Los bancos centrales de los mercados desarrollados siguen avanzando hacia la normalización de su política monetaria y, en este sentido, la recuperación cíclica en marcha justifica una postura menos expansiva. Sin embargo, en su visión a medio plazo, el equipo de renta fija de Fidelity cree que en el plano de la inflación, las perspectivas no están nada claras.
“A pesar de la mejora del mercado laboral, donde las tasas de desempleo se han acercado a sus niveles más bajos del ciclo, las presiones salariales siguen siendo escasas y la inflación subyacente mantiene la atonía. La baja inflación y las elevadas valoraciones de los activos de riesgo deberían mantener los rendimientos en niveles bajos y la duración bien asentada durante los próximos meses”, explican.
Por regiones, Fidelity prefiere expresar una visión positiva sobre la duración a través de los bonos del Tesoro de Estados Unidos, así como otros países dentro del “bloque del dólar”, como Canadá y Australia.
La Fed, cree la gestora, probablemente anuncie en la reunión de septiembre su intención de adelgazar su balance reduciendo gradualmente las reinversiones a partir de octubre. “Esta decisión está dentro de lo que espera el mercado, está ampliamente descontada y no esperamos ninguna reacción significativa en los bonos del Tesoro de EE.UU. ante este anuncio, de modo que los rendimientos probablemente se mantendrán en una horquilla del 2-2,5%”, prevén los expertos de la gestora.
Entretanto, los riesgos políticos y macroeconómicos persisten, a pesar de la baja volatilidad y la sensación de calma que experimentan los inversores actualmente. En el plano macroeconómico, la falta de inflación preocupa a la Fed, lo que tal vez es una señal de que los supuestos de la curva de Phillips tienen que revisarse. Por otro lado, las tensiones geopolíticas podrían dispararse de forma muy rápida y el último enfrentamiento entre Corea del Norte y EE.UU. no es precisamente tranquilizador, recuerdan.
“El principal riesgo para nuestro posicionamiento en duración”, dicen, “proviene de las políticas del gobierno estadounidense. Los precios ya no reflejan expectativas de reformas significativas que estimulen el crecimiento y tanto el dólar como los bonos del Tesoro de EE.UU. se han ajustado en consecuencia. Incluso una pequeña sorpresa positiva procedente de Washington podría tirar al alza de los rendimientos. Del mismo modo, una reactivación de las políticas proteccionistas podría provocar que se disparasen puntualmente las expectativas de inflación, lo que elevaría los rendimientos nominales”.
Europa y Reino Unido
Para el equipo de renta fija, en Europa el BCE dejó cualquier posible cambio significativo en la política monetaria para después del verano y Mario Draghi expresó un tono más cauto en relación con la inflación en la reunión de julio del BCE y en consecuencia, la inflación sigue siendo la fuente principal de inquietud para el Consejo de Gobierno de la entidad y aunque la coyuntura económica no justifica una retirada de los estímulos, el BCE debería actuar con suma cautela y reducir las compras de forma muy gradual.
Por su parte, en Reino Unido, el Banco de Inglaterra debe hacer equilibrios entre las elevadas tasas de inflación y el resultado aún incierto de las negociaciones del Brexit y su impacto en la economía británica.
“Aunque el plazo para alcanzar un acuerdo dista todavía más de un año, las consecuencias ya están sintiéndose en la economía británica en forma de descenso de la inversión empresarial, mientras que el consumo privado está acusando la caída de la renta real. A medida que se desvanezcan los efectos de base de la depreciación de la libra esterlina y que las presiones inflacionistas se vayan suavizando durante los próximos meses, consideramos que el Banco de Inglaterra mantendrá los tipos sin cambios ante las dificultades políticas que se avecinan. La deuda pública Reino Unido debería seguir teniendo apoyo”, concluyen.