Los bancos centrales y los mercados esperan a que se defina la senda que llevará de la expansión cuantitativa de los últimos años a una normalización monetaria que suponga menor liquidez y una mayor subida de tipos de interés. Los grandes interrogantes ante este senda es cómo se andará, a qué ritmo y quién empezará.
Para esta última pregunta parece que ya hay respuesta: la Fed. En septiembre asistimos a un hecho importante en el largo camino hacia la recuperación tras la crisis financiera; la Fed anunció que comenzará a reducir su balance de 4,5 billones de dólares a partir de octubre. “La institución empezará por fin a retirar su programa de compra de activos, también conocido como expansión cuantitativa, y dejará que los bonos de su balance lleguen a vencimiento en vez de reinvertirlos” explica Schroders en su último informe económico elabora por Keith Wade, economista jefe, Azad Zangana, economista europeo, y Craig Botham, economista de mercados emergentes.
El proceso se hará de forma gradual. En la fase inicial, se permitirá el vencimiento de bonos del Tesoro y bonos con titulización hipotecaria (MBS) por valor de 10.000 millones de dólares cada mes. No obstante, esta cifra aumentará en 10.000 millones cada tres meses hasta alcanzar un máximo de 50.000 millones de dólares al mes. Aunque, según señalan estos expertos, llegado este punto, “el ritmo de la reducción del balance dependerá del volumen de los bonos que llegan a su vencimiento, aunque, de cualquier modo, esta medida provocará un cambio significativo en la liquidez”.
En su opinión, la transición de la expansión cuantitativa a la normalización monetaria ha sido bien recibida, ya que constituye un paso más hacia la normalidad tras la crisis financiera global. “La Fed ha sido clara a la hora de expresar sus intenciones y, si bien los rendimientos de los bonos en Estados Unidos podrían sufrir ciertas presiones alcistas, deberían seguir viéndose apuntalados por el comportamiento positivo de la inflación y el descenso de las previsiones sobre los tipos de interés de equilibrio a largo plazo. Si observamos el panorama completo, incluso en un contexto de normalización monetaria, la liquidez global debería seguir aumentando en los próximos 12 a 18 meses, sustentada en gran medida por el Banco de Japón”, apuntan.
La liquidez global acabará reduciéndose
Sin embargo, si bien todo esto resulta alentador para los mercados y los activos de riesgo, los expertos de Schroders hacen un llamamiento a la prudencia. “En primer lugar, el ritmo de la expansión de la liquidez se ralentizará a medida que la Fed normalice su política y el Banco Central Europeo (BCE) comience a retirar su programa acomodativo. Además, la retirada de estímulos por parte del BCE puede conllevar fluctuaciones más pronunciadas en los flujos de capital y en los rendimientos, debido al efecto de la expansión cuantitativa en las carteras”, añaden.
En este sentido consideran que a medida que los rendimientos de los países núcleo de la zona euro aumenten, podrían generarse problemas para las economías periféricas, que ya no contarían con el respaldo del banco central en sus mercados de deuda pública.
Asimismo, estos expertos se plantean si es posible analizar la liquidez global, ya que, a la hora de valorar la rentabilidad, los inversores internacionales deben tener en cuenta los costes derivados de los tipos de cambio y las coberturas. “Es posible que la configuración actual de los tipos de interés retenga los capitales en sus países de origen, en vez de que estos fluyan desde regiones con expansión cuantitativa a aquellas en las que se esté normalizando la política monetaria. La conclusión es que no todos los programas de expansión cuantitativa son iguales y aunque la liquidez global no se extinguirá, empezará a debilitarse a medida que nos adentremos en 2018”, concluyen.