El greenium o prima verde, el rendimiento que los inversionistas conceden a las empresas que emiten un bono verde en comparación con el rendimiento que habrían requerido de estas mismas empresas para un bono convencional con el mismo vencimiento, se ha percibido durante mucho tiempo como volátil, oscilando en una u otra dirección según a la estacionalidad. Sin embargo Mirova, firma afiliada a Natixis IM, ha detectado en sus últimos informes que se ha convertido en un tema clave desde 2020.
Según interpretan Agathe Foussard, gestora de carteras en Mirova, y Nelson Ribeirinho, gestor de carteras y analista de crédito senior en Mirova, el greenium “se debe únicamente a una discrepancia entre la oferta y la demanda”, ha caído, pero sigue expuesto al entorno actual, caracterizado por mayor aversión al riesgo y volatilidad. En su último estudio, han examinado los factores que pueden actuar como nuevos catalizadores durante este año y han identificado cuatro elementos: las tasas de interés positivas, la consolidación de la taxonomía europea, la aparición de los bonos vinculados a sustentabilidad como rivales de los bonos verdes y, por último, calificaciones crediticias actualizadas para los índices y el universo generalizado de bonos.
“Hoy, el greenium se sitúa en 2.64 puntos básicos (p.b) como diferencial de rendimiento (o diferencial de crédito), habiendo caído a 1.5 pb en el curso de enero. Creemos que el greenium se equilibrará en 2022 en 2 pb para la deuda senior y, más exactamente, en 5 pb para la deuda corporativa senior (excluyendo las finanzas) y en 6 pb excluyendo servicios públicos, gobiernos y finanzas. Dentro de estos sectores, parece natural que los bonos verdes emitidos por empresas de servicios públicos o bancos muestren un greenium débil o incluso neutral, ya que toda su deuda podría volverse verde y los bancos no pueden emitir bonos vinculados a la sostenibilidad debido a desafíos regulatorios”, explican.
Según su análisis, la gran incertidumbre en la “ecuación” del greenium sigue siendo el dominio de los bonos vinculados a la sostenibilidad, que inundaron el mercado primario el año pasado con volúmenes de emisión que superaron los 100 mil millones de dólares. “Los bonos vinculados a la sostenibilidad ofrecen un grado de flexibilidad, ya que los objetivos permanecen en manos de la empresa, por así decirlo, lo que no es el caso en bonos verdes, sostenibles o sociales”, aclaran.
Entre sus conclusiones, apuntan a que parece probable que varios sectores, particularmente dentro de los cíclicos, pudieran verse atraídos por este formato: en estos sectores, el greenium dependerá de la proporción de bonos verdes ante los bonos convencionales y bonos vinculados a la sostenibilidad, por lo que podría potencialmente ser mayor. “La competencia entre bonos vinculados a la sostenibilidad y bonos verdes o sostenibles es un factor determinante. De hecho, la aparición de los bonos vinculados a la sostenibilidad podría ralentizar el crecimiento del mercado de bonos verdes, evitando que el greenium se reduzca en algunos sectores”, añaden.
Los acontecimientos recientes, incluida la invasión de Ucrania por Rusia, han creado un entorno de aversión al riesgo, lo que ha provocado que se amplíen los diferenciales de crédito. “En este contexto, parece que los bonos verdes y sostenibles tienden a comportarse mejor (es decir, se venden menos), lo que demuestra más resiliencia. Esto se debe a: el perfil más defensivo que muestra el universo de bonos verdes; sus características de impacto popular; y su base de inversionistas, que se cree tiene un horizonte de inversión más largo”, explican.
Otra de las conclusiones que Foussard y Ribeirinho defienden es que algunas clases de activos volverán con fuerza, mientras que otros se consolidarán, a lo largo de este año. Por ejemplo, esperan un gran resurgimiento de la deuda verde bancaria preferencial senior y los bonos garantizados emitidos por bancos (estos instrumentos, considerados refugio seguro, financian principalmente la construcción de edificios verdes).
“El supuesto desmantelamiento de las TLTRO III tendrá importantes implicaciones. Con la restricción gradual de los bancos centrales de sus políticas monetarias, es probable que los bonos garantizados (más de la mitad de los cuales tienen calificación AAA) y deuda bancaria senior (calificada por encima de A) dominen la emisión de bonos corporativos a medida que aumenta el número de países, inaugurales e históricos, empiecen a emitir deuda. A nivel sectorial, también esperamos que las empresas de energía y las empresas de suministros sigan tan activas como ahora. Esperamos una convergencia entre los índices de bonos verdes y los índices convencionales global aggregate”, añaden.