El fuerte crecimiento de la deuda con grado de inversión de menor calidad registrado en todo el mundo desde la crisis crediticia ha generado oportunidades interesantes además de los riesgos ya conocidos, asegura Adrian Hull, responsable de renta fija en Kames Capital.
El temor a una posible saturación de bonos con calificación BBB se ha visto agravado por la última hornada de emisiones, que ha elevado la cuota de estos instrumentos en los mercados mundiales de deuda hasta casi la mitad del total de emisiones. Esta situación ha llevado a los inversores a centrarse en el impacto potencial de las subidas de tipos, que podrían encarecer cada vez más tanto la emisión como el cobro de esta deuda.
Hull señala además que la ingente cantidad de deuda empieza a asustar a los inversores, a quienes les preocupa que algunas empresas están alcanzando niveles de endeudamiento excesivos. “El aumento de la deuda con calificación BBB empezó a resultar preocupante en la segunda mitad de 2018 porque cuadraba con un contexto de ampliación de diferenciales de crédito, correcciones en renta variable y unos tipos de interés más altos en Estados Unidos: una profecía autocumplida de crisis provocada por el exceso de deuda”, explica.
Sin embargo, asegura que este énfasis en la deuda neta pasa por alto un detalle importante: que hay tanta deuda simplemente porque a las empresas les resulta barato emitirla. “Esto no es algo nuevo, la situación actual viene gestándose desde hace años. El aumento de la deuda responde a diversas razones pero una de ellas es que está muy barata”, añade.
En vez de temer el crecimiento de la emisión de deuda corporativa, el experto cree que la situación ofrece numerosas oportunidades de inversión, siempre y cuando las empresas puedan hacer frente a sus compromisos. “Como bien saben los propietarios de una vivienda, lo importante no es la cantidad nominal de deuda sino la capacidad para repagarla”, explica.
Por último, recuerda que aunque la deuda gubernamental se ha multiplicado en los últimos diez años, el coste de financiación de los gilts se ha reducido considerablemente a consecuencia de las políticas de tipos de interés cero, la expansión cuantitativa y el entorno de baja o nula inflación. “Las empresas con mejor calificación crediticia, cuyos costes de financiación están referenciados al tipo de interés del bono gubernamental, han salido beneficiadas, mientras que las empresas con calificaciones más bajas se han visto favorecidas por la búsqueda de rentabilidad de los inversores”, concluye.
No obstante, advierte de que “el exceso de deuda acaba lastrando tanto el balance gubernamental como el de las empresas”. Aunque ambos están indisolublemente relacionados, las soluciones pueden ser muy diferentes, por lo que los inversores deben ser muy selectivos a la hora de invertir en bonos calificados como grado de inversión.