La foto política para EE.UU. los dos próximos años -y sus implicaciones económicas desde un punto de vista fiscal- está aún por ser revelada.
El consumidor está agotando el balón de oxígeno que le ha suministrado el CARES; el 31 de diciembre, siete millones de autónomos perderán una ayuda especial de 1.058 dólares al mes, se acaba la moratoria a la ejecución de desahucios y más de cinco millones de ciudadanos que llevan desempleados más de 6 meses dejarán de percibir los 1.253 dólares que les han permitido hasta ahora estar al corriente del pago de sus hipotecas/alquileres. Es un hecho que la tercera ola de contagios por COVID-19 va a exigir apoyos adicionales (Moodys Analytics ha anunciado que sin ellos entraremos de nuevo en recesión el primer trimestre de 2021, regresando a tasas de desempleo cercanas al 10%), pero los montos y los tiempos dependerán de la cuota de poder de la que acabe gozando la administración Biden.
Respecto a la posibilidad de poder disfrutar de un nuevo paquete que ofrezca esa red de seguridad al consumidor norteamericano antes de cerrar este ejercicio, Pelosi y Schumer han hecho un claro guiño a los republicanos más conservadores socializando una propuesta bipartisana de 908.000 millones de dólares (cuando sus miras estaban puestas originalmente en una dotación de ~3billones -trillones anglosajones-).
No obstante, la brecha es aún relevante si tenemos en cuenta que el portavoz del Senado, Mitch McConnell, no se sentirá cómodo con un gasto que supere los 0,5-0,6 billones de dólares (trillones anglosajones) y por lo tanto -a pesar de la insistencia de Biden- lo más factible es la incorporación de algún tipo de medida de carácter más quirúrgico y cortoplacista en el proyecto de ley para los presupuestos 2021 que debe presentarse como tarde el 11 de diciembre. Si bien es cierto (como mostramos en este análisis de Bank of America) que la ayuda llegará más temprano que tarde, los mercados en máximos, la relajación en condiciones financieras y la distribución inminente de las vacunas de Pfizer y Moderna (que junto a la de AstraZeneca posibilitarán inmunizar potencialmente hasta un 19% de la población mundial en 2021) han comprado tiempo a los políticos. En Europa, donde la práctica totalidad de países (incluyendo Suiza y Reino Unido) puede financiarse en el corto plazo a tasas nominales negativas, es difícil discutir el mantener una proposición fiscal expansiva. En EE.UU. la situación es algo más compleja con un Congreso muy dividido…a priori.
Los republicanos deberían ser capaces de ganar, al menos, uno de los puestos en liza el próximo día 5 de enero en Georgia (GA), convalidando su mayoría en el Senado. Sin embargo, la hipótesis de un vuelco (con Schumer sustituyendo a McConnell) ha cobrado fuerza. Los continuos ataques de Trump a los resultados de las presidenciales y las dudas que el expresidente viene cosechando respecto al funcionamiento del sistema electoral y de conteo de GA, pueden desanimar a los republicanos más recalcitrantes y disminuir su tasa de participación facilitando la tarea a la formación azul; el desenlace es menos evidente que hace unas semanas y Trump ha anunciado que hoy estará en el “Estado del Melocotón” apoyando a sus colegas de partido (Purdue y Loeffler).
Si esto no fuera suficiente para enmarañar el pronóstico, los medios de comunicación más progresistas (como New York Times) meten el dedo en la herida aprovechando la prolífica actividad bursátil del senador republicano por Georgia, David Purdue, para poner en tela de juicio su honestidad.
De momento la rentabilidad del TBond 30 años avanza lentamente desde los mínimos de agosto poniendo en valor un contexto de crecimiento económico más favorable. Pero hay que estar atentos porque este movimiento podría adquirir mucha más inercia; un cambio en el control del Senado daría la mayoría a Biden en ambas Cámaras obligando a los bonistas a revisar al alza las opciones para un paquete fiscal de gran magnitud que vendría facilitado por Janet Yellen como sustituta de Mnuchin en el Departamento del Tesoro; las tasas largas en dólar cotizan a 1,68% y pueden consolidar la figura técnica de “doble suelo” cuya proyección más inmediata estaría en 2,16%. Esta cota se vislumbra más cercana al haberse producido un corte alcista entre las medias móviles de 50 y 200 días, situación esta que se ha repetido solo 14 veces desde 1977 y que, en media, se ha saldado con 25 sesiones después con incrementos del 0,2% en rentabilidad en un 69% de las ocasiones.
Adicionalmente, la valoración fundamental del bono del tesoro de referencia a nivel global (TBond 10yrs) es de las más abultadas de los últimos 30 años, y la complacencia en el posicionamiento especulativo de traders es evidente en esta gráfica de TopDown Charts (en particular para los vencimientos de 5 y 30 años). A esto hay que sumar el efecto del anuncio de la vacuna sobre la confianza del consumidor (como explica Ostrum AM ) y el impulso -por efecto base- del IPC el primer trimestre de 2021.
Y teniendo en cuenta que uno de los pilares del mercado desde febrero ha sido el excelente comportamiento de las temáticas de calidad, momentum y crecimiento a nivel global (que son más sensibles a empinamientos en la curva de tipos, y que representan casi la mitad de la capitalización del S&P 500), ojo con el sector tecnológico si el bono del tesoro USA 10yrs rompe la cota de ~1,1%, que podría frenar temporalmente los avances en bolsa.