El ritmo al que las innovaciones en eficiencia energética se están produciendo hace que Francesco Conte, gestor junto a Sara Bellenda de la estrategia JP Morgan Climate Change Solutions, se muestre optimista pese a que la mayoría de las economías se encuentren por detrás de los objetivos establecidos en la COP26. Estas innovaciones tecnológicas reducen de forma significativa los costes y crean incentivos de rentabilidad para las empresas que invierten en ellos. Para el gestor, la próxima revolución en eficiencia energética llegará de la mano del hidrógeno verde, que servirá para almacenar la energía generada por fuentes renovables, eliminando así la necesidad de utilizar baterías. Por ahora, producir hidrógeno líquido cuesta entre cinco y siete veces más que los combustibles fósiles, pero se estima que a finales de esta década será una realidad comercial con un precio competitivo. Cuando esto suceda, no habrá discusión posible sobre la utilización de los combustibles fósiles.
En la actualidad, las empresas que producen hidrógeno líquido se encuentran en la fase emergente de la curva de adopción de la innovación, por lo que el equipo gestor de JP Morgan todavía no tiene posiciones en su cartera, pero las considera como una posible oportunidad en el medio plazo.
En los próximos años, la respuesta al cambio climático requerirá un volumen considerable de inversiones en soluciones climáticas innovadoras. Por eso, la estrategia JP Morgan Climate Change Solutions no se centra en las empresas líderes en sus procesos de descarbonización, sino en aquellas empresas que están desarrollando productos, herramientas y soluciones que permiten a sus clientes reducir su intensidad de carbono o ser más eficientes en el uso de la energía y de los recursos.
Para examinar el universo de inversión de una forma efectiva, el equipo gestor se sirve de una herramienta que combina la inteligencia artificial con el big data desarrollada internamente por JP Morgan AM. Esta herramienta, llamada ThemeBot, construye mapas mentales utilizando técnicas de procesamiento del lenguaje natural para identificar la relevancia de las empresas con respecto a la temática del cambio climático y establece una clasificación en base a la atribución de sus beneficios.
Partiendo de un conjunto de 13.000 firmas, el universo se reduce a unas 300 empresas que son posteriormente evaluadas por el equipo de más de 90 analistas de JP Morgan AM, especializados por región y sector. En el análisis fundamental ascendente se determinan las ventajas competitivas de estas compañías, se evalúa la solidez de sus balances, las oportunidades de crecimiento a las que se enfrentan y sus valoraciones.
Después, el equipo interno de inversión sostenible de la gestora, liderado por Jennifer Wu, examina desde una perspectiva top-down si estas empresas abordan el reto del cambio climático de una forma correcta y, desde el análisis bottom-up, si estas compañías cumplen con el umbral mínimo exigido del 20% de vinculación directa de sus ingresos con soluciones contra el cambio climático. Tras el proceso de selección, el equipo gestor decide cuáles son las 50 empresas que forman parte de la estrategia en el proceso de construcción de la cartera.
Los subtemas de la cartera
Para alcanzar el objetivo de las cero emisiones netas de carbono se necesita reemplazar energías fósiles por renovables y realizar un proceso de electrificación de la economía. En la actualidad, las energías renovables, como la solar y la eólica, ya son la fuente más barata de energía. Aunque su despliegue ha sido relativamente lento, principalmente debido a los problemas derivados de su almacenamiento.
Las empresas de energías renovables y de suministros de equipos necesarios para su producción representan el 10% de la cartera de la estrategia Climate Change Solutions, mientras que las empresas que forman parte del ecosistema renovable y del proceso de electrificación representan el 20%. Un ejemplo de solución dentro del área de electrificación son los cables de alta tensión, que aseguran que la distribución de la energía producida por energías renovables se distribuye de una forma estable: un acuerdo alcanzado entre Dinamarca y Noruega ha establecido un sistema complejo de cables de alta tensión en el estrecho de Skagerrak que permite a los noruegos utilizar energía eólica danesa y a los daneses utilizar energía hidroeléctrica noruega cuando el viento no sopla lo suficiente.
A través de estos cables de alta tensión, Islandia, España y Grecia podrían exportar al resto de países miembros de la Unión Europea energía geotérmica, solar y eólica, respectivamente. Por eso representan un área clave de inversión. Del mismo modo, la estrategia también invierte en empresas de software de optimización de la red eléctrica, así como en baterías y otros equipos necesarios para completar el proceso de electrificación.
En el tema del transporte sostenible, el vehículo eléctrico y las baterías representan las principales oportunidades de inversión. Los principales fabricantes de automóviles europeos y estadounidenses han anunciado programas de inversión de unos 35.000 millones de dólares con el fin de asegurar que sus vehículos sean totalmente eléctricos para finales de esta década.
Asimismo, las baterías son una tecnología clave para el vehículo eléctrico, por eso la estrategia invierte en las tres mayores empresas de baterías a nivel mundial, una de origen chino y otras dos de origen coreano. Con la adopción del vehículo eléctrico, el consumo de electricidad en los hogares puede duplicarse al cargar la batería eléctrica del coche. En consecuencia, las infraestructuras eléctricas también deben reforzarse para hacer frente a esta fuerte demanda. El 10% asignado en la cartera al transporte sostenible se suma así al 30% dedicado a energías renovables y electrificación.
El 60% restante de la cartera se destina al tema de la eficiencia energética y de recursos. Para el final de esta década, la Unión Europea quiere reducir el consumo de electricidad en un 13% aproximadamente, pero este objetivo no es especialmente ambicioso si se compara con la reducción del consumo que el cambio a una bombilla LED puede aportar, con una disminución entre un 50% y un 90%. Del mismo modo, una bomba de calor o un frigorífico medios consumen ahora un 30% y un 50% menos que hace diez años. Se espera que estas tecnologías continúen evolucionando y sean mucho más eficientes de lo que lo son hoy en día en los próximos años, siendo claro que la tecnología juega un papel determinante en la carrera por la consecución de una mayor eficiencia energética.
En el área de la construcción sostenible, la estrategia invierte en la empresa estadounidense líder en calefacción, ventilación y aire acondicionado, que ahorró a sus clientes ocho millones de toneladas de CO2 en 2020 a través de innovación tecnológica en estos sistemas.
Otro área clave es la mejora de la eficiencia en la agricultura y la ganadería, sectores que son responsables del 20% de las emisiones globales de efecto invernadero. Por suerte, la agricultura está experimentando un proceso de digitalización. La agricultura de precisión permite a los agricultores recabar datos sobre las semillas utilizadas, la composición del suelo o la necesidad de utilizar fertilizantes. Estos datos aumentarán la eficiencia de los cultivos y los harán mucho más productivos. Por ejemplo, la estrategia invierte en las tres mayores empresas de tractores del mundo. Estas empresas se centran hoy en día en la producción de maquinaria muy sofisticada. Sin embargo, la evolución natural de estos negocios implica que en los próximos cinco o diez años acaben vendiendo software y datos, por lo que su retorno sobre el capital será probablemente mucho más elevado. La cartera también invierte en una empresa noruega que analiza el contenido de azúcar en las frutas y verduras a través de tecnología de visión 3D y es capaz de informar al agricultor de cuándo es el momento óptimo para que esta fruta sea consumida.
La eficiencia de los recursos también afecta al agua y al reciclaje. Por un lado, se necesita minimizar la cantidad de agua utilizada en los procesos de producción que requieren un uso intensivo. Por ejemplo, las empresas de semiconductores o de productos químicos, con circuitos cerrados que permiten purificar y reutilizar el agua. Por otro lado, las bolsas de plástico pueden ser recicladas en otros productos, sin necesidad de partir del petróleo para producirlos. En ese sentido, la estrategia invierte en sistemas de vending inversos, en los que los consumidores pagan un pequeño depósito por cada botella de plástico que consumen y que no recuperan hasta que las botellas son devueltas en un punto de reciclaje dentro de los supermercados en los que fueron adquiridos. Asimismo, también invierten en compuestos de madera que son impermeabilizados con plásticos, haciéndolos mucho más resistentes a la humedad.