La economía mundial parece lejos de poder repetir una crisis como la de 2008, sin embargo desde BlackRock advierten que los inversiones no pueden pasar por alto algunos riesgos nuevos y otros del pasado que están en el entorno actual. En este sentido la pregunta clave es: ¿estamos mejor preparados hoy para afrontar una crisis?
En opinión de Richard Turnill, jefe global de estrategia de inversión de BlackRock, hemos recorrido un largo camino desde 2008. “Los bancos tienen mayores reservas de liquidez, están mejor capitalizados y bajo un mayor escrutinio de los supervisores, aunque los bancos europeos han progresado menos que las entidades estadounidenses. El sistema financiero global, en general, está en una base más firme gracias a la regulación posterior a la crisis que ha reforzado la capacidad de las instituciones financieras para absorber los impactos. La falta de extremos en los mercados, como valoraciones muy altas y primas de riesgo muy bajas, es aún más alentadora. No vemos un exceso de inversores en activos de riesgo riesgosos, en parte porque la última crisis financiera amplificó la aversión a tomar riesgos”, resume Turnill.
Tras el largo camino de estos diez años, los niveles de endeudamiento en el sector financiero y en los hogares se han reducido desde los niveles máximos registrado antes de la crisis. Sin embargo han surgido nuevos riesgos: “Los niveles de deuda pública están aumentando. La deuda pública se ha disparado casi un 94% del PIB en Estados Unidos, rente al 52% de 2007, y apunta que seguirá subiendo”, advierten desde BlackRock.
De hecho, el incremento del apalancamiento de los países y de las empresas no financieras constituye un fenómeno global. El aspecto positivo, según Turnill, es que “la reducción de los tipos de interés provoca que el coste del servicio de la deuda resulte mucho más barata que hace décadas; además, los vencimientos se han prolongado, lo que ofrece resistencia ante la subida de tipos”, afirma.
Otro de los riesgos a los que se enfrentan los inversores es la reducción de liquidez a la que se producirá con el recorte de los balances de los bancos centrales, en especial en Europa. Según Turnill, “la reducción de la liquidez del mercado crea el riesgo de derrames si los inversores se ven obligados a vender las partes más líquidas de las carteras. La alta deuda del sector corporativo y los préstamos opacos en China son fuentes potenciales de vulnerabilidad financiera. Y los esfuerzos globales necesarios para contener una crisis pueden ser más difíciles de conseguir ahora en comparación con la anterior, en parte por la tendencia mundial de sentimiento populista y nacionalista”. Antes este entorno, la gestora considera que las carteras necesitan un enfoque más resiliente.
Junto con la creciente incertidumbre macro, creemos que esto garantiza un mayor enfoque en la resiliencia de la cartera. Sin embargo, en general, conservamos un sesgo de prorisk, y creemos que los inversores están siendo compensados por el riesgo de capital que tienen en el entorno actual de crecimiento constante y fuertes ganancias corporativas.