Lo inusual parece haberse convertido en lo normal dentro del sistema financiero, esa es la reflexión sobre el entorno actual que hizo George Muzinich, presidente y consejero delegado de Muzinich & Co, durante la conferencia anual de su firma en Madrid. En su intervención, reclamó la vuelta a la normalidad del funcionamiento de los mercados y sobre todo de las políticas monetarias.
Muzinich, que comenzó su carrera profesional en 1971 en Brothers Harriman, hace este análisis desde su experiencia y después de haber sido testigo de “casi todas las crisis posibles”. Según su argumento, “lo que nos dice la historia es que cada crisis financiera se produjo por un gran endeudamiento, y nosotros ahora tenemos que analizar y detectar dónde está ese exceso de deuda”.
En este sentido, llama la atención sobre el alto apalancamiento corporativo que hay, por ejemplo, en países como Estados Unidos. En su opinión, las empresas se endeudan porque el dinero está barato y lo piden para recomprar sus acciones. “Eso está bien para compañías como Apple, pero no es tan acertado para las compañías que vemos tras la deuda investment grade. Este nivel de endeudamiento es asumible para las empresas norteamericanas, porque el país ha experimentado un fuerte crecimiento de la demanda, pero el problema estará en los países emergentes. Ojo porque actualmente la deuda AAA es la mitad que la que existe de investment grade”, explica.
También le preocupa la deuda soberana, que ha pasado de los 10 billones de dólares de hace una década a los 30 billones de dólares de ahora. En este sentido, señala que aquellos países con un fuerte endeudamiento y dependientes de los recursos naturales, serán los que sufran los mayores desequilibrios. “Estamos en un periodo de estancamiento, con spread muy estrechos. Eso quiere decir que la economía va lenta, sin embargo hay una clara contradicción: las bolsas van rápido; lo que significaría que la economía va rápido. Sin duda, aquí hay algo artificial, algo que no cuadra”, advierte.
El papel de los bancos centrales
Esto tiene que ver con que “en 2014 entramos un modelo económico artificial. Los bancos centrales no pueden seguir impulsando los balances con sus compras ni permitir que siga habiendo tanto dinero con tipos de interés negativos”, afirma Muzinich. En su opinión, han sido los bancos centrales los que han alimentado este escenario de “endeudarse sin problema” y generado ese entorno artificial, donde el QE “ha sido un experimento”.
Según su análisis, mientras la Reserva Federal (FED) y el Banco Central Europeo (BCE) mantengan sus “políticas agresivas”, esta situación de estancamiento continuará y retrasará la recuperación que habrá tras la retirada de los estímulos. “Parece que nos hemos olvidado que después de una recesión siempre viene una rápida recuperación, pero lo estamos retrasando con este ambiente de ilusión y de tipos bajos”, recordó Muzinich al final de su intervención.
Para romper esta atonía, considera fundamental la llegada de la inflación –que en su opinión debería ser mayor–, que los bancos centrales cambien sus políticas y que vuelva la confianza al sistema financiero. En este sentido considera que la sociedad van a tener que trabajar mucho e intentar que el componente político no sea una piedra más en el camino hacia la normalización. “Trump es un ejemplo de ello. La sociedad reclamaba un cambio y él supo identificarse con esa demanda, ahora bien hay que esperar y ver cómo va implementando las políticas que prometió, y ver si logra generar más comercio, pero más eficiente”, señala sobre el efecto Trump.
Riesgos de cola
Muzinich no plantea estas reflexiones desde una actitud negativa, sino con la intención de identificar las tendencias que predominan en el mercado. “En resumen se puede decir que el aumento de la deuda, la excesiva dependencia de las políticas monetarias y las disrupciones y tensiones geopolíticas han creado una nueva normalidad. Esta realidad está llena de incertidumbre y riesgos. En otras palabras, tenemos un entorno menos predictible y con más riesgos de cola. Y en este contexto, nuestro trabajo es obtener una buena rentabilidad”, apuntó.
En cambio lo que sí reconoció que le quita el sueño es una cuestión más de transformación social. “Estamos destruyendo parte de los valores de nuestras comunidades, así como nuestro sentimiento de comunidad. Y hay discursos políticos que se están sirviendo de ello. Por eso, hay tres cosas que me preocupan: cómo estos posicionamientos políticos aumentan la volatilidad, la falta de entendimiento que hay entre gobiernos y, por último, cómo hay ciertas organizaciones que están atrayendo al espectro político más extremo”, afirmó. Ante este escenario, Muzinich reclamó la necesidad de alejarse del teatro político para separar bien el grano de la paja en los mercados.