Donald Trump vuelve a mover ficha en el camino hacia una posible guerra arancelaria con China. Su administración publicó una lista con más de 1.300 productos chinos que soportarán un impuesto del 25%. La reacción de China no se hizo esperar y también ha anunciado un impuesto del 25% sobre 106 bienes norteamericanos.
“Por sí mismas, las medidas anunciadas hasta el momento tendrían, en el caso de ser implementadas, un efecto limitado en la economía estadounidense. No obstante, debemos tener en cuenta la posibilidad de que su repercusión sea mayor con el tiempo, por ejemplo, en los puestos de trabajo de los sectores en cuestión, como el automovilístico del país, si estas se traducen en un incremento de los precios de los automóviles y, por consiguiente, en una menor demanda”, explica Ana Cuddeford, directora de inversiones del equipo de multiactivos de M&G.
Cuddeford reconoce que lo que preocupa a muchos inversores es “la posibilidad de que estas medidas constituyan únicamente el primer paso, tanto en términos de hasta dónde llegará Estados Unidos como de las posibles represalias que pudieran emprender otros países”. Aún así, la gestora no quiere ser catastrofista y mantiene como principal hipótesis que “no se producirá una guerra comercial sin cuartel”.
Esta preocupación se reflejó en el mercado que, tras el anuncio de ambas medidas, soportó cierta volatilidad. “Esta semana, los inversores confiaban en que Estados Unidos y China podrían evitar acabar en un callejón sin salida. En el caso de caer en una escalada hacia una guerra comercial, creemos que los activos defensivos son atractivo a costa de los más cíclicos”, defiende Nitesh Shah, analista de ETF Securities.
En opinión de Kim Catechis, responsable de mercados emergentes de Martin Currie, filial de Legg Mason, “la guerra comercial podría resultar un buen punto de entrada en la renta variable china y otros mercados emergentes”. En su opinión, es probable que las tensiones en las relaciones comerciales y exteriores entre China y Estados Unidos se intensifiquen a mediados de 2018, pero previsiblemente se disiparán antes de llegar a una guerra comercial sin cuartel o a un conflicto grave.
“La amenaza de imponer más aranceles por valor de 60.000 millones de dólares no fue una sorpresa. China ya está al corriente y está preparada: ha elaborado una larga lista de aranceles proporcionales para responder. Por tanto, ya ha movido ficha a largo plazo y es poco probable que se eche atrás; está acelerando su diversificación en otros mercados a través de su proyecto One Belt, One Road conocido como la nueva Ruta de la Seda, y otras iniciativas”, recuerda Catechis.
Un juego peligroso
Por su parte Paul Hatfield, co-jefe de inversiones de Alcentra, parte de BNY Mellon Investment Management, destaca que lo más peligro de este juego es cómo pueda ir reaccionando el mercado de valores. “Esto no se trata de un impuesto en un momento concreto, se trata de intentar hacer las cosas bien y que se pueda llegar a un acuerdo con China, y calmarse las cosas. Además, no está claro hacia dónde van las cosas, así que el contexto seguirá siendo volátil”, advierte Hatfield.
Como muestra para evitar una escalada de tensiones, los aranceles aprobados por China no entrará en vigencia inmediatamente, sino solo después de que Estados Unidos implemente los suyos. Según afirma Patrik Lang, jefe de análisis de renta variable de Julius Baer, “las negociaciones bilaterales entre ambos países pueden tomar meses, así que todavía hay tiempo para reducir la tensión antes de que el mercado sufra. Nuestra hipótesis central es que una guerra comercial, con todas sus letras, aún se puede evitar y que todavía hay tiempo”.
Lo cierto es que los mercados sí son sensibles a cómo evoluciones este conflicto comercial. De hecho, tras los anuncios sobre los nuevos aranceles por parte de ambos países, el mercado registró movimientos bruscos a lo largo del día. Por ejemplo, la soja llegó a caer un 5,5% y el maíz un 4,5%. “Trump está jugando un juego peligroso: imponer un arancel punitivo a las importaciones chinas del coste de fabricación en los Estados Unidos, a medida que aumenta el precio de los insumos en el proceso de fabricación. Además, desencadenar una guerra comercial de ojo por ojo será particularmente perjudicial tanto para las economías de China como para las de Estados Unidos; y por extensión al resto del mundo”, recuerda Shah.