La volatilidad en los mercados financieros ha sido extraordinariamente alta este año, en gran medida, como reflejo de la preocupación de los inversores por el aumento de la inflación, el endurecimiento de la política monetaria y la guerra de Ucrania, entre otros factores. Otro factor crucial de la volatilidad es el reciente aumento de los tipos de interés reales, que crea un entorno lleno de dificultades para la renta fija, pero también para la renta variable.
Es cierto que ahora el S&P 500 avanza un 6,5%, su mejor semana desde noviembre de 2020, impulsado en la sesión del viernes por unos datos de consumo en EE.UU. que fueron positivos y unos datos de inflación de abril, que muestran cierta moderación con respecto al mes pasado. Con este resultado se rompe una de las peores rachas negativas desde el año 2000 tras siete semanas consecutivas en negativo y se dan un respiro con los mercados estadounidenses cerrados ayer por la celebración del Memorial Day. Pero, en opinión de Jaiver Molina, portavoz de eToro en España, merece la pena analizar las varias semanas de continuos descenso en las bolsas norteamericanas y que han llevado al S&P 500 a perder un 18% en las primeras 97 sesiones de 2022. Según reconoce, esto supone estar frente al cuarto peor inicio de año de toda la historia.
“Si seguimos tirando de estadística y desde 1928 para ese mismo índice, se han dado mercados bajistas cada cuatro años. Del mismo modo, el Nasdaq pierde un 31% desde los máximos de noviembre de 2021, siendo ya mayor esta caída que la vivida durante la crisis del COVID-19. Todo esto nos ha llevado a estar frente a un mercado sobrevendido, con sentimiento muy negativo, donde los flujos siguen marcando esa tendencia de salida de riesgo”, apunta Molina.
Según Yves Bonzon, CIO (Chief Investment Officer) del banco privado suizo Julius Baer, pese a las caídas del S&P 500, el índice “sigue descontando un escenario de corrección de mercado alcista”. En su último análisis indica que al volver los principales índices bursátiles occidentales a registrar una semana de descensos sostenidos, algunos expertos consideran confirmadas sus anteriores predicciones sobre la llegada de un mercado bajista.
“En el ámbito de la economía real, el temor a la recesión ha alcanzado niveles frenéticos conforme las condiciones financieras se han endurecido aún más. ¿Queda finalmente descartada la posibilidad de un aterrizaje suave? Los mercados no lo creen así en este momento. De hecho, el S&P 500 no descuenta una recesión. Insistimos en nuestra opinión de que sigue siendo crucial determinar si la fuga de liquidez del sistema financiero se extiende a la economía real”, advierte Bonzon.
A finales de la semana pasada, las tendencias cambiaban. «La revisión del PIB del primer trimestre el pasado viernes, ligeramente a la baja, no fue suficiente para romper el sentimiento positivo en las bolsas, que fue impulsado por los buenos resultados de algunas compañías del sector del comercio minorista estadounidense. Con las subidas del jueves, la caída desde máximos del S&P 500 se reduce ahora al 15,4%», matizan los expertos de Banca March.
Para David Ross, gestor de fondos de renta variable mundial en La Financière de l’Echiquier (LFDE), el 2022 comenzó con el fin de una burbuja que afectó a todos los activos. “La mayoría de las clases de activos, ya sean acciones, bonos o inmuebles, habían alcanzado niveles de valoración insostenibles, sobre todo a la luz de la creciente incertidumbre derivada de la inflación y la guerra en Ucrania. Y si una situación no es sostenible, acaba por terminar de una manera u otra”, advierte.
Sectores: paja y grano
Desde Schroders destacan que, por una vez, Wall Street está teniendo un comportamiento peor que la media de las bolsas, debido a que su elevada ponderación en valores tecnológicos y de crecimiento juega en su contra. “Como se ha podido comprobar en la reciente temporada de resultados del primer trimestre, para la gran mayoría de las compañías, el clima empresarial sigue siendo bastante positivo, mostrando un fuerte crecimiento de los ingresos y los beneficios. El incremento no ha sido en absoluto tan fuerte como en 2021, pero para las empresas que cotizan en el S&P 500 de EE.UU., los ingresos y los beneficios han crecido en un porcentaje bajo. De cara al resto del año, las estimaciones de beneficios no se están revisando al alza, pero tampoco están cayendo drásticamente. Yo diría que es un logro bastante importante”, reconoce Frank Thormann, gestor de renta variable multirregional de Schroders.
En este contexto, las gestoras identifican los sectores que muestran más dificultades y más oportunidades. Por ejemplo, Thormann se detiene en el sector bancario y en el industrial. “Uno de los sectores que registró un descenso de los beneficios en el primer trimestre fue el financiero, en especial los bancos; lo cual se debió en gran medida a un aumento de las provisiones. Otro sector que está pasando por un momento difícil es el industrial. Todo lo que implique fabricar bienes físicos y enviarlos por todo el mundo se enfrenta a una situación muy compleja en estos momentos. Hay mucha presión de costes en las cadenas de suministro”, explica.
En cambio, considera que aquellos sectores con capacidad de fijación de precios serán capaces de capear bien el actual ambiente inflacionista. En este sentido apunta: “Esta presión sobre los costes, y la capacidad de las empresas para repercutir los aumentos de precios a los clientes, es el elemento clave en el que nos centramos ahora los expertos en bolsa. En pocas palabras, la fuente de poder de fijación de precios -o la capacidad de subirlos sin destruir la demanda- proviene de tener un producto o servicio fundamentales o crítico. Esto puede ser real, o puede ser una cuestión de percepción”, apunta el experto de Schroders.
Por último, Thormann cree que que un sector que está siendo muy analizado en estos momentos es el de la energía, dada la subida del precio del petróleo este año, y estima que los precios del crudo se mantendrán relativamente altos. “Otra sorpresa positiva podría venir en forma de disciplina de capital, es decir, de contención del gasto. Se trata de un concepto que ha sido bastante ajeno al sector energético en el pasado. Sin embargo, ahora vemos que las empresas se abstienen de aumentar la actividad de perforación a cualquier precio. En su lugar, se centran en la generación de flujo de caja libre y en devolver ese efectivo a los accionistas.
Valores tecnológicos
Uno de los comportamientos que más han sorprendido a los inversores es el protagonizado por las acciones tecnológicas, cuyo rally se detuvo a raíz de la subida de tipos de la Fed debido a que su valoración tiene mucho que ver con las previsiones de ingresos futuros.
Para las gestoras, la clave es identificar a los ganadores de los próximos 10 años. “Las llamadas plataformas tecnológicas de hoy en día están sentadas sobre enormes beneficios y tienen una posición estable en el mercado debido a sus oligopolios. Facebook y Google dominan el negocio de la publicidad, Amazon y Alibaba la venta online, y Apple y Samsung el mercado de los teléfonos inteligentes. Sin embargo, solo unos pocos de estos actores actualmente dominantes seguirán teniendo éxito en la tercera fase de la era de la información, que acaba de empezar”, afirman Jan-Christoph Herbst, gestor de los fondos en MainFirst.
En opinión de Herbst, la próxima década será la era de la digitalización de la producción, la producción de energía sostenible, el uso de la inteligencia artificial en diversos campos y la electrificación del transporte. Para él, los grandes ganadores vendrán de la mano de los productos básicos: “Materias primas necesarias para la automatización y para la generación, almacenamiento y consumo de energía eléctrica verde. Es decir, los semiconductores y las herramientas para fabricar semiconductores. Pero las materias primas reales, como el níquel, el cobre o el litio, también son inevitables en esta próxima fase de crecimiento tecnológico”.
Por su parte, Laurent Denize, CIO en ODDO BHF AM, y Brice Prunas, gestor de Inteligencia Artificial en ODDO BHF AM, añaden algunas “pistas” para invertir en el entorno tecnológico. Su primera idea es el sector del software estadounidense, que parte de unas valoraciones atractivas: “Dada la ralentización del crecimiento prevista, las mayores empresas de software impulsarán su crecimiento futuro comprando otras empresas que les proporcionen la entrada en uno o varios mercados de alto crecimiento, o incluso acceso a determinadas tecnologías. Es probable que los segmentos más atractivos sigan siendo la seguridad cibernética, las DevOps, la analítica, la observabilidad, ITSM (IT Service Management), ITOM (IT Operations Management) y el software de colaboración”.
A esta propuesta una más: las compañías biotecnológicas estadounidenses, sobre todo las que han creado plataformas de desarrollo digital innovadoras. Según explican los expertos de ODDO BHF AM, “el periodo de tiempo medio para el desarrollo de un medicamento en todos sus ciclos es de ocho años. Por ello, la industria farmacéutica siempre se ha estructurado en ciclos largos y rendimientos del capital empleado limitados por las bajas tasas de éxito en las fases de desarrollo. Como hemos visto con la crisis del COVID-19 y el rapidísimo desarrollo de vacunas de ARNm, los recientes avances en inteligencia artificial (IA) y el aprendizaje automático (ML) llevarán a esta industria a una nueva era”.
Value y growth
Desde la perspectiva del estilo de inversión, Amundi recuerda que, en los periodos de alta inflación, la tendencia suele ser una rotación hacia sectores value. “El paso del growth al value, especialmente de alta calidad y menos cíclico, debería estar respaldado por las elevadas primas de valoración del growth, una leve revalorización de los rendimientos básicos y el aumento de la inflación», explican.
“Si la inflación persiste, y creemos que lo hará, sería un momento crucial para los inversores en renta variable, ya que los nombres value que probablemente vayan bien en un entorno inflacionista probablemente no sean los que han tenido un buen rendimiento en los últimos años”, señala la gestora en su análisis de este mes.
La gestora considera que estamos avanzando hacia un régimen de alta inflación, cuyas semillas ya estaban presentes antes de la crisis sanitaria en forma de oferta monetaria excesiva, represión financiera y falta de inversión en infraestructura física. “Los inversores deberían prepararse para este cambio de régimen incluyendo acciones en el espacio del value y de calidad que probablemente se beneficien de una mayor inflación. Sin embargo, es poco probable que la rotación hacia mercados value, internacionales y menos caros en un entorno postpandémico sea lineal y que puede verse afectado por acontecimientos extremos del mercado, como la invasión de Rusia en Ucrania” concluyen.