La inflación persiste en los mercados acorralando a los inversores y también a los bancos centrales. Incluso, tras la serie de datos económicos de las últimas semanas, las inquietudes sobre la inflación se intensificaron cada vez más en torno al preocupante término de “estanflación”. Según las gestoras, nos encontramos en un entorno de transformación y eso implica una mayor volatilidad y divergencia, también en términos de inflación.
“Creemos que estamos ante una era de transformación, principalmente en tres áreas: verde, tecnológica y social. Y para el crecimiento y la inflación esto significa que será divergente según las regiones y los países ya que estas transformaciones irán a diferentes velocidades”, apunta Joachim Fels, asesor económico global de PIMCO.
Para entender la dimisión de la situación y cómo preocupa en los mercados, Álvaro Cabeza, Country Head UBS AM Iberia, explica: “En los mercados desarrollados, el aumento de la inflación también refleja el éxito de los bancos centrales en la aplicación de políticas orientadas a aumentar la inflación y las expectativas de inflación por encima de los objetivos a largo plazo. Por su parte, en los mercados emergentes, también refleja la inflación de los alimentos importados y de la energía, así como el impacto de la depreciación de las divisas en los bienes comerciales. La inflación en Asia, incluida China, India, Indonesia, Malasia y Corea del Sur, sigue estando controlada y, en la mayoría de los casos, en un nivel muy bajo. Sin embargo, el resto de los mercados emergentes ha experimentado una mayor tasa de inflación, lo que ha obligado a los bancos centrales a subir los tipos, en algunos casos con contundencia”.
Más que un relato en torno a la inflación, lo que hemos tenido ha sido un debate constante de si se trata de un fenómeno transitorio o no, incluso si hemos caído en la conocida estanflación. “La ralentización del crecimiento mundial amenaza con provocar estanflación”, asegura Ariel Bezalel, responsable de renta fija en Jupiter AM y gestor de Dynamic Bond. El experto indica que “esta situación es peligrosa para los inversores”, pero señala que se trata de “un riesgo a corto plazo, pero no de una preocupación a largo plazo para los inversores”, ya que, según comenta: “La inflación es transitoria y descenderá cuando se corrijan las alteraciones de las cadenas de suministro y la oferta vuelva a ponerse al nivel de la demanda”.
Ariel Bezalel aclara además que la inflación es solamente la mitad de la ecuación de la estanflación, siendo el otro factor el crecimiento mundial y se observan numerosas señales de que el crecimiento mundial ha tocado techo. “De cara al futuro, creo que los mercados probablemente van a sufrir más volatilidad ante los intentos de los bancos centrales de reducir los estímulos. Sin embargo, las fuerzas estructurales a más largo plazo probablemente hagan que las presiones inflacionistas se disipen al calor de la normalización de las economías”, afirma.
Los expertos de la gestora Federated Hermes destacan que “las expectativas de inflación no han disminuido” -en todo caso, el argumento de la inflación transitoria se ha debilitado en los últimos días- y las decisiones sobre los tipos de interés son inminentes. Comentan, además, que “la actual crisis del gas en Europa y las recientes subidas de los precios de las materias primas energéticas en general implican que la inflación seguirá subiendo en los meses de invierno.
“Las cifras de inflación de septiembre siguieron siendo elevadas en todos los ámbitos, aunque hubo indicios de un respiro temporal. De hecho, el panorama de la inflación va a empeorar a corto plazo antes de empezar a mejorar. La actual crisis del gas en Europa y las recientes subidas de los precios de las materias primas energéticas en general implican que la inflación seguirá subiendo en los meses de invierno. Los efectos de base, una probable moderación de los precios de las materias primas y una relajación gradual de las restricciones de la oferta deberían impulsar la inflación a la baja a partir de la primavera del próximo año. No obstante, cuanto más tiempo permanezca elevada la inflación real, mayor será el riesgo de que se enquiste a través de las expectativas y/o los procesos de formación de salarios. Por esta razón, la evolución de los mercados de trabajo -todavía difícil de interpretar debido a las persistentes distorsiones relacionadas con el COVID-19- será crucial”, afirma Silvia Dall’Angelo, economista senior del negocio internacional de Federated Hermes.
Hasta el momento, la inflación ha estado durante mucho tiempo por debajo de los objetivos de los bancos centrales, a pesar de que estos han hecho todo lo posible por elevarla hasta el nivel deseado del dos por ciento. Ahora “el genio está fuera de la botella” y podría ser difícil volver a meterlo, apunta Bert Flossbach, cofundador de Flossbach von Storch. En su opinión, las subidas de los tipos de interés, el remedio tradicional en anteriores periodos inflacionistas, son hoy una propuesta arriesgada. “Dado el alto nivel de deuda nacional y la todavía frágil recuperación post-pandémica – especialmente en la zona euro – los aumentos de los tipos de interés sólo podrían justificarse en dosis homeopáticamente pequeñas en un futuro previsible. Por ello, los bancos centrales, en particular el Banco Central Europeo (BCE), están tranquilizando con la narrativa de que se trata sólo de un bache temporal de la inflación que desaparecerá el año que viene cuando se resuelvan los cuellos de botella de la oferta. Sin embargo, si la inflación resulta ser persistente, esta narrativa perderá credibilidad”, explica Flossbach.
El equipo de Portocolom AV considera que pese a ser un elemento fundamental para los bancos centrales, no le corresponde a ellos frenar todos los catalizadores de la inflación como, por ejemplo, las tensiones en los mercados energéticos o los problemas con la cadena de suministros. “Es cierto que los bancos centrales tratarán de retrasar al máximo posible cualquier decisión que implique romper la ola de liquidez que estamos disfrutando, con la esperanza de que tanto la tensión en los mercados energéticos remita y los problemas de suministro comiencen a desaparecer. Los inversores deben comenzar a hacer suya una de las grandes frases del mundo del surf: No puedes parar las olas, pero puedes aprender a surfear”, añaden.
Cambios en las carteras de los inversores
Según los expertos de MainFirst, en caso de que los precios sigan aumentando, los inversores tendrán que reconsiderar sus objetivos de inversión. “El nuevo principio de inversión en el que debe centrarse todo inversor es: ¿con qué asignación puedo mantener mi poder adquisitivo en términos reales a medio y largo plazo? Si echamos un vistazo a la asignación de activos revela un claro sesgo hacia los tipos de interés. Esto conlleva el peligro inherente de verse afectado significativamente por el impuesto especial que induce la inflación, incluso si la tasa de inflación es sólo relativamente baja. Esto requiere un cambio completo de mentalidad: para poder preservar el patrimonio en términos reales, los inversores no podrán evitar una asignación suficiente en inversiones de capital con un perfil de rentabilidad/riesgo más elevado; en otras palabras; sin renta variable, el patrimonio se resentirá”, señalan.
Para la firma Alger, socio del Grupo La Française, el activo “perdedor” en las carteras es el efectivo: “No somos partidarios de grandes asignaciones de activos al efectivo. Preferimos invertir en renta variable para proteger potencialmente el poder adquisitivo a largo plazo. En nuestra opinión, los valores de crecimiento que son menos susceptibles a la presión del aumento de los costes de los insumos, como los mercados en línea de bienes o servicios profesionales, así como las redes de pago o los procesadores, pueden incluso beneficiarse del aumento de los precios”.
Para Vincent Chaigneau, jefe de análisis de Generali Insurance AM, ante el contexto actual, por ahora, tiene sentido añadir protección contra la inflación en las carteras, mediante bonos vinculados a la inflación, materias primas, activos reales, acciones value, etc. “Pero todavía es muy prematuro esperar que la inflación de la zona euro se sitúe por encima del 2% durante un periodo prolongado. La inflación del euro, actualmente en el 3,4%, ha sido del 1,6% de media desde la creación del euro y del 1,2% en los últimos 10 años, lo que ha anclado las expectativas en un nivel bajo. El conocido swap de inflación en euros a 5 años cotiza en torno al 1,80%. Hay margen para que esta medida siga subiendo a corto plazo, pero el BCE se asegurará de que se respete su objetivo de inflación revisado (2% simétrico)”, apunta.