Tras cinco años desde que saliera adelante la votación para que el Reino Unido dejase la Unión Europea, las gestoras reconocen que el impacto de este proceso y de la nueva realidad de la UE ha sido difícil de desagregar y leer en los mercados en comparación con otros eventos, como lo ha sido el COVID-19. De aquel junio de 2016 a este de 2021, queda comprendido un período de incertidumbre y disparidad entre la renta variable europea y británica, un contexto en el que el COVID-19 también impactó.
“Desde la finalización de la salida del Reino Unido de la UE en diciembre de 2020, los acuerdos comerciales entre la UE y el Reino Unido han tenido un comienzo accidentado. Es ampliamente conocido que las empresas han notado dificultades administrativas, aduaneras y los retrasos en las entregas, y estas barreras no arancelarias han repercutido en los flujos comerciales, sobre todo del Reino Unido a la UE. Algunas de las empresas con las que hablamos han notado estas dificultades, pero han tenido tiempo de preparar y gestionar sus inventarios y cadenas de suministro para hacer frente a estas fricciones”, señala Jonathan Allison, director de inversiones de Aberdeen Standard Investments.
Allison reconoce que, en los primeros días de negociación en 2021, tras la finalización del acuerdo de separación, se produjo una reacción positiva de los precios de las acciones en el Reino Unido, con el mercado respondiendo favorablemente al final de un largo período de incertidumbre.
Utilizando como indicador el comportamiento del Eurostoxx50 y del FTSE100 estos últimos años se observa una cierta disparidad en la evolución de los índices. Si tomamos como referencia la fecha del Brexit en 2016, la evolución de la renta variable europea respecto a la de Reino Unido ha sido un 23% superior. “Un inversor extranjero que ha invertido en el FTSE100 no sólo ha tenido en general una peor rentabilidad con respecto al Eurostoxx50, sino que también se ha visto penalizado por la depreciación de la libra. Tomando como referencia un horizonte temporal más a corto plazo desde enero de 2020, cuando se oficializó la salida del Reino Unido de la UE, es cierto que la renta variable europea lo ha hecho mejor en general que la del Reino Unido, pero pensamos que está más relacionado con el coronavirus y el fuerte impacto que ha tenido en UK respecto a otros países, tanto a nivel humano como a nivel económico, donde el sector servicios tiene un peso mayor que en otros países como Alemania”, afirma Jonathan Capelo, asesor patrimonial en Portocolom AV.
Según recuerda Simon Keane, especialista en renta variable de Schroders, cuando las negociaciones del Brexit llegaron a su desenlace a finales del año pasado, los inversores británicos percibieron que las perspectivas de su mercado nacional mejoraban. La Encuesta a Asesores Financieros del Reino Unido de Schroders 2020 reveló que el 40% de los encuestados pretendía aumentar las asignaciones a las acciones británicas durante los 12 meses siguientes. “Seis meses después, evitado un Brexit sin acuerdo y tras la eficiente distribución de las vacunas contra el COVID-19, parece que también los inversores internacionales están recuperando algo de interés. Las últimas encuestas de gestores de fondos globales de Bank of America (BofA) revelan que los encuestados están sobreponderados en acciones del Reino Unido por primera vez desde marzo de 2014”, explica Keane.
Sin embargo, apunta Keane, las acciones del Reino Unido ya habían quedado rezagadas con respecto a sus homólogas globales muchos años antes del COVID-19. “La certidumbre en torno al Brexit también ha sido un factor que ha contribuido a su rentabilidad relativamente sólida de los últimos tiempos. El acuerdo de separación alcanzado se ha considerado mejor que las normas y los aranceles por defecto de la Organización Mundial del Comercio. En lo que va de año, las acciones del Reino Unido se han revalorizado un 15,3% (rentabilidad total, en dólares estadounidenses), superando con creces a otras regiones importantes, como Europa, Estados Unidos, Japón y los mercados emergentes. Sin embargo, siguen sin despertar demasiado interés, con valoraciones relativas extremadamente bajas en un contexto histórico”, matiza.
Sue Noffke, responsable de la renta variable británica de Schroders, afirma: “Los importantes riesgos políticos y económicos percibidos por el Brexit hicieron que la rentabilidad total de las acciones británicas fuera inferior a la de sus homólogas internacionales, y la debilidad de la libra esterlina exacerbó este diferencial. Cinco años después de la decisión del Reino Unido de abandonar la UE, estos riesgos han disminuido. Sin embargo, la valoración del mercado bursátil británico sigue reflejando su anterior condición de no favorito. El mercado cotiza con un descuento del 40% respecto a sus homólogos mundiales, el nivel más bajo en 30 años. El gobierno británico se ha asegurado una amplia mayoría, mientras que la economía nacional ha capeado las tormentas del Brexit y de la pandemia del COVID-19 y está preparada para recuperarse con fuerza. El mercado de valores del Reino Unido tiene un gran porcentaje de empresas internacionales, así como firmas nacionales. Muchos valores han demostrado ser resistentes y están baratos en relación con sus pares internacionales, ofreciendo buenas perspectivas de crecimiento futuro. Los gestores activos están descubriendo que el mercado de valores del Reino Unido ofrece un amplio conjunto de atractivas oportunidades de inversión entre las que elegir».
Por último, desde Schroders añaden que se ha producido una reactivación de las fusiones y adquisiciones “internas” del Reino Unido por parte de compradores extranjeros en 2021. Esto quizás subraya el alcance de la oportunidad, que los inversores con mentalidad de largo plazo han observado desde hace tiempo.
Puntos aún calientes
En opinión de Ludovic Colin, gestor de Vontobel AM, se puede encontrar «prima del Brexit» en el mercado. “La libra esterlina está ligeramente infravalorada, el FTSE está ligeramente infravalorado frente a sus pares, y algunos diferenciales de crédito son ligeramente más amplios que sus equivalentes en la UE, por ejemplo. ¿Es esa prima lo suficientemente grande como para pagar los riesgos a largo plazo? Probablemente no. ¿Sigue habiendo una oportunidad a corto plazo? Probablemente sí”, explica Colin.
Ahora la tensión política sigue puesta en la frontera con Irlanda del Norte, una de las líneas rojas durante la mayor parte de la negociación. “El asunto que genera más presión es el de Irlanda del Norte, donde la decisión unilateral del Reino Unido de ampliar los periodos de gracia para los controles de las mercancías que cruzan entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte no ha sentado demasiado bien a la UE, que argumenta que la decisión incumple los acuerdos comerciales posteriores al Brexit. Este puede seguir siendo el principal punto de conflicto a medio plazo, sobre todo si los problemas de seguridad y los trastornos económicos se intensifican”, añade Allison.
Después de estos cinco años, Capelo considera que tanto el Reino Unido como la UE se han visto penalizados por la inestabilidad política derivada del Brexit, “si bien es cierto que en el corto plazo el daño sufrido en estas dos economías ha tenido más que ver con la menor velocidad de recuperación económica y por la lentitud a la hora de aprobar medidas para paliar la crisis comparado con otras regiones como EE.UU. o China”.
En su opinión, “si sólo analizamos estas dos economías es un hecho que UK ha tenido un comportamiento peor que la UE aunque creemos que como en otras ocasiones y por reversión a la media las empresas del Reino Unido que han sido muy penalizadas estos últimos años y que han quedado rezagadas respecto a las empresas europeas podrían tener un mayor potencial de revalorización en el medio plazo”.