La inversión de impacto ha llegado para quedarse. Este enfoque centrado en la búsqueda de rendimiento financiero al tiempo que se genera un efecto positivo en la sociedad ya había despertado el interés de inversores y gestoras y, ahora, con las consecuencias económicas de la pandemia, será “más importante que nunca”. Así lo ve el director de impacto de Franklin Real Asset Advisors, John Levy, que aplica esa mirada al sector de las infraestructuras sociales. En esta entrevista con Funds Society, destaca el atractivo de una estrategia “única por su enfoque en activos inmobiliarios con un valor inherente para sus comunidades”.
A su juicio, la inversión pública por sí sola no siempre es suficiente para satisfacer las necesidades de la sociedad, y por eso la inversión de impacto en infraestructuras sociales presenta oportunidades importantes en los mercados privados. En este sentido, además de invertir únicamente en activos que ofrecen servicios sociales a sus comunidades, el Franklin Templeton Social Infrastructure Fund busca ser atractivo a nivel de cuota de mercado y retornos para atraer incluso a aquellos inversores que no están interesados en la inversión de impacto.
La estrategia está alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y, en concreto, se centra en seis, incluyendo disponibilidad de agua y saneamiento (ODS 6), acceso a energía asequible y sostenible (ODS 7) y ciudades y comunidades sostenibles (ODS 11). Según Levy, miden cómo contribuyen a ellos a través de sus inversiones en hospitales, viviendas sociales, universidades, y residencias, entre otros.
Además, destaca que el fondo se basa en lo que denominan “la teoría del cambio”, una “herramienta muy importante”, ya que “el impacto puede significar cosas muy diferentes para cada persona”. Esta definición les permite ser “coherentes y transparentes” a la hora de mostrar el impacto real de los activos inmobiliarios en los que invierten.
Comunidad y medioambiente en el centro
La cartera del Franklin Templeton Social Infrastructure Fund cuenta con aproximadamente 270 millones de euros en 12 activos en Europa. Su proceso de inversión se centra en las dos áreas en las que, según Levy, se puede crear un mayor impacto. La primera de ellas es la comunidad: “Como estos activos buscan contribuir a la sociedad, sabemos que, asociándonos con sus operadores para mejorar su calidad, podemos servir mejor a las comunidades locales”, señala.
El segundo factor clave es el medioambiente y está relacionado, sobre todo, con las características físicas del real estate en sí mismo. “El sector inmobiliario es responsable de una enorme proporción de las emisiones de gases de efecto invernadero, por eso es fundamental que logremos que los edificios en los que invertimos sean más sostenibles y reducir así la huella ecológica”, apunta.
Pero, además de centrarse en que las construcciones sean más eficientes, Franklin Templeton va un paso más allá y analiza la manera en la que están siendo utilizadas. “A través del compromiso con los operadores de los edificios, tratamos de motivarlas para que reduzcan el consumo energético”, revela. De ahí que sea importante realizar inversiones a largo plazo que permitan establecer relaciones estables con los operadores.
Un cambio de dirección
Al consultarle si la pandemia ha cambiado el enfoque de su estrategia, Levy revela que todavía cuentan con “un flujo sólido de rentabilidad” a través de sus activos en el sector sanitario, el educativo o el residencial y hace hincapié en que mantienen su apoyo a los operadores de calidad. Sin embargo, admite que gran parte del valor que generan en la comunidad tiene que ver con “acercar a las personas”, algo complicado en tiempos de distanciamiento social. “Nos hemos centrado en la salud y la seguridad de nuestros inquilinos y comunidades, pero también seguimos comprometidos con las mejoras medioambientales”.
En su opinión, la coyuntura actual hace que la inversión sostenible y de impacto sea más necesaria que nunca. De hecho, durante la pandemia, ese tipo de estrategias han registrado entradas estables al tiempo que las tradicionales sufrían salidas. “Queremos ayudar a los buenos operadores y a las administraciones locales a liberar capital para que puedan invertirlo en otros proyectos. Hay muchas oportunidades”, sentencia.