Durante las dos décadas ha invertido en las bolsas europeas, dando siempre prioridad al crecimiento frente a las acciones infravaloradas, lo que ha generado buenos resultados tanto en mercados alcistas como bajistas. Alexandra Hartmann, gestora del Fidelity Funds Euro Blue Chip Fund acumula 19 años de experiencia en la renta variable del Viejo Contienente.
“Las bolsas son semieficientes y no toda la información se refleja correctamente en los precios. La falta de análisis en profundidad hace que algunos inversores no entiendan a la perfección cómo funciona un negocio. Este hecho, junto con ciertas dosis de cortoplacismo e incluso visiones sesgadas políticamente, puede llevar a los inversores a pasar por alto determinados valores que podrían ofrecer rentabilidades superiores. Demasiados inversores optan por las compras indiscriminadas de índices y fondos cotizados, con lo que adoptan un enfoque general de la inversión en bolsa (esencialmente, juntan lo bueno con lo malo) y crean oportunidades para los inversores atentos que se basan en la selección de valores por fundamentales”, explica.
En su proceso de inversión siempre tiene en cuenta las recomendaciones del departamento de análisis de valores de Fidelity que ayuda a identificar las oportunidades. “Escojo acciones con un potencial de crecimiento interno considerable, es decir, empresas que pueden crecer mediante la expansión estructural o de su cartera de productos, o bien mediante una restructuración. Donde veo un potencial de crecimiento atractivo, no me asusta tomar posiciones que son mucho más grandes que el peso del valor en el índice, o incluso posiciones fuera del índice de referencia”.
¿No ha demostrado el último año que invertir en los índices puede ser rentable?
El tirón de la bolsa europea este año ha adoptado la forma de una subida rápida y generalizada impulsada por los acontecimientos macroeconómicos y políticos, y que ha beneficiado a muchos inversores en fondos cotizados. Sin embargo, esta convergencia es una fuente de riesgo en sí misma. En lo que llevamos de año, la zona euro se lleva la palma en la clasificación de rentabilidad de las principales bolsas mundiales (en moneda local), lo cual es impresionante a tenor del entorno de bajo crecimiento del continente. Si bien la región había estado más barata que otras, ahora el PER a doce meses de Europa se mueve en torno a las medias internacionales de casi 16 veces.
¿Dónde nos lleva esto?
Tengo bastante claro que esta extraordinaria convergencia de opiniones, que se traduce en un mínimo de 20 años en la desviación típica de los PER, no durará mucho más. Durante los últimos tres años aproximadamente, los inversores han estado comprando la media, pero ahora será más difícil conseguir buenas rentabilidades. El gráfico ilustra la falta de diferenciación entre las valoraciones de las empresas, con independencia de su riesgo, sus balances, su potencial de crecimiento o la calidad de su equipo directivo. Estas compras indiscriminadas no pueden mantenerse. ¿Quién va a seguir pagando el mismo PER de 20 por una empresa como Amadeus IT, con un crecimiento del 9% en su beneficio por acción (BPA), frente a otras empresas muy volátiles como Arcelor Mittal o Givaudan, que ofrecen un crecimiento del BPA de apenas el 5,5%?
Con la subida indiscriminada en los mercados, gran parte de estas ganancias fáciles ya se han conseguido. Ahora que los inversores se han beneficiado del aumento de la beta, la siguiente fuente de rentabilidades significativas probablemente serán los gestores de activos experimentados y selectivos que son capaces de separar el grano de la paja. La oportunidad reside en explotar las acciones incorrectamente valoradas y evitar los riesgos que crean estas anomalías en los precios de mercado.
¿Por qué tiene en cartera valores de fuera de la zona euro?
Aunque el Fidelity Funds Euro Blue Chip Fund es un fondo de la zona euro, centrarse exclusivamente en los mercados de cotización de las empresas sería un tanto engañoso. Busco empresas de crecimiento con ingresos expuestos a Europa, no simplemente valores que coticen en Europa. Roche, que he tenido en cartera durante algún tiempo, es un excelente ejemplo de ello: está tan expuesta al crecimiento del mercado europeo como otras farmacéuticas líderes europeas, pero resulta que cotiza en Suiza.
Del mismo modo, las exposiciones cambiarias de las empresas no están determinadas por su mercado principal de cotización o el lugar donde se encuentra su sede, lo que importa es dónde llevan a cabo sus actividades.