La economía colaborativa, que tiene sus cimientos en las posibilidades que ofrece la tecnología e Internet, está de moda. Pero para Paul Brain, jefe de renta fija en Newton (BNY Mellon), antes de ensalzar esta tendencia es necesario evaluar y determinar el impacto potencial que tiene en la inflación.
Ahora que muchas economías están aumentando el sueldo mínimo e intentan proteger sus industrias nacionales mediante la imposición de aranceles a la importación de productos, Brain opina que las presiones salariales deberían estar aumentando y reflejarse en la inflación general. No obstante, la inflación salarial sigue siendo relativamente modesta. “Además, la mayoría de las principales economías registran unos niveles de desempleo más bien bajos. En circunstancias normales, esto provocaría que aumentasen los salarios, algo que, sin embargo, prácticamente no ha ocurrido”, añade el experto.
El principal motor de la economía colaborativa ha sido la proliferación de los teléfonos inteligentes, lo que a su vez ha generado mayores eficiencias, explica. Este es uno de los factores que ha frenado el crecimiento de los salarios en los últimos años: “La automatización que subyace a la economía colaborativa no elimina trabajos pero, en muchos casos, facilita que se puedan hacer de forma más rápida y sencilla. En Londres, el sector del taxi estaba protegido y los taxistas tenían que aprobar un examen (conocido como «the Knowledge of London») para demostrar su conocimiento del callejero de Londres antes de obtener su licencia. Aprobar este examen solía llevar entre dos y cuatro años y suponía una inversión importante para cualquier taxista”.
En su opinión Uber es un buen ejemplo. Desde su llegada, el número de coches disponibles aumentó y los precios bajaron. “Básicamente, la aplicación ha digitalizado los conocimientos que antes requerían tanto tiempo de estudio y energía”, matiza.
Evolución de la renta fija
Como apunta Brain, la opinión del mercado es que la renta fija se enfrenta a cambios importantes –aumento de la inflación y aumento de las tires– que harán más difícil ganar dinero en la clase de activo, algo que no tiene por qué cumplirse si la inflación continúa manteniéndose en niveles bajos. “Sea como sea, creemos que existen formas de lidiar con esta situación si se adopta un enfoque lo suficientemente global, se diversifica en mercados en los que no estén subiendo los tipos de interés y se adoptan posiciones cortas en mercados en los que sí estén subiendo”, argumenta.
En este sentido, es el enfoque que está siguiendo en la estrategia Global Dynamic Bond. Brain recurre a varios mercados para aprovechar sus propiedades de ‘activo refugio’ y a otros que ofrecen algo más de riesgo, como la deuda high yield y la deuda de mercados emergentes: “Incluso en un entorno inflacionario podemos encontrar empresas que lo están haciendo bien y países que se comportan de forma diferente”.
¿Regresará la inflación?
Aunque los bancos centrales están adoptando una postura algo más agresiva, el proceso ha sido tan anunciado que a Brain no le preocupa el impacto que pueda tener sobre las tires de los bonos gubernamentales. “La retirada progresiva de la expansión cuantitativa no resulta tan negativa para la deuda gubernamental como muchos piensan, porque los mercados suelen descontarla. En mi opinión, los activos de riesgo son más vulnerables a un brusco repunte de la volatilidad”, afirma.
En ausencia de este aumento de la volatilidad en renta variable y en los mercados de riesgo, el experto sitúa las rentabilidades de los treasuries en el rango del 3,1% y el 3,4%. Según explica, la razón por la que aún no están en esos niveles la encontramos en las turbulencias de febrero pero creo que acabarán alcanzándolos. El entorno apunta a rentabilidades más altas, por lo que ahora mismo nos hemos puesto cortos en el mercado de treasuries.
Para Brain, la paradoja de Moravec podría ser otro factor que explique el escaso aumento de la inflación a largo plazo. “Uno de los aspectos más curiosos de la automatización es que a las máquinas les resulta fácil realizar las tareas más difíciles para los humanos. Sin embargo, a las máquinas les resultan difíciles las tareas que a los humanos nos parecen más sencillas, como servir comida o bebidas. El sector de servicios profesionales ha sido el principal empleador en las últimas dos décadas y es ahí donde podríamos ver los cambios más importantes y las mayores caídas de salarios. La presión no va a desaparecer, por lo que es inevitable que nos preguntemos si la inflación volverá algún día a retomar su tendencia”, sostiene.