El debate sobre la política fiscal continúa en medio de crecientes dudas sobre el impacto de las políticas monetarias. A pesar de que se ha visto una mayor actuación por parte de los bancos centrales, en su último informe económico –elaborado por Keith Wade, economista jefe, Azad Zangana, economista europeo y estratega, y Craig Botham, economista de mercados emergentes-, Schroders cree que cabe esperar un menor impacto de las políticas monetarias.
El programa de expansión cuantitativa llevado a cabo por el Banco de Inglaterra está llegando a sus límites en las compras de bonos con vencimientos a largo plazo, pero principalmente, el mecanismo de transmisión se rompe a unos niveles tan bajos de tipos de interés… o, lo que es lo mismo: un incremento del QE tiene muy poco efecto en la economía real.
“Hay límites a lo que la política monetaria puede y de hecho debe hacer. La carga también debe repartirse en la política fiscal y en otras políticas para contribuir y ayudar a crear las condiciones que conduzcan a la estabilidad económica”, comentó el presidente de la Fed en San Francisco, John Williams, argumentando que el marco para la política monetaria necesita cambiar y que deberían ser exploradas otras nuevas fuentes de estímulo, materias que seguramente hayan sido discutidas en la reciente conferencia de Jackson Hole.
A pesar de ello, desde Schroders reconocen que no han construido mucho por el camino del relajamiento fiscal más allá del proyectado paquete de medidas implantado por el primer ministro japonés Abe y hasta cierto punto para Reino Unido, donde la política fiscal será reiniciada en otoño.
Para Estados Unidos, el ciclo político va en contra de cualquier tipo de medida de relajamiento fiscal, sobre todo en el primer año de la nueva administración. Hillary Clinton ha indicado que incrementaría el gasto, pero también los impuestos, y aun así cabría esperar un relajamiento gradual de la política fiscal durante su presidencia. Esto podría ser diferente si hubiera una sorpresa en las elecciones y Donald Trump llega a la presidencia, con un estímulo fiscal masivo en perspectiva y un corte en los tipos impositivos.
En la Eurozona, la política fiscal ha pasado de ser restrictiva a ser más neutra. La austeridad ha terminado, pero no está claro si hay una voluntad para ir más allá de este punto y llegar a una situación expansiva. Recientemente, las normas del déficit presupuestario de España y Portugal fueron relajadas, pero no hay ningún signo de que Alemania y otros países centrales reconozcan que se necesite un impulso fiscal.
Políticas monetarias: sigue la divergencia
En cuanto a las políticas monetarias de los principales bancos centrales, seguirá habiendo divergencias. Tras el referéndum del Brexit en junio, Schroders pospuso la siguiente subida de tipos de interés por parte de la Reserva Federal a diciembre. La proximidad de la siguiente reunión de la Fed en septiembre a las elecciones de noviembre también contribuyó a este cambio. Schroders espera que la tasa de referencia estadounidense suba a un 0,75% en diciembre y a un 1,25% a finales de 2017. En diciembre la Reserva Federal (Fed) tendrá evidencias de un crecimiento mayor del PIB durante el tercer trimestre, que se espera que alcance un 3% (medido trimestre a trimestre anualizado), continuando con un estrechamiento del mercado laboral y unas fuertes ganancias en inflación.
Entrando en 2017, se espera que el crecimiento se modere pero que la inflación continúe creciendo, y se espera que la Fed mueva ficha en junio y diciembre.
Del Banco de Japón se espera que recorte tasas al -0,3% a finales de 2016 y a un -0,4% a finales de 2017. Schroders también espera que el Banco de Japón incremente la compra de activos del segundo trimestre del año que viene a unos 100 billones de yenes. Esto es mucho más de lo esperado en pasadas proyecciones.
En cuanto al Banco Central Europeo, se espera que corte la tasa de depósitos de nuevo en septiembre hacia un -0,5%, donde pudiera permanecer hasta finales de 2017. El Banco de Inglaterra puede que corte sus tipos de interés en un 0,1% en noviembre, donde permanecerán hasta finales de 2017. Desde Schroders asumen que el Banco de Inglaterra espera un aumento de la inflación en el Reino Unido, donde ha sido percibida como una consecuencia temporal de la caída de la libra. Cabe esperar que tanto el Banco Central Europeo como el Banco de Inglaterra mantengan sus políticas de relajamiento cuantitativo hacia finales de 2017.
Mientras tanto, el Banco de la República Popular de China puede que extienda su política expansiva con nuevos recortes de tasas de interés, alcanzando el 3% a finales de 2017.