A pesar de las fuertes repercusiones que el COVID-19 está teniendo sobre la economía global, Andrew McCaffery, CIO global del área de Gestión de Activos de Fidelity International, y Paras Anand, CIO para Asia-Pacífico, aprecian las oportunidades en tendencias que ya eran visibles antes de la crisis, como el comercio electrónico, los servicios de entrega a domicilio y la inclusión financiera (sobre todo en regiones como Asia), así como las plataformas tecnológicas.
En Fidelity International también encuentran oportunidades en el sector del consumo, especialmente en China. Además, los valores de gran capitalización podrían destacar en líneas generales frente a los valores de pequeña y mediana capitalización debido a dificultades derivadas de la liquidez, un factor que no ha afectado a los mercados durante algún tiempo por la sensación de que los bancos centrales acudirán al rescate.
¿Cómo se ve la situación actual y en qué están centrándose los equipos de inversión?
Tras el repunte de los últimos días se ha visto cómo algunas de las señales de los mercados financieros entraban en un territorio que denota mayor confianza. Así, según indica Andrew McCaffery, CIO global del área de Gestión de Activos, la volatilidad se ha reducido, se ha producido un descenso general de los diferenciales de deuda corporativa y los costes de financiación han mejorado y se han estabilizado, lo que deja algo de margen para asumir riesgos.
También se observa cierto optimismo en torno a las curvas de la pandemia de COVID-19 en muchos países; Austria, por ejemplo, ha levantado parte de las medidas de confinamiento. Así pues, existe la esperanza de que algunas de las peores consecuencias económicas podrían suavizarse durante las próximas semanas y los mercados están empezando a descontar ese cuadro ligeramente más favorable, de ahí el repunte que han registrado los mercados.
La próxima fase será muy complicada, ya que los mercados tratarán de evaluar adecuadamente cuánto daño ha sufrido la economía hasta ahora, cuánto durarán las medidas de confinamiento y cómo serán sus repercusiones, pero también tratarán de calibrar los efectos derivados de las múltiples conmociones que se han experimentado: en las cadenas de suministro, en los precios del petróleo, en la demanda a causa del COVID-19 y en la liquidez.
Un elemento a tener en cuenta ahora es cómo van a abordar las insolvencias los gobiernos con sus intervenciones y las empresas. Por tanto, la situación es esperanzadora por ahora, pero quedan obstáculos por superar mientras se espera a que se conozcan los datos económicos y sus consecuencias para los beneficios empresariales.
Los equipos de inversión de Fidelity International están centrándose en seleccionar las empresas adecuadas, las que han actuado con rapidez, han apuntalado sus balances y gestionado adecuadamente la situación. También están atentos a las decisiones de los estados y a los resultados de estas en cada país, a tenor de cómo Asia está registrando las primeras señales de recuperación y reactivación de la actividad. También están atentos a los mercados de bonos corporativos y a aquellas empresas que pueden emitir deuda y están bien colocadas para gestionar la próxima fase. En este sentido, están encontrando algunos diferenciales muy atractivos, sobre todo en bonos investment grade y en bonos high yield en Asia y algunas áreas de EE.UU. y Europa.
¿Qué opinión tienen de la evolución de Asia?
La situación sigue siendo heterogénea en Asia. China está empezando a dejar atrás el confinamiento: las empresas están reabriendo y los trabajadores vuelven a las oficinas. Sin embargo, según indica Paras Anand, CIO para Asia-Pacífico, en otras partes de Asia, como Singapur y Hong Kong, los casos han aumentado de nuevo en los últimos días con el regreso de la población, así que están reforzándose algunas medidas.
Un aspecto a destacar es el menor impacto como emergencia sanitaria, lo que podría atribuirse a la experiencia previa de la región con las epidemias como el SARS, que han cambiado la respuesta de la población y las autoridades. En general, en Fidelity International creen que es razonable esperar que desde un punto de vista económico Asia lidere el mundo en la salida de esta pandemia.
¿Se percibe que las empresas están cambiando su forma de actuar en respuesta a las políticas fiscales?
En Fidelity International han detectado unas diferencias muy marcadas en las respuestas de los países. En EE.UU. y Europa se ha asistido a una contundente intervención de los bancos centrales y unos estímulos fiscales vigorosos para sostener la recuperación a corto plazo, sumados a una serie de medidas para impulsar la recuperación a largo plazo.
En Asia, según indica Paras Anand, también se ha visto en parte, pero en un contexto de estímulos fiscales y monetarios mucho más modestos en la región, sobre todo en China. Ello es debido en parte a que durante los dos últimos años la política fiscal y monetaria ya se había dejado sentir en la estrategia económica. Así pues, se podría estar ante un escenario muy diferente al que dejó tras de sí la crisis financiera mundial; entonces, China aplicó enormes estímulos que tiraron del crecimiento de la economía mundial y, esta vez, los papeles tal vez se inviertan y EE.UU. y Europa se pongan al frente.
En las empresas de Asia, la conexión entre la esfera estatal y privada siempre ha sido estrecha, de tal modo que la estrategia empresarial se ha adecuado a las políticas y prioridades generales del estado. Un ejemplo es Tencent y sus juegos y la respuesta ante los problemas con las apuestas que han surgido en China.
En EE.UU., por su parte, el sector privado es muy independiente del estado, así que esta relación tal vez cambie en el futuro y se vea un quid pro quo más formal entre el estado y el sector privado. Todos estos factores se sumarán para dar impulso a la dimensión ESG y la sostenibilidad en el sector empresarial, de modo que las empresas empiecen a pensar en su responsabilidad ante un conjunto más amplio de partes interesadas, no solo los accionistas minoritarios.
¿Creen que va a cambiar la forma en que se aborda la inversión?
Según Andrew McCaffery, se podrían ver importantes implicaciones a medida que los países vayan gestionando a su modo el marco para salir de esta pandemia. La globalización ha experimentado periodos difíciles durante varios años y su capacidad para resucitar de la mano de los elevados niveles de coordinación que necesita podría verse afectada por la necesidad de los países de replantearse sus fronteras. Las inquietudes por las fronteras podrían agravarse de forma general hasta que haya más confianza en torno al virus y los procesos futuros. Será interesante ver cómo evolucionan los niveles de intervención y hasta qué punto Occidente incorpora elementos de la propiedad estatal con condicionantes, por ejemplo, en el área del cambio climático, y si algunas empresas elevan su perfil y los países esperan más de las empresas.
Podría ser un fenómeno mundial, aunque tendrá una dimensión específica en cada país dentro de los diferentes sectores, y las cadenas de suministro podrían someterse a una revisión para reducir las fricciones frente a los niveles que ha provocado el COVID-19.
Una idea interesante son las pruebas de resistencia que se realizaron en el sector financiero en los años posteriores a la crisis financiera mundial para determinar si el sistema bancario podría soportar crisis similares. Así, Paras Anand espera algo parecido en los países para determinar si algunos servicios esenciales pueden soportar tensiones en el sistema y si las cadenas de suministro pueden aguantar y ofrecer protección a escala nacional.
¿Estáis encontrando posibles ganadores con estas tendencias?
A las empresas se les someterá a exámenes para determinar si cuentan con balances adecuados y si son capaces de soportar perturbaciones en la demanda y el fondo de maniobra. Podría darse un proceso de transferencia de activos desde las posiciones débiles a las más fuertes, que es un rasgo normal de un mercado bajista, así como un cambio de liderazgo general en el que los valores de gran capitalización batan a los de pequeña y mediana capitalización debido a dificultades derivadas de la liquidez, un factor que no ha afectado a los mercados durante algún tiempo por la sensación de que los bancos centrales acudirán al rescate.
En la opinión de Paras Anand, también se aprecian oportunidades en tendencias que ya eran visibles antes de la crisis y que ahora están aumentando su protagonismo, como el comercio electrónico, los servicios de entrega a domicilio y la inclusión financiera (sobre todo en regiones como Asia), así como las plataformas tecnológicas.
Por el contrario, en el sector tecnológico estadounidense podríamos ver cómo las plataformas más grandes, como Facebook y Google, se ven sometidas a un mayor control en relación con la privacidad de los datos, los algoritmos, etc. Por último, también se está detectando oportunidades en el sector del consumo, especialmente en China.
¿Están surgiendo otras temáticas desde el punto de vista de los nuevos comportamientos y las repercusiones de los estímulos fiscales y monetarios y la condicionalidad?
El examen de algunas de las plataformas podría intensificarse a medida que la población se pregunte qué beneficio está generándose en realidad. En la opinión de Andrew McCaffery, la intervención de los estados es considerable y afecta a la solvencia y hacia dónde se canalizará el capital para ayudar a las empresas.
A consecuencia de ello, algunos sectores experimentarán una fase de racionalización y será interesante ver hasta dónde llega este proceso dentro de las pequeñas y medianas empresas y el sector privado para mantener la economía a flote y garantizar el apoyo a las cadenas de suministro.
Eso cambiará las dinámicas de los capitales públicos y privados y los procesos entre ellos y el reto será cómo introducir cambios para adaptarlos a un marco de trabajo más ágil, a las consecuencias para el sector inmobiliario y al trabajo desde casa. Otro reto consistirá en cómo va a gestionar el estado el capital cuando ya no se trate simplemente de ponerlo en manos del sector privado, sino de desarrollar un compromiso activo y a largo plazo. Así pues, podría ser útil volver sobre las connotaciones de la gestión de activos por parte de los estados en contextos de preguerra y posguerra.
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