«En diciembre preveíamos un crecimiento del 2,7% para este año. Los boyantes precios de la energía y el repunte tras la crisis del COVID-19 hacían prever un sólido crecimiento», indicaban desde Scope sobre la economía rusa. Sin embargo, las sanciones económicas de la comunidad internacional dirigidas hacia Rusia por su ataque al territorio ucraniano repercutirán en el gigante con una contracción de su economía en un 10%; provocando una recesión mucho más profunda que durante la pandemia de COVID-19. Además, la contracción podría ser mayor ya que el conflicto no ha finalizado y la incertidumbre sigue sumiendo al país sobre las consecuencias más amplias de la guerra y la probabilidad de nuevas sanciones internacionales.
El crecimiento se tambaleará por el aumento de la inestabilidad financiera, la disminución de la credibilidad institucional y el deterioro de las condiciones de inversión. El Gobierno y las empresas privadas deberán hacer frente a un acceso muy restringido a los mercados financieros y de capitales extranjeros, a las salidas de capital, al endurecimiento de las condiciones financieras nacionales y al debilitamiento del sistema financiero y de las reservas del sector exterior.
Asimismo, la posibilidad de un default selectivo a corto plazo ha aumentado como Scope expresó con su rebaja del rating de Rusia a C la semana pasada: «Si observamos que una obligación de deuda se ha pagado en rublos en vez de en la moneda original y los contratos subyacentes no prevén tales conversiones de moneda, podemos considerar que el pago constituye un cambio de las condiciones contractuales y determinar el cambio como un impago selectivo, según nuestros criterios, y sujeto, por supuesto, al periodo de gracia de 30 días».
El pasado 28 de febrero de 2022, el Banco de Rusia elevó al 20% su tipo de interés que se situaba en el 9,5% a fin de proteger el rublo que ha perdido la mitad de su valor frente al dólar desde principios de 2022. Asimismo, la inflación se situó en febrero en el 9,2% interanual por lo que desde Scope expresan que la media anual se situará en el 15%, lo que tendrá un significativo impacto en la confianza de empresas, consumidores e inversores.
En este sentido también influirá la salida neta de capital privado que se ha acelerado aumentando hasta los 72.000 millones de dólares en 2021 desde los 50.300 millones de dólares en 2020 y los 22.500 millones de dólares en 2019. «El Estado ruso representa alrededor del 40% del valor añadido del sector formal y la mitad del empleo«, la salida de los flujos de inversión obstaculizará la reducción de la participación estatal en la economía que en la situación previa a la guerra desalentó la competencia y la inversión privada.
Sector energético
Los precios de la energía sustentan el superávit de Rusia, estimado en 39.000 millones de dólares en enero y febrero de 2022; así como representan una fuente fundamental de ingresos en divisas sobre todo después de que las sanciones hayan congelado la mitad de las reservas internacionales de Rusia. La falta de ambición del Gobierno en el pasado para abordar la dependencia estructural de la economía de las exportaciones de energía en el escenario presente supondrán un problema añadido.
La UE es el mayor socio comercial de Rusia, con importaciones de petróleo, gas natural y carbón rusos por valor de unos 100.000 millones de euros en 2021, lo que equivale a casi dos tercios de todas las importaciones procedentes de Rusia. Independientemente del diseño de las nuevas sanciones «que probablemente se apliquen al sector energético ruso, es factible que la intensificación de las iniciativas europeas para reducir su dependencia del petróleo y el gas rusos agrave los problemas a medio plazo de la economía rusa», señalan en Scope. Si bien el gigante podría contrarrestar las medidas europeas mediante una mayor cooperación energética con otros países como China e india, para ello deberá ampliar las infraestructuras necesarias en un contexto desfavorable para gastar en infraestructuras.