Cuatro cuestiones han estado preocupando a los inversores desde principios de año: cuál es el efecto de la guerra comercial en la economía global y regional, cuándo será la próxima recesión y cómo será de profunda, qué herramientas les quedan a los bancos centrales, cómo proteger las carteras ante la incertidumbre y si regresará la inflación. A éstas y otras preguntas respondió Karen Ward, estratega jefe de mercados en la región EMEA de JP Morgan Asset Management, durante su ponencia en el International Media Summit 2019 en Londres.
La guerra comercial entre Estados Unidos y China es el mayor riesgo sistemático al que se enfrenta la economía global. Todo parece indicar que este conflicto va a perdurar en el tiempo. En 2020 se celebrarán elecciones presidenciales en Estados Unidos y tanto los votantes republicanos, alrededor del 70%, como los votantes demócratas, cerca del 60%, tienen una opinión desfavorable sobre China, evidenciando que hay cierto capital político en el enfrentamiento.
Las consecuencias de la disputa comercial entre Estados Unidos y China
En cualquier caso, el conflicto no puede escalarse mucho, pues los aranceles aplicados a China podrían acabar teniendo una repercusión en el consumidor estadounidense, dañando la economía del país. Por su parte, la Reserva Federal ha estado actuando en función de la agenda de la disputa comercial, viéndose presionada a recortar los tipos de interés, especialmente después de que las autoridades chinas hayan aplicado medidas expansivas. Otro de los principales frentes de batalla, ha sido la lucha por la protección de la propiedad intelectual y por la supremacía tecnológica a nivel global. Los dos países tienen un gran interés en liderar la industria tecnológica global y no están dispuestos a ceder terreno, por lo que cabe esperar que la imposición de aranceles continúe en el tiempo.
En los últimos nueve meses, en la gestora JP Morgan Asset Management se han posicionado de una forma más cauta frente a este conflicto y sobre cuánto riesgo deberían tomar dada la incertidumbre política al respecto. Sorprendentemente, la región del mundo que más se está viendo afectada no son ni China ni Estados Unidos, sino Europa. El 78% del producto interior bruto europeo depende directamente de las exportaciones a otros países, frente a un 27% en Estados Unidos y un 38% en China. Algo que hace que la economía europea sea especialmente vulnerable dados los grandes niveles de exportación de países como Alemania y los Países Bajos.
Hace diez años, la situación en China era más próxima a la de Europa, pero tras la gran crisis financiera de 2008, la economía china comenzó a desarrollar su economía doméstica, potenciando el consumidor local y la industria de servicios, haciéndola más defensiva frente a la coyuntura global. Entre tanto, en Europa, el sentimiento empresarial se está enfriando. El sector manufacturero se está contrayendo y se espera que haya recortes en el empleo, aumentando los riesgos de recesión en el continente europeo.
¿Cuándo y cómo de profunda será la próxima recesión?
Es muy difícil predecir cuándo llegará la próxima recesión, pero sí se puede crear un buen marco con el que monitorizar los riesgos en los que se puede incurrir. En los últimos seis meses las condiciones económicas han empeorado, las encuestas de sentimiento empresarial sugieren que las cosas han empeorado en el sector manufacturero estadounidense. Sin embargo, las condiciones del crédito han mejorado, gracias al giro que ha dado la Reserva Federal en política monetaria, reduciendo tipos de interés y parando el programa de normalización cuantitativa.
Con este contexto, la conclusión de JP Morgan AM es que una recesión no es inminente, pero que los riesgos están aumentando. En cualquier caso, desde la gestora señalaron que el énfasis no debe ponerse en el cuándo sino en el cómo, pues la intensidad de la recesión puede ser una cuestión mucho más influyente que el momento en el que se produce.
Es bastante frecuente que justo antes de una recesión, los hogares tomen una posición excesivamente optimista y que adopten un alto nivel de endeudamiento, afectando a su nivel de ahorro y disminuyendo drásticamente su consumo, lo que puede agravar la contracción del ciclo económico cuando llega una recesión. Sin embargo, en este ciclo, el nivel de endeudamiento de los hogares es bastante menor que en el anterior, por lo que esperan que no sea tan destructiva como la crisis anterior.
¿Qué herramientas les quedan a los bancos centrales?
Después de una década de políticas monetarias acomodaticias, ¿qué herramientas les quedan disponibles a los bancos centrales? El consenso del mercado sigue presionando a los bancos centrales para que sigan marcando la ruta y que continúe el ciclo expansivo actual. En la actualidad, les quedan menos opciones en la caja de herramientas. Los bancos centrales ya han recortado tipos de interés y realizado compras de bonos soberanos y corporativos. Es posible que en un futuro se adopten medidas similares a las que ya ha adoptado el banco de Japón, cuyo programa de compras incluye un 30% en compra de acciones cotizadas en bolsa.
Otra opción es el uso de tasas de interés negativas, un nuevo experimento con el que los bancos centrales dejan de tener el 0 como su límite inferior. El Banco Central Europeo está ofreciendo unos tipos de interés de -50 puntos básicos. El Banco Nacional de Suiza está ofreciendo unos tipos de interés de -75 puntos básicos. Con este escenario, la pregunta que queda en el aire es por cuánto más podrán seguir bajando los tipos de interés, pero parece que de momento estamos lejos del final.
La actuación de los bancos centrales es clave porque todas las economías están buscando una divisa más débil. En el caso de Reino Unido, el Brexit está manteniendo la libra esterlina débil, no necesitando la actuación del Banco de Inglaterra. Mientras que la Reserva Federal pudiera rebajar la tasa de interés de los fondos federales hasta niveles negativos si necesitase un dólar más débil.
¿Cómo proteger las carteras ante la incertidumbre?
Como resultado de un entorno de tipos de interés negativos, los bonos soberanos se han convertido en un vehículo similar a un seguro, en el que se paga una prima por no incurrir en un riesgo, en lugar de recibir ingresos por la inversión. En este entorno, el desafío es generar ingresos para los inversores cuando un tercio de los bonos soberanos ofrece una rentabilidad menor al 1% y la mitad se encuentra en terreno negativo.
Otras alternativas para los inversores pasan por considerar riesgo de capital y riesgo de liquidez, pero en este momento tardío del ciclo la exposición a acciones debe ser de gran capitalización y con un sesgo de calidad. Una de las debilidades de este ciclo es el nivel de endeudamiento de las empresas, con la desaceleración del ciclo estamos a punto de saber qué empresas pueden mantener su estructura de capital actual.
¿Regresará la inflación?
En un entorno en el que la independencia de los bancos centrales se ve sometida a presiones políticas, en el que ha disminuido la sindicalización de la fuerza laboral, el avance de la tecnología y de la globalización ha permitido rebajar los costes de producción parece complicado que regrese la inflación. En cualquier caso, desde JP Morgan AM argumentan que un entorno político extraordinario puede llevar a medidas extraordinarias, por lo que la gestora recomendó enfocarse en los rendimientos reales.