Para Vinay Nadkarni, especialista de producto en Clearbridge, la gestora de renta variable estadounidense de Legg Mason, el mercado bursátil de EE.UU. se encuentra inmerso en una transición por la que pasará de ser un “stock market” -un mercado que se ha movido al alza y al unísono durante los últimos años- hasta convertirse en un “market of stocks”, es decir, un mercado de valores en el que se impone la necesidad de la selección, puesto que habrá diferencias en las cotizaciones en función del éxito o fracaso de las compañías.
“El mercado es ahora mucho más selectivo premiando a las compañías que van a crecer, que son verdaderamente innovadoras y que pueden por ello permitirse subir los precios en un mundo muy competitivo. El mercado ha premiado hasta ahora a firmas que han sido capaces de controlar los costes reduciendo los salarios o conteniéndose ante nuevos proyectos pero ahora empieza a demandar que pongan la liquidez a trabajar de forma más productiva”, explica el experto. De ahí que el fondo de la compañía Legg Mason Clearbridge US Aggresive Growth Fund, que cumple su 30 aniversario, busque este tipo de empresas capaces de crecer –de ahí su nombre- y de innovar, que estén reduciendo su deuda y ofrezcan buenos retornos.
Y todo sin olvidar las valoraciones, pues la dispersión entre las estrategias de valor y growth es tan baja que no tiene sentido apostar por la primera sin mirar el crecimiento ni por la segunda sin tener en cuenta los precios. Por eso su estrategia analiza cuándo es el mejor momento para tomar posiciones en los nombres que les gustan. Un ejemplo reciente fue la caída en marzo y abril de compañías de Internet, tecnologías de la información o biotecnología, que habían subido mucho el año pasado.
“Los fundamentales no han cambiado así que aprovechamos la oportunidad que supuso la corrección para comprar y añadir más exposición a los nombres que nos gustan en la cartera”, explica, lo que les llevó a reducir la liquidez en una tercera parte. Los gestores utilizan la liquidez, y los nuevos flujos entrantes no como estrategia sino para comprar en los momentos adecuados y reposicionar la cartera, compuesta por entre 50 y 70 valores, sin verse obligados a vender.
Con una gestión muy activa (que además de centrarse en el crecimiento y las valoraciones está muy fuera de los índices –lo que en el año 2000 les hizo estar muy infraponderados en tecnología-), el fondo favorece las grandes compañías y maduras, en industrias consolidadas, capaces de crecer e innovar y con poca deuda, y apuesta por sectores como la biotecnología, la tecnología de la información, Internet o firmas relacionadas con los cuidados de la salud (healthcare).
Las firmas de consumo no entran en sus quinielas puesto que no destacan por su crecimiento, ni las financieras ante la dificultad de análisis. En el sector tecnológico, tampoco apuesta por nombres como Apple, Amazon o Google, que nunca han estado en el fondo, sino por plataformas relacionadas con la nube o compañías que fabrican dispositivos que utilizan todas estas firmas. Y son empresas que crecen en todo el mundo -“el crecimiento viene de todas partes”, dice-, no solo de EE.UU., lo que les hace menos vulnerables a crisis en regiones puntuales, como la reciente crisis emergente. De hecho, no busca el crecimiento emergente exclusivamente porque reconoce que esos mercados no han sido capaces de ofrecer a los inversores rentabilidades acompasadas al crecimiento de sus PIB o de sus compañías, algo que sí ha ocurrido en la bolsa estadounidense.
¿Mercado sobrevalorado?
Con respecto a la pregunta de si el mercado estadounidense está sobrevalorado, Nadkarni responde que no, que está “valorado justamente” a pesar de haber subido mucho en el pasado. Y lo dice por tres razones que suelen servir de indicadores a este respecto: en primer lugar, los beneficios de las compañías están batiendo las expectativas y se muestran «fuertes y resistentes»; en segundo lugar, el sentimiento de los inversores no es de euforia sino que se mantiene en terreno de neutral a negativo, algo positivo para las acciones; y por último, los tipos de interés seguirán manteniéndose en niveles acomodaticios para las acciones. “El bono del Tesoro estadounidense está en niveles del 3% cuando las predicciones eran del 4%. Además, aunque subiera 100 puntos básicos, el mercado lo soportaría bien”, explica, recordando que cuando cayó Lehman Brothers el nivel subió hasta el 3,8%.
El experto añade que el tapering es un proceso sano y posible de gestionar, que no paralizará el gasto. Aunque no se sabe cómo será el desenlace puesto que es la primera vez que se pone en marcha el QE y lo ideal sería una recuperación gradual económica que llevara a un tapering progresivo y a una reacción mínima de los mercados, reconoce que la Fed ha ido imponiéndose actuar en función del cumplimiento de ciertos hitos y que el mayor riesgo sería que se cumplieran antes de lo esperado y que eso obligara a la Reserva Federal a implementar sus decisiones de forma rápida. “El riesgo real es que el mercado haya gestionado mal las expectativas”, explica. Pero más allá del tapering, reconoce que siempre hay riesgos, también geopolíticos, y que lo mejor es aprovechar la volatilidad a su favor. “Es increíble lo resistente que es el capitalismo”, comenta.
Retornos para 2014
El fondo, que a lo largo de su historia ha batido a Berkshire Hathaway y que el año pasado subió el 37%, gana en lo que va de año un 3% y desde la entidad confían en que sigan los buenos retornos. Aunque no aventuran cifras, Nadkarni considera que el fondo podrá ofrecer “una rentabilidad mucho más positiva que la del mercado estadounidense en este momento”.
Una de las claves para ello es que las compañías reasignen su capital hacia actividades más productivas tras unos años sin apenas operaciones corporativas y una política muy conservadora de contrataciones y proyectos. Hay varias vías: el aumento de los dividendos; las recompras de acciones (una buena estrategia en caso de verse sobrevaloradas de forma que al reducir las acciones en circulación aumenta el beneficio por acción); medidas como los spin offs, para deshacerse de activos no estratégicos; o la actividad corporativa de fusiones y adquisiciones (esperando más acuerdos estratégicos que financieros, dice el experto).