Aunque la semana pasada los mercados asistieron a una recuperación, el descenso del precio del petróleo desde mayo no deja de preocupar a los inversores, que probablemente no han olvidado su fuerte caída en 2014 y 2015 ni tampoco sus consecuencias.
En primer lugar, explican los analistas de NN Investment Partners, porque afecta a la rentabilidad del sector de la energía. La caída desde 120 a 32 dólares por barril aniquiló los beneficios del sector. El año pasado el crudo experimentó una recuperación de los resultados cuando el precio volvió a superar los 50 dólares por barril, pero para la gestora, la situación puede haberse estancado de nuevo.
“Existe un retraso temporal de 9 a 12 meses entre la evolución de la cotización del crudo y los beneficios empresariales, por lo que el impacto sólo se apreciaría a partir del cuarto trimestre de este año o el primero de 2018. En la actualidad, los beneficios del sector energético representan el 5% de los beneficios globales, cuando en el período 2000-2014 dicha cifra rondaba el 13%”, apunta la firma en su último análisis semanal de los mercados.
Para sus analistas, la buena noticia es que el efecto en los beneficios globales sería más limitado que en 2015-2016, sin embargo esto plantea cuestiones sobre la sostenibilidad de los dividendos, ya que el flujo de caja es insuficiente. La rentabilidad por dividendo actual, del 3,8%, proporciona un apoyo importante al sector.
En segundo lugar, continúan, afectaría a la economía en su conjunto a través de un menor gasto de inversión en capital fijo (capex). Incluso después de haber sufrido fuertes recortes en los últimos tres años, la inversión en capital fijo del sector energético continúa representando el 16% del total mundial.
“Las repercusiones de un precio del petróleo persistentemente bajo serían ya visibles en la dinámica de resultados, que en el sector energético ya se ha vuelto negativa”, reza el análisis de NN IP.
Rendimiento de los bonos
En tercer lugar, añaden, ejerce efectos a través de las expectativas de inflación, ya que existe relación entre las tendencias del precio del crudo y dichas expectativas. El menor precio del petróleo afecta al rendimiento de los bonos, lo que representa un importante contratiempo para el sector financiero. “Por supuesto, se trata tan sólo de un factor entre otros, por lo que tampoco debería exagerarse. Al respecto, la política monetaria juega un papel más decisivo”, dicen.
Para que los mercados mantuviesen su firme evolución este año, NN IP estima que el precio del petróleo debería estabilizarse y por eso la firma espera un nuevo repunte del mismo, impulsado por un mejor equilibrio entre oferta y demanda, así como por factores estacionales. Además apunta que la temporada de viajes por carretera en EE.UU. es un factor relevante en este sentido. Además, las paradas de mantenimiento de las refinerías europeas y asiáticas se concentran en los meses de mayo y junio, respectivamente. En consecuencia, el grueso de las reducciones en las reservas de petróleo podrían producirse en el tercer trimestre, en lugar de en el segundo. Por su parte, las refinerías de EE.UU. están operando al 94% de capacidad, por encima de lo habitual en estas fechas. Una mejor dinámica estacional en su conjunto implica una mayor demanda estimada de petróleo en el segundo semestre frente al primero.
“Si a esto se suma el cumplimiento del pacto de reducción de suministro de la OPEP, el petróleo debería superar los 50 dólares por barril en los próximos meses. Es poco probable, con todo, que vaya a ir mucho más allá. La producción a partir de esquistos bituminosos en EE.UU. se ha vuelto más eficiente y, en cuanto el precio supera el umbral de rentabilidad, se consolida rápidamente en niveles más altos. También el número de plataformas petrolíferas sigue aumentando. Esto actuará como un factor que limitará el precio del petróleo”, añaden
En conclusión, NN Investment Partners tiene clara cuál es la amenaza que representaría la debilidad del precio del petróleo para el mercado, vía beneficios y a través del canal de efectos macroeconómicos. Pero, al mismo tiempo, cree que hay razones para pensar que el impacto será menor que en 2015, en parte por el punto de partida y en parte por la probabilidad de que su precio se recupere en los próximos meses.