Nicholas Ware, gestor de carteras del equipo de renta fija estratégica de Janus Henderson Investors, explica por qué cree que en la segunda mitad de 2020 habrá menos emisiones en los mercados de bonos corporativos, tras el vertiginoso volumen de nuevas emisiones de la primera mitad del año.
Tras las emisiones de bonos corporativos por un total de 1,2 billones de dólares desde el principio de 2020, un 95% más que en 2019 (*), ahora apuestan por una disminución de las emisiones netas investment grade en la segunda mitad del año, debido en parte a las recompras y pagos de bonos. En Janus Henderson creen que las empresas gestionarán sus calificaciones y niveles de apalancamiento de forma más contundente, tras la pandemia de COVID‑19, para asegurarse de cumplir los requisitos de los rescates de los bancos centrales en el futuro.
Valor en el investment grade en la siguiente caída de mercado
La Reserva Federal estadounidense (Fed) ha constituido dos líneas de crédito por la crisis de la COVID-19, la Primary Market Corporate Credit Facility (PMCCF) y la Secondary Market Corporate Credit Facility (SMCCF), para proporcionar liquidez a los bonos corporativos en circulación. Ambas formarán parte del conjunto de herramientas para la próxima recesión, en caso necesario.
El requisito para acceder a dichas líneas es que las empresas tuvieran una calificación mínima de BBB-/Baa3 de al menos dos agencias de calificación importantes a 22 de marzo de 2020. De igual modo, el Banco Central Europeo (BCE) ha utilizado su actual programa de compras del sector corporativo (CSPP) y un programa de compras por la emergencia de la pandemia (PEPP) recientemente creado, con el requisito de que la empresa tenga una calificación de investment grade de al menos una agencia para acceder.
Por tanto, el director financiero de una empresa sabe que tendrá que tener mucha más seguridad que simplemente investment grade de cara a la próxima caída del mercado para poder acceder a esas herramientas.
En Janus Henderson creen que las empresas y corporaciones se esforzarán para proteger sus calificaciones investment grade. Puede incluso que se vean empresas high yield que intenten volver a investment grade en los próximos años (también denominadas «estrellas nacientes»). Es lo que se vio en Europa en junio de 2016, cuando se lanzó el CSPP y muchas empresas se dieron cuenta de que les favorecía tener una calificación investment grade. En el gráfico 1 se muestra el patrón de cambio en las calificaciones tras las compras de bonos del BCE.
Las empresas más grandes (las preferidas por Janus Henderson) suelen estar diversificadas, tener mayor acceso al capital y haber demostrado que pueden adaptarse a las crisis. Algo evidente dados los importantes recortes realizados en los dividendos, empleos e inversión en bienes de equipo para reforzar sus posiciones de crédito.
Por tanto, en la opinión de la gestora, el mercado está en un buen momento del ciclo de crédito, por lo que siguen siendo optimistas con respecto al crédito corporativo.
Los inversores se ponen al día con el cambio de comportamiento
Parece que los inversores se están poniendo al día con este cambio de comportamiento. El banco de inversión Bank of America realizó recientemente una encuesta entre los inversores, según la cual los clientes esperan muchos menos ángeles caídos (empresas investment grade rebajadas por debajo de esa categoría) para los próximos doce meses que hace solo unos meses.
Por supuesto que habrá ángeles caídos, pero los expertos de Janus Henderson creen que quizá se esté exagerando, teniendo en cuenta las medias adoptadas por muchas empresas y el respaldo, tanto monetario como fiscal, de las autoridades. Entre marzo y mayo de este año, las empresas consiguieron suficiente financiación, proporcionando liquidez a sus operaciones. Ahora esperan que traten de reducir el apalancamiento de sus balances y recomprar bonos en la segunda mitad del año y el año que viene.
Además, la Fed sigue ahí en un segundo plano, también comprando bonos. Aunque la Fed ha incidido considerablemente en la confianza, no ha tenido que comprar muchos bonos en el mercado de nuevas emisiones, como vemos en el gráfico 3. Los datos, de BNP Paribas, muestran que las importantes recompras de bonos por parte de las empresas estadounidenses en junio dejaron el total de emisiones netas (línea de puntos) en apenas 6.500 millones de dólares en el mes, mientras que las emisiones brutas superaron los 100.000 millones de dólares, una importante reducción con respecto al periodo entre marzo y mayo.
También hubo un gran número de emisiones en el mercado investment grade europeo en el segundo trimestre, ya que las empresas se dedicaron a acumular liquidez. De cara al verano, se espera una reducción de las emisiones, aunque el BCE tiene un papel preponderante al comprar bonos corporativos por unos 11.000 millones de euros al mes.
Conclusión
Las diversas medidas adoptadas por las empresas, como adelantar las emisiones o reducir las inversiones y pagos a los accionistas, no compensan totalmente el impacto de la reducción de los beneficios de cara al futuro (debido a los dos shocks: la covid‑19 y la crisis del petróleo), pero deberían dejarlas bien posicionadas para 2021. En Janus Henderson creen que la reducción de las emisiones durante el resto de 2020 será un factor importante para seguir respaldando la clase de activos del crédito.
Notas:
(*) A 19 de junio de 2020
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