Mientras el mundo evalúa lo que va a cambiar tras la pandemia de la COVID-19, Jim Cielinski, director de renta fija, presenta las cuestiones que Janus Henderson cree que serán clave para fijar la estrategia de inversión en lo sucesivo.
En Janus Henderson tratan de comunicar las perspectivas de sus equipos de inversión para ayudar a informar a los clientes y, en los próximos meses, utilizarán estas cuestiones como guía para que los líderes y equipos de inversión de las diferentes clases de activos que cubre la gestora ofrezcan su visión sobre si probablemente el mercado se encamina hacia una trayectoria alcista o a la baja.
Cada crisis trae consigo cambios. El caso del coronavirus (COVID-19) no será distinto. Cambiará la manera en la que las personas interactúan, redefinirá la forma en que responden las autoridades y transformará drásticamente la geopolítica y los mercados financieros. Sin embargo, existe gran desacuerdo sobre cómo se producirán dichos cambios y las respuestas a tantas preguntas fundamentales relacionadas con la inversión nunca habían sido tan binarias como hasta ahora. Entender estas cuestiones fundamentales será esencial para abrirse paso en el futuro universo de la inversión.
¿Una ruptura de las normas o una vuelta a las normas?
Las previsiones que se realizan durante las crisis son tristemente malas. Los seres humanos tienden a fijarse en cómo se verán obligados a cambiar su modo de vida e interactuar con los demás. Se supone que viajar ya no será lo mismo, que no se comerá fuera con la misma frecuencia y que la mitad de la población trabajará siempre desde casa. Pero, casi siempre, los seres humanos buscan volver a una zona de confort y tratan de recuperar las cosas con las que disfrutaban. Si las crisis anteriores sirven de ejemplo, en 12 a 18 meses, la mayoría de la gente hará muchas de las mismas cosas que hacía hace seis meses.
Por supuesto que habrá cambios. Las tendencias disruptivas suelen acelerarse en tiempos de crisis, y la volatilidad y la tensión relacionada con la pandemia de COVID-19 probablemente supondrá un estímulo de cambios rápidos en el comportamiento. La experiencia de ir de compras, por ejemplo, podría no volver a ser igual, a medida que las tendencias existentes antes de la crisis se afiancen en los próximos años. Sin embargo, la mayoría de los cambios estarán pensados para facilitar la vuelta a la normalidad. Por ejemplo, tras el desastre del 11 de septiembre, hubo incontables predicciones de que los viajes en avión se desplomarían. En cambio, los viajes aéreos se dispararon a niveles récord, aunque hubo cambios a gran escala en el funcionamiento y la seguridad de los aeropuertos para hacer posible esa rápida recuperación. De igual modo, dentro de un año se seguirán viendo películas, aunque mucho más desde casa a través de streaming digital que en los cines. Aunque eso es fundamental para los servicios de streaming y las empresas del cine, el consumo de películas en general no cambiará mucho. Como personas, muchos encontrarán diferentes formas de hacer lo mismo que hacían antes de la crisis. Pero como inversores, la opinión de Janus Henderson es que no hay manera posible de volver al antiguo paradigma.
Dos ámbitos en los que no hay vuelta atrás
Puede que las conjeturas sobre cómo la COVID-19 podría afectar al estilo de vida sigan dominando los titulares, pero es fundamental que los inversores miren más allá, hay muchas más preguntas importantes que aguardan.
Lógicamente, la evolución del virus, la duración de las medidas de confinamiento y los avances en los test, tratamientos y desarrollo de vacunas para la COVID-19 determinarán los movimientos del mercado a corto plazo. La volatilidad de los mercados llevará a adoptar un sesgo de inmediatez. Pero, a largo plazo, hay dos cosas que indican que el mundo económico no volverá a ser exactamente el mismo. La primera: la respuesta política a esta crisis ha servido para recordar que en realidad a las autoridades nunca les faltan herramientas, como se decía hace poco. La segunda: las réplicas de la impresionante cantidad de deuda emitida se dejarán notar durante décadas.
Una nueva era para las autoridades políticas
Se sabe que las crisis provocan cambios irreversibles en la política monetaria y fiscal, así como en la geopolítica. Las respuestas políticas son previsibles y el impacto de las política aún lo es más. Y, con cada crisis, una idea que antes parecía radical se aproxima cada vez más a la norma. En 2007, ¿cuántas personas habrían pronosticado unos tipos negativos y una expansión cuantitativa de 5 billones de dólares en expansión?
Hablando de tipos negativos, Janus Henderson indica que no han sido la panacea que las autoridades esperaban. Esto ejercerá una continua presión sobre la expansión cuantitativa para combatir la contracción económica, básicamente al borrar las líneas de donde los bancos centrales simplemente prestan dinero a prestatarios corporativos. Comienza una nueva era de intervención directa en los mercados de activos y crédito.
En menos de tres meses, se ha visto cómo la política monetaria ha traspasado todos los límites de lo que se creía posible, y la política fiscal está ahí a su lado. Tras mantenerse en un segundo plano por detrás de la política monetaria en los últimos años, la política fiscal se ha puesto al mando: los megadéficits son la «nueva normalidad».
Montañas de deuda
El efecto persistente de dicha deuda es otro aspecto de esta crisis de que no hay vuelta atrás. En 2008, se emitió una cantidad impresionante de deuda para rescatar las economías de la crisis financiera global. Muchos abogaron por el fin del superciclo de deuda, ya que el peso de deuda se disparó a niveles considerados insostenibles. Pero, pasada una década, se ha demostrado que, en realidad, la deuda era sostenible. Ahora que la deuda vuelve a dispararse a nuevos récord, ¿seguirá siendo así?
La deuda no es mala por sí misma. Si la tasa real de rentabilidad de los activos es superior a los costes de financiación, la deuda puede ofrecer un fuerte estímulo al crecimiento. Esto es válido para gobiernos, empresas y particulares. De igual modo, al ayudar a sostener a consumidores y empresas en momentos de tensión, los bancos centrales pueden reducir el riesgo de un mayor peso de la deuda y alentar un mayor endeudamiento.
Por otro lado, la deuda equivale a no ahorrar. Y un principio económico sostiene que, por cada uno que no ahorra, debe haber uno que ahorra para financiarlo. Ese es el riesgo en un gran shock global, ya que el paso al «no ahorro» por parte de los gobiernos de todo el mundo ha sido sorprendentemente grande. ¿Quedará alguien para proporcionar los ahorros globales para abordar este creciente desequilibrio? La respuesta a esta pregunta dirá mucho más sobre las expectativas de inflación, la productividad y la desigualdad económica.
Las preguntas para los inversores
La gravedad de la desaceleración actual no tiene precedentes. La respuesta política ha sido igual de insólita. Ambas han suscitado un aumento de la incertidumbre y más preguntas que respuestas. Básicamente, los mercados ya no son lo mismo después de una crisis como ésta y tal vez esa sea una predicción que resulte cierta.
Pero, como inversores, muchas veces es más importante formular las preguntas adecuadas que tener todas las respuestas. Saber qué preguntas hacer es un primer paso para detectar las señales para sortear la volatilidad. Y ayuda centrar la mente en los factores que de verdad moverán los mercados en los próximos meses y años.
La lista de preguntas que se detalla abajo no es ni mucho menos exhaustiva, pero un inversor que pueda responderlas tendrá las claves para armar el rompecabezas al que tiene que enfrentarse. Cada una de estas cuestiones generan gran cantidad de opiniones. Han surgido argumentos perfectamente válidos a un lado y otro.
A continuación, Janus Henderson resume algunas de las preguntas que considera fundamentales y ofrece una instantánea de la dicotomía que existe entre quienes realizan pronósticos.
Cada uno de estos temas merece mayor atención de la que se puede ofrecer en esta nota. En Janus Henderson no pretenden tener todas las respuestas, pero les parece valioso sentar las bases de la siguiente fase del debate y, a ser posible, contribuir a ello.
Cabe esperar que la incertidumbre de verdad permanezca durante muchos meses y saber que por más análisis que haya, no se podrá tener todas las respuestas. Mientras tanto, los inversores deberán intentar contestar a esas respuestas de forma adecuada y tener presentes tanto los riesgos como las oportunidades.
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