demócrata o republicano son notablemente divergentes en términos de la función de reacción de la institución monetaria, dadas las amplias diferencias entre ambos bandos sobre la proyección de política fiscal y comercial. Un mandato de estancamiento político (Congreso y Casa Blanca divididos) imprimiría un sello restrictivo a las iniciativas de estímulo fiscal en los EE.UU. Una reelección presidencial de Trump, en particular, añadiría un riesgo latente a los mercados financieros internacionales en materia comercial. Este escenario se ha hecho más evidente en el mercado de renta fija norteamericano, a través de la caída de los rendimientos de los bonos del Tesoro a 10 años desde que se dieron a conocer los resultados iniciales en algunos estados decisivos. El ajuste del mercado de un escenario de ola azul, señalado por las encuestas pre-electorales, ha recalibrado las expectativas de los inversores hacia un entorno de menor impulso inflacionario, algo que no pasará desapercibido por la Fed en sus presentaciones venideras. Con un largo camino por recorrer para definir el resultado de las elecciones, es muy pronto para que la Fed tome cartas en el asunto”, afirma Álvarez.
Por último, según James Athey, director de inversiones de Aberdeen Standard Investments, parte de la tranquilidad en los mercados se basará en el hecho de que la Fed si vemos una volatilidad significativa. “Hay un peligroso elemento que recuerda a la teoría del huevo y la gallina alrededor de esta situación. Los mercados están tranquilos en parte porque saben que la FED intervendrá, pero la FED no intervendrá si las cosas se mantienen completamente en calma”, advierte Athey.
En su opinión, la falta de estímulo fiscal requerirá tarde o temprano que la Fed reaccione, y eso es preocupante. “Las herramientas que utiliza la Fed han producido durante mucho tiempo distorsiones insalubres en los precios de los activos y los mercados están cada vez más programados para saber que el banco central intervendrá a la vista de los problemas. Ese tipo de dependencia no es saludable», concluye el director de inversiones de Aberdeen Standard Investments.
Tras el recuento electoral
La mayoría de los analistas también coinciden en que tardaremos en conocer quién será el nuevo inquilino de la Casa Blanca, lo que se podría traducir en episodios de volatilidad para el mercado. Aún así, que haya presidente no quiere decir que gobernar vaya a ser sencillo. Según Ignacio Dolz de Espejo, director de soluciones de inversión de Mutuactivos, la capacidad de conseguir aprobar el paquete fiscal es el factor clave en estos momentos, tanto para la economía como para los mercados.
“Si se confirma que la Casa Blanca y el Congreso quedan en manos demócratas y el Senado en las de los republicanos, Biden tendría dificultades para conseguir elevar los impuestos y probablemente no conseguiría sacar adelante su ambicioso plan de inversión en infraestructuras. Esto reduce el riesgo de un incremento del déficit y la deuda, por lo que, según los gestores de Mutuactivos, deberíamos ver una relajación en las curvas de tipos. Por el mismo motivo, desde la gestora estiman que el dólar podría recuperar algo de fuerza. Si Biden no consigue subir los impuestos, la opinión de Mutuactivos es que el impacto sobre los beneficios del S&P 500 será limitado, lo que dará, teóricamente, más potencial al índice”, sostiene Dolz de Espejo.