Atravesamos tiempos de extrema volatilidad e incertidumbre; y la velocidad con la que la crisis del coronavirus ha azotado a los mercados no tiene precedentes. En su último informe de perspectivas sobre su asignación multiactivos, JP Morgan Asset Management analiza las características de la recesión que se espera para este año y del posterior ciclo económico, que prevé marcado por el uso generalizado de la política fiscal. En este contexto, recomienda sobreponderar liquidez y duración en las carteras con ligeras infraponderaciones en renta variable y crédito
A finales de 2019, las perspectivas mundiales empezaban a parecer más prometedoras: un acuerdo comercial, los recortes de tipos de la Fed y un incipiente giro en los datos macroeconómicos dieron lugar a un repunte de los activos de riesgo. Tres meses más tarde, se da por supuesta una recesión mundial para 2020 y las acciones están cayendo. Además, estamos siendo testigos de una respuesta fiscal y monetaria “inimaginable” hace unas semanas, apunta el documento elaborado por el director ejecutivo y responsable de la estrategia global de multiactivos de la gestora, John Bilton.
“A pesar de que tanto los inversores como los responsables políticos operan en terrenos desconocidos, el entorno económico que marcará el próximo ciclo se está forjando en los hornos de la actual volatilidad del mercado”. A su juicio, el ciclo maduro de la economía de los tres últimos años ha concluido y, pese a que “lo correcto en estos momentos es ser cautos”, con el tiempo, la economía y los mercados superarán esta crisis.
Según JP Morgan AM, la recesión y el nuevo ciclo tendrán sus propias características diferenciadas y, al igual que la política monetaria acomodaticia definió el pasado ciclo, el uso generalizado de la política fiscal definirá el próximo. Esto se debe a que “se requerirá un incentivo fiscal masivo y constante para afrontar las presiones deflacionistas dominantes” y “una vez que el genio fiscal ha salido de la botella, será difícil volver a introducirlo en ella”.
Teniendo en cuenta el “hundimiento” del crecimiento en 2020, considera que las TIR de los bonos continuarán cayendo y que la correlación negativa entre acciones y bonos se restablecerá. Además, la combinación del estímulo fiscal con unos tipos de referencia bajos podría tener un impulso inflacionario mayor que la política monetaria por sí sola, dando como resultado unas curvas de tipos más pronunciadas en equilibrio.
En opinión de la gestora, todo ello podría redefinir el liderazgo del mercado de renta variable en el próximo ciclo: rentabilidades más impulsadas por el crecimiento nominal de los beneficios que por la ampliación de los múltiplos, dividendos antes que recompras, apalancamiento operativo más recompensado que el apalancamiento financiero y el “value” comenzando a cerrar la brecha con el “growth”. Dependiendo de la eficacia con la que los diferentes países y regiones desplieguen el estímulo fiscal, la renta variable global podría, con el paso del tiempo, comenzar a recuperar terreno a las acciones estadounidenses.
Liquidez y duración
No obstante, primero hay que afrontar el mercado bajista. “Las acciones experimentan en estos momentos una venta masiva y son propensas a un posible rebote provocado por la cobertura de posiciones cortas, pero es posible que no presenciemos los niveles mínimos del ciclo en renta variable hasta que se conozca el impacto completo sobre los beneficios y esté más claro el perfil de la recuperación”, asegura en el análisis.
A su juicio, cuando los mercados logren encontrar su base, las acciones se recuperarán más rápidamente que el crédito. El endeudamiento de las empresas era un problema conocido antes del comienzo de la crisis y ahora podría ser un acelerador. “No cabe duda de que el apoyo de la Fed al crédito investment grade representa una gran ayuda para las empresas de mayor calidad con unos flujos de caja estables. Sin embargo, sus compras no abarcan la deuda high yield y no evitarán las rebajas de calificaciones de las empresas con unas perspectivas de flujos de caja deterioradas”, advierte.
Por el momento, sus carteras están posicionadas para un escenario de recesión y de incremento de la volatilidad: sobreponderadas en liquidez y duración con ligeras infraponderaciones en renta variable y crédito. JP Morgan AM es consciente del riesgo de un rebote provocado por la cobertura de posiciones cortas, pero no espera alcanzar los mínimos en renta variable hasta mediados de año, cuando el daño sufrido por los beneficios sea más claro.
“Indudablemente, algunos activos han sido penalizados en exceso y en los segmentos beneficiados por el respaldo de los responsables políticos –como el crédito de calidad superior- existen oportunidades de añadir riesgo de forma selectiva. Pero por el momento, reconocemos que es probable que la convicción siga siendo baja y que una reserva de liquidez resulta importante”, apunta.
Por último, destaca que, en última instancia, la recesión actual dará lugar a una nueva expansión económica y la liquidez que ofrece protección a la cartera hoy en día será, con el paso del tiempo, el activo necesario para poder comenzar a añadir riesgo ante el comienzo de un nuevo ciclo.